¿CON QUÉ LUCES?

MA
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21 de febrero de 2024
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12:50 am
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¿CON QUÉ LUCES?

HE leído por ahí este pensamiento: –escribe el buen amigo compañero de la constituyente– “No juzgues a las personas por sus palabras, sino por sus hechos”. “El editorialista de LA TRIBUNA le ha dedicado el espacio más importante de su diario a un animalito callejero que, gracias a su mención en el periódico más importante del país, como lo es Diario LA TRIBUNA, pasó de una completa desconocida e ignorada, a ser famosa y apreciada, por gran parte de la colectividad”. “Su nombre, “La Catreca”, así bautizada por su dificultad para caminar; aquella mención le cambió su vida”. “Le daban de comer en la policía, en donde algunas veces pernoctaba, se aparecía por el banco y se paseaba por toda la ciudad y no causaba repugnancia, como cuando tenía todo su cuerpo cubierto de sarna y pulgas y su estado moribundo por el hambre”.

“¡Qué sensibilidad! –prosigue el mensaje– ¡Qué gesto tan humano!”. “Acciones como estas son las que definen a las personas y marcan la diferencia”. “Dedicarle su tiempo y su espacio a una perrita callejera, que bien pudo ser un niño de los muchos que deambulan por estas calles de Dios, mendigando un mendrugo de pan”. “Cuando le escribo para comunicarle de la muerte de mi Catreca, exclama, de lo profundo de su corazón: “Ay, qué pena”. ¡Qué calidad humana encierra esa personalidad!”. “Ese es su verdadero retrato, y no otro”. “Ni con calumnias, ni con señalamientos inventados y alejados de toda verdad, podrán desfigurar esa imagen que se ha ganado a pulso con sus ejecutorias que allí están plasmadas para la eternidad”. “Mirar con luces altas no es muy común entre nosotros”. “En memoria de mi Catreca, aprovecharé esta ocasión para resaltar la preocupación del editorialista, reflejada en varios de sus escritos, con relación a los procesos electorales”. “¿Acaso ya se nos olvidó la fraudulenta emisión de aquellas grandes cantidades de tarjetas de identidad emitidas y entregadas directamente a los activistas políticos que repartían entre sus correligionarios y las sobrantes, pertenecientes a los adversarios, aparecían esparcidas en puntos determinados de esta u otra carretera?”. “¿Quieren volver a ese estado de cosas?”. “El que así piense y lo desee es un mal hondureño”. “El proceso electoral recién pasado fue limpio y correcto”. “Se hicieron los correctivos necesarios que condujeron a unos resultados aceptados por todos, por ser el reflejo de las urnas”. “¿Y cómo se logra esto? Con profesionales capaces, serios y honestos”. “Con los mismos políticos de antaño, dirigiendo el proceso electoral, con seguridad, lo afirmo, estuviésemos enfrascados en tremendas controversias”. “Si los resultados son los deseados, acorde a lo anhelado, como buenos patriotas, ¿por qué entonces pretender remover a sus autores?”. “No hay razón alguna para ello”. “No hay que puyar el macho con vara corta, conociendo de antemano sus consecuencias”. ¿Quién con una luz se pierde?

(Antes que el diablo lo sepa –entra el Sisimite– valorar la conceptuosa ponderación del buen amigo. Sin duda un corazón bondadoso –la historia del editorial, del amigo que rescata a un animalito de la calle– a nadie regatea desprendimiento. -Te conté –interviene Winston– si mal no recuerdo, que en mi colonia varios de los chuchitos que me encuentro en el paseo matutino y vespertino, fueron animalitos de la calle rescatados por sus amos. Conmovedor el agradecimiento que muestran por todos los cuidados que reciben, perceptibles en sus gestos, su lenguaje corporal, movimiento del cuerpo, de la cola y de la cabeza, ya que –has de saber, si no nacimos con el don de la palabra, solo yo me las ingenio para que podamos platicar– nosotros hablamos con la mirada. –¿Y por qué habrá sido –pregunta el Sisimite– que a los animales no les dieron el don de la palabra? -Me imagino –responde Winston– por el sentido del olfato y los demás sentidos más acuciosos que tenemos, capaz de percibir la banalidad, la deslealtad y la hipocresía en las personas. Más notorio aún si se trata de políticos. ¿Te imaginas –sin ánimo de ser chismosos– qué no diríamos si pudiésemos hablar? -Cambiando de tema –interrumpe el Sisimite– ¿y vos crees que esos que riegan desconfianza a chorros al entorno, es que no ven el daño que hacen, porque andan con las luces bajas? -En todo caso –responde Winston– sería que andan con las luces apagadas).

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