Cosas que no enseñan en la escuela: Salud e higiene bucodental

ZV
/
11 de febrero de 2024
/
12:02 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
Cosas que no enseñan en la escuela: Salud e higiene bucodental

Por: Tomás Monge*

Todos los niños ochenteros y noventeros que estudiamos en instituciones públicas, recordamos perfectamente las constantes campañas en donde nos enseñaban cómo cepillarnos los dientes correctamente y nos regalaban un cepillo, una pasta y unas pastillitas masticables de color rojo, para comprobar la eficiencia del cepillado. Ciertamente, eran tiempos en los que el Sistema Educativo Nacional aún era dirigido por los profesores más destacados, más profesionales y mejor preparados de todo el país; y no por los más politiqueros y serviles de cada gobierno.

En este sentido, aclaro que no soy especialista de la odontología ni de ninguna de sus ramas; sino que mi objetivo principal como experto en educación es crear conciencia acerca de la importancia de incluir una formación académica más amplia y menos empírica en esta área del conocimiento a lo largo de la escolaridad de nuestros niños y jóvenes; para que sepan mantener su salud e higiene bucal integral en óptimas condiciones, no solamente a través de sus conocimientos, sino especialmente al reconocer la importancia de los profesionales de la odontología, y buscar más frecuentemente su asesoría, en lugar de hacerlo hasta que ya tengan varios padecimientos y les sea más difícil habituarse a un estilo de vida limpio y sano.

Para esto, el sistema escolar de nuestro país debería incluir más espacios en los que, progresivamente, y de acuerdo a la edad y nivel cognitivo de los estudiantes; se les guíe desde los conceptos más básicos, como el número y tipos de piezas dentales que tenemos, las técnicas de cepillado y las actividades complementarias de limpieza bucal; hasta llegar a temáticas más complejas, como aprender sobre tejidos bucales, padecimientos comunes, enfermedades severas y demás repercusiones de una higiene bucodental pobre en el funcionamiento saludable de los demás sistemas de nuestro cuerpo.

Dicho de otro modo, nuestros niños y jóvenes podrían crecer aprendiendo, que elegir un buen cepillo dental es crucial para limpiar sus dientes sin dañar el esmalte; manteniendo una excelente técnica de cepillado y haciéndolo al menos dos o tres veces al día. Además, conocerían las consecuencias de la calcificación de la placa bacteriana (fina capa formada por cientos de especies de bacterias y restos alimentarios); y las repercusiones graves que los malos hábitos de higiene causan, no solamente en nuestra salud bucodental, sino también en nuestro sistema digestivo, circulatorio y nervioso.

Naturalmente, esto no quiere decir que todos debamos volvernos expertos en odontología; ya que el campo de estudio es inmensamente amplio y vasto. No obstante, entre más conceptos generales se nos enseñen durante nuestra escolaridad; más se despertará nuestra curiosidad acerca de dichos temas y más podremos desarrollar nuestra capacidad investigativa para profundizar en los temas específicos que más despierten nuestro interés.

Por ejemplo, cada vez hay más evidencias concluyentes en muchos artículos científicos sobre las posibles conexiones entre la pobre higiene bucodental y las enfermedades neurodegenerativas crónicas como el Alzhéimer y la demencia; específicamente debido a los estragos que las bacterias pueden causar si dejamos que se acumulen alrededor de los dientes, que inflamen nuestras encías (gingivitis), e incluso que las infecten, que dañen los tejidos blandos (periodontitis) y destruyan el hueso en el que se apoyan los dientes; pudiendo pasar al torrente sanguíneo, hasta llegar a la membrana que regula el paso de moléculas al tejido cerebral y dañarlo.

Por lo tanto, si usted supiera que los cepillos de cerdas durísimas y la fuerza excesiva que aplicamos al cepillarnos causan erosión en nuestras piezas dentales y le dan una “entrada fácil” a las bacterias; ¿no compraría uno más suave y aplicaría menos fuerza al cepillarse, para mantener su esmalte intacto? Además, si supiera que las piezas mal cepilladas acumulan placa bacteriana, que luego se convierte en sarro y pone en riesgo su salud; ¿no se esmeraría por cepillar la cara frontal y posterior de todas sus piezas superiores e inferiores, al menos dos o tres veces diarias, asegurándose que todas quedan limpias (o “lisas”)?

Asimismo, si le dicen que aun cuando usted cepilla todas sus piezas perfectamente, esto solo representa un 65% de la superficie dental; y que el otro 35% es interdental, ¿no invertiría en hilo dental o cepillos interdentales, para asegurarse cada día, al menos antes de dormir, de limpiar ese 35% de superficie restante e incluso usar enjuague bucal al final?

Por último, si usted sabe que una higiene bucal impecable mejorará radicalmente la salud de su tracto digestivo, el funcionamiento de sus órganos responsables de la oxigenación y circulación sanguínea y la calidad de sus comunicaciones interneuronales y nerviosas; ¿no valoraría más a todos los especialistas y subespecialistas de la odontología y los visitaría al menos una o dos veces al año, para mantener una salud e higiene bucodental impecable? ¡Imagínese si todo esto se lo enseñáramos a nuestros niños y jóvenes en las instituciones educativas!

*Consultor Educativo y Catedrático UPNFM.

Más de Columnistas
Lo Más Visto