Piensa mal y (quizás) acertarás

ZV
/
5 de febrero de 2024
/
12:04 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
Piensa mal y (quizás) acertarás

Por: Otto Martín Wolf

El Centro Cívico no dejó de despertar sospechas sobre la identidad de sus propietarios ya que en las alianzas “público privadas”, generalmente el nombre de la parte privada permanece en el anonimato.

Sospechas justificadas debido a que se trató de la más rápida. Jamás vista aprobación y construcción de una obra del gobierno.

Ningún hospital, puente, ninguna obra de beneficio público -ni aún las de extrema urgencia- ha sido diseñada, aprobada y concluida con tanta velocidad!

Será que todo fue un plan comercial de alguien? Un negocio “legal”?

Recordemos que todo fue ejecutado por el mismo gobierno que aprobó en un santiamén la gran estafa de los hospitales móviles.

Desgraciadamente la experiencia nos hace desconfiar de aquellos que manejan el dinero del pueblo. Gobierno tras gobierno los escándalos explotan con enorme y lamentable frecuencia.

La velocidad con que se pretende construir una cárcel de máxima seguridad en las Islas del Cisne también nos pone a pensar.

Sin olvidar el daño al medio ambiente; la obra civil y la logística es tan grande que a lo mejor ahí también hay “cisne encerrado”.

El suministro eléctrico, por ejemplo. De dónde van a sacar toda la energía que se necesita -24 horas al día- para el funcionamiento de la mega prisión?

¿De dónde van a llevar la electricidad?

A lo mejor (pensando mal) alguien tiene en mente convertirse en contratista del Estado instalando una planta geotérmica algo que deberá funcionar mientras exista la prisión.

Lo mismo sucederá con el transporte permanente de todos los insumos necesarios para alimentar y mantener tanto a prisioneros como al personal administrativo, custodios, incluyendo hasta el agua que se tomen; ese contrato será enorme y también permanente.

Se necesita una flota marina refrigerada para llevar carnes, verduras e insumos perecederos, ¿cuenta el gobierno o el país con ella?

Se tendrá que otorgar otro contrato “eterno”?

Se someterán a licitación pública o esos detalles tan importantes se manejarán como si se tratara de secretos militares, de manera que nunca se sepa quién está detrás de las empresas que suministrarán estos servicios?

¿Habrá alguien “haciendo números”?

Para responder a esas preguntas y a las que siguen, favor volver a leer el título de este artículo.

Desde luego que son necesarias más cárceles ante el aumento de la delincuencia, las cuales tienen que ser de mayor seguridad que las actuales, ante eso hay que preguntarse:

¿cuántos reos se escapan “normalmente” de las prisiones existentes? No muchos, ese no es el problema mayor, la verdadera complicación no está en las fugas, el problema es con los ingresos.

Me refiero a los ingresos de celulares, computadoras, armas, drogas, etc.

Ese no es un problema de lo que sale, si no de lo que entra.

Y quiénes tienen a su cargo evitarlo? La vigilancia, desde luego.

¿Quiénes entonces son los que permiten el acceso de todo eso?

Los vigilantes, los mismos encargados de evitarlo, eso es lógico.

Ahí está el problema, no en lo alto de los muros, la cantidad de cercas electrificadas o lo distante de su ubicación.

El problema está en la administración de los penales, que va desde el guarda de más bajo nivel hasta el propio director de la prisión.

Si piensan llevarse los 2,000 mil presos más peligrosos a una isla, evitará eso que tengan acceso a todo lo que los mismos directores y vigilantes permiten en la actualidad?

Los materiales ilegales no entran volando, lo hacen por las mismísimas puertas que los vigilantes supuestamente vigilan, esa es la realidad.

Ante la ubicación del real problema me pregunto: ¿por qué no hacer lo mismo que en los aeropuertos?

Ahí no entra ni sale nada prohibido; cámaras, “scaners”, rayos x, registro personal, etc. tienen todo a raya.

Quiten a esos guardas, cambien el sistema y hagan lo mismo que en los aeropuertos y el problema estará en gran parte solucionado.

En un comentario reciente mencioné que en el mundo ya no hay islas-prisiones.

Alcatraz en los Estados Unidos, Isla de Pinos en Cuba, la Isla del Diablo en Guayanas y San Lucas en Costa Rica, todas fueron cerradas hace tiempo, simplemente porque ese sistema no es nada práctico y su mantenimiento es demasiado caro.

La cárcel de las Islas del Cisne es un elefante blanco destinado a distraer la atención del público y -quizá- a generar negocios para algunas personas.

La frase de Maquiavelo “piensa mal y acertarás” es generalmente cierta.

Corrección: En realidad SÍ existe una Isla-prisión, la más grande del mundo, con más de 11 millones de prisioneros. ¿Cómo se llama? Desde luego que la isla de Cuba, el país tan admirado por algunos.

[email protected]

Más de Columnistas
Lo Más Visto