Mando y mandaderos

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9 de febrero de 2024
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12:03 am
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Mando y mandaderos

Por: German Edgardo Leitzelar Hernández*

Desde que tengo uso de razón he escuchado las maravillosas ideas que salvarían al país, también recuerdo las campañas cada vez más sucias, siempre llenas de ataques destructivos pero vacías de propuestas constructivas.

Es evidente que los gobiernos civiles están llenos de panfletos que tan solo son ocurrencias para mal interpretar a su conveniencia la palabra democracia. Al final ninguno hasta ahora, ha tenido como prioridad alcanzar un desarrollo que sea inclusivo y que vaya dirigido a las mayorías. El dizque liderazgo que hemos tenido, salvo algunas honrosas pero desperdiciadas excepciones no cuajan porque las decisiones no dependen del líder, sino de quienes manejan los hilos desde las sombras.

Y como para variar, el discurso y protagonista cambia, pero el trasfondo es siempre el mismo. Los efectos son palpables inmediatamente, falta de coherencia en los planes gubernamentales, incompetencia para gestionar crisis, incapacidad para comunicarse efectivamente con los ciudadanos, a menos que, como decimos en Honduras se nos dé atol con el dedo. Por esto, con el tiempo, la sociedad ha perdido la confianza en los gobernantes, pues cada vez se va socavando aún más la escasa legitimidad que tanto cuesta ganarse, porque aparentemente todo lo que representan los cargos públicos son más bien una carga pública.

Actualmente nos llevan en mil direcciones, aparecen vagos planteamientos que indican la necesidad de negociar, separan a la titular de la presidencia por medio de grupos que mantiene las posiciones como rehenes, suponen replantear negociaciones con los diputados de la oposición, el partido de donde nació el partido que se volvió oficialismo asume una posición de reconciliación, se continua imponiendo un fiscal interino, se retoman sesiones y ni siquiera se aprueba la gestión de la comisión, se estira el nombramiento del sustituto pendiente en el Tribunal Superior de Cuentas, se asoman reformas electorales que permitan integrar un Consejo Nacional Electoral que obedezca los intereses de un grupo, se trastocan símbolos patrios, se paraliza la función legislativa, se trata de controlar Estado Mayor Conjunto para no perder todo en el último segundo, se anuncian expropiaciones, se retoma la ley de justicia tributaria, todo esto con mecánicas que se van imponiendo de forma cada vez más evidente, y se anuncian candidaturas presidenciales a destiempo que vienen a adornar un escenario distractor de todo lo que ocurre en el trasfondo de las agendas claras u oscuras, según cada quien las vea.

El final el obstáculo esencial es la total desconfianza que se apropia cada vez más fuertemente de la mente de toda la nación, las mentiras cada vez más descaradas, el descontrol de la coherencia de las bancadas, el silencio incómodo de la sociedad, el éxodo cada vez mayor de profesiones, oficios, obreros, que solo contribuyen a una crisis de funcionamiento hasta en lo más mínimo, la falta de respaldo en general, desde comunidad internacional, hasta la iglesia, desconfianza popular, colectivos que secuestran ministerios y sus administraciones, y además la brusca manera de amenazarnos a todos con posturas que tan solo eliminan cualquier opción de llegar a tener acuerdos.

Así pues, mandar es: 1. Dicho superior, ordenar al súbdito; 2. Imponer preceptos; 3. Enviar o remitir algo; 4. Dictar, decretar, determinar, establecer; 5. Manifestar la voluntad de que se haga algo, ordenar, disponer. Están los dispuestos a cumplir los mandatos o deseos, estos son los bien mandados y palabras derivadas de “mandar” como ser, mandato, mandamiento, mandatario, mandamás y mandadero.

De estos últimos son muchos que junto a los “mandadores” actuales que recuerdan más a los administradores de fincas bananeras descritos en Prisión Verde, en donde el que mandaba tenía palabra santa y sin espacio para contradecirlos. Actualmente ese mandato se deteriora por la atomización de fuerzas política, incapacidad de dialogo, falta de carisma y en resumen la mala fisonomía de la política actual.

Los mandadores parecen ser perfectos autócratas, pero la permanente exposición a la corrupción terminó por corromper de manera básica el entendimiento de los conceptos básicos paras apropiarse de negocios que benefician a los de la argolla, tal y como fue antes de hoy y en el lejano antaño.

Estos mandadores y sus mandaderos son un resumen de los que representa todo lo que es contrario a lo que debería ser una democracia participativa. La posibilidad de tener líderes que piensen en lo inmediato, sus consecuencias directas y los efectos a largo plazo es casi nula, un líder así se llamaría estadista, pero no los hay y los que pudieran serlo no son escuchados o son relegados a segundos planos. Necesitamos personas que comprendan y respeten el funcionamiento institucional en lugar de que lo manejen y manipulen.

Requerimos de alguien que construya dialogo, entendimiento, respeto y sea una figura que evoque lo moral y ético, lo justo y correcto, alguien que rescate la esperanza que nuestro pueblo ha perdido.

Estamos en manos de mayoría de mandadores y mandaderos, títeres y remedos, de lo que debería ser seres con capacidades adecuadas para dirigir. Como pueblo nos toca identificar quiénes son los mejores ejemplos de vocación y capacidad de servir a la nación, necesitamos una mayor participación política y una estrecha vigilancia de las acciones de los funcionarios públicos para evitar que abusen del mandato otorgado por el pueblo.

“POR UN MANDATO DEL PUEBLO QUE SE RESPETE”

*Abogado laboralista independiente

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