Los rehenes de Washington

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6 de febrero de 2024
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12:10 am
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Los rehenes de Washington

Oscar Estrada

El verano pasado, Washington lanzó la alerta de que el dinero destinado ha apoyar la guerra en Ucrania estaba a punto de terminar. De inmediato el sector radical del Partido Republicano, liderado por Donald Trump, advirtieron que no apoyarían más fondos para una guerra que no apoyaban. No es secreto que Trump y su esfera respaldan, de manera a veces no tan encubierta, el proyecto político de Putin. En octubre Israel se vio bajo ataque por parte de Hamas e inició la guerra en Gaza. Buscando anular el veto de los republicanos, Biden, que no ha abandonado su interés en Ucrania y ve en el destino de aquella guerra un punto crucial para su legado, unió ambas guerras en una sola propuesta. Por unas semanas los republicanos parecían encontrarse en una encrucijada, pues la base de su partido, muy religiosa, apoya a Israel. Cerrar el flujo de dinero para ucrania significaba cerrarlo también para Jerusalén. Surgió entonces el tema de la crisis en la frontera sur.

Durante décadas, el Partido Republicano ha mantenido una postura dura contra la migración irregular. Los demócratas en cambio, han buscado una política menos severa y han intentado, varias veces, llegar a acuerdos para una reforma. Durante el gobierno de Donald Trump la política migratoria de EEUU se endureció y más aún después de la pandemia. Si bien la migración irregular nunca se detuvo, se hizo muy difícil aplicar al Parole humanitario, se redujo la cantidad de refugiados y aumentaron, de manera sustancial, las deportaciones, que venían a la alza incluso desde el gobierno de Obama. Biden revirtió muchas de esas políticas.

Los republicanos de Washington entonces juntaron los tres problemas. Dijeron, no apoyaremos ningún desembolso para Ucrania ni Israel, mientras no se atienda la crisis en la frontera y pusieron una serie de exigencias sobre la mesa que, en la práctica, retornaba, en temas migratorios, a los tiempos de Trump. Exigieron restricciones en el asilo, la reanudación de la construcción del muro fronterizo y la aplicación de los Protocolos de Protección al Migrante (conocidos como “Quédate en México” o MPP), una política introducida por el expresidente Donald Trump.

Lo que esperaban era que el gobierno de Biden dijera que no. Y entrar en un debate que desgastara la imagen del gobierno de cara a las elecciones de este 2024, mientras, de paso, se debilitaba la posibilidad de respuesta de Ucrania en la guerra, un favor que Putin seguramente recompensaría luego. Si solo esos dos temas hubieran estado en la mesa, todo se hubiera cerrado de inmediato. Pero urgía atender el asunto de Israel.

Pero Biden dijo que sí, que estaba dispuesto a negociar, yendo incluso en contra de la tradición demócrata de buscar una reforma migratoria favorable para los 11 millones de migrantes que, según sus datos, habitan los EEUU. La respuesta de Biden sorprendió a todos, incluso al interior de su partido.

En diciembre comenzó la negociación. Altos oficiales del ejecutivo se sentaron con senadores de ambos partidos para buscar una salida a la crisis. Algo inusual en la última década. El presidente Biden anunció en enero un proyecto de ley bipartidista que, en sus palabras, sería “el conjunto de reformas más duras y justas” para garantizar la seguridad de la frontera. Como era de esperar, la propuesta recibió rechazo de ambos partidos. Los republicanos señalaban que no era lo suficiente dura, lo demócratas lo contrario. Pero la negociación se mantuvo. Todo parecía ir bien. Se iba a lograr la reforma migratoria, los fondos para Ucrania e Israel.

Pero entonces apareció Trump y paró la negociación.

Donal Trump y una buena parte del Partido Republicano está haciendo campaña sobre la crisis migratoria en la frontera sur. Levantando los temores de los sectores más conservadores, susceptibles a la retórica que califica a los migrantes como peligrosos invasores. Ellos no quieren que haya una solución en este año, quieren que la crisis se sostenga para poder culpar a Biden de ella y decir, que con Trump, todo eso se terminará mágicamente.

La propuesta será sometida a votación en el Senado esta semana. Johnson, el vocero de la Cámara Baja, ha anunciado ya que el proyecto no pasará en el Congreso y para evitar reacciones de su base propone una propuesta exclusiva para ayudar a Israel. Biden alerta que sobre ellos caerá entonces la responsabilidad de no atender ninguna de las crisis, pues si no pasa la ayuda a Ucrania, no pasará la de la frontera sur y si estas no prosperan Israel también deberá pagar los platos rotos.

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