De Morazán a Marx

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26 de febrero de 2024
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12:04 am
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De Morazán a Marx

Por: Otto Martín Wolf

Mientras Nicolás Maduro, dictador venezolano con más de diez años en el poder, se prepara para “ganar” las próximas elecciones, empleando todos los trucos para impedir que sus opositores tengan un candidato, pues en elecciones libres sabe que no le iría muy bien.

Mientras el mundo democrático protesta la argucia legal por medio de la cual fue inhabilitada para participar en las próximas elecciones María Corina Machado, la favorita del pueblo venezolano.

Mientras centenares de miles de personas abandonan su país debido a esa dictadura, la falta de oportunidades y esperanza en el futuro. (Hasta el momento van 8 millones de seres humanos, la cuenta sigue y suma diariamente).

Mientras esa gente pasa por nuestro territorio y nosotros vemos el sufrimiento y la desesperación de padres e hijos que caminan miles de kilómetros enfrentando toda clase de peligros en busca de libertad.

Mientras todo eso sucede, las autoridades nacionales deciden otorgar al dictador venezolano la que era -hasta ese momento- la máxima condecoración de nuestra nación: La Orden de Morazán en el grado de Gran Cruz Placa de Oro.

Pero el hombre decidió no venir a Honduras a recoger su gran premio, quizá por temor a terminar su viaje en la Fiscalía del Distrito Manhattan Sur, New York, donde desde hace tiempo quieren hablar con él.

O, a lo mejor por qué; parafraseando al gran comediante Groucho Marx cuando fue propuesto para ser miembro de cierto club social y rechazó la invitación a la que contestó: “no puedo pertenecer a un club donde aceptan gente como yo”.

Quizá para Maduro el premio otorgado por Honduras no tiene valor ya que “si se lo dan a gente como él…”.

Los premios no sólo prestigian a quienes lo reciben, muchas veces el propio premio se desprestigia a sí mismo, dependiendo de a quién y por qué motivos reales le haya sido otorgado.

Entregar el Nobel de la Paz al expresidente Obama, que tuvo a su país en diferentes guerras durante 8 años, no fue algo bueno para la institución.

También algunos Nobel de Literatura no han sido merecidos, desprestigiando al premio y no necesariamente a su receptor.

En el mundo de la farándula los premios Oscar a veces escogen a los ganadores por negocio y no por la calidad del trabajo que supuestamente están premiando.

Ni la Orden de Morazán – ni mucho menos Honduras- ganaron nada con esa acción, por el contrario, abarató el premio y puso a nuestro país a la par de la dictadura venezolana.

Hacerle eso a la máxima condecoración de Honduras, entregarlo a un dictador cuando el país entero está tratando de preservar la democracia, ¿será una señal de lo que en el fondo se busca aquí?

Por otra parte, ¿cómo lo tomará en el futuro alguien que verdaderamente merezca el reconocimiento de Honduras si se le pone a la par del dictador venezolano?

¿Supongamos que decidieran otorgarle a una persona de la categoría moral del expresidente uruguayo José Mujica, de verdad creen que lo aceptaría?

Más bien pienso que lo podría tomar como una ofensa, por aquello de “dime con quién andas y te diré quién eres”.

Desgraciadamente alguien en los altos mandos de nuestro país ha decidido buscar alianzas con la escoria de los gobiernos del mundo.

Rusia, donde el presidente envenena a sus opositores o los mata de “muertes de origen desconocido” en las frías prisiones políticas, ¿qué clase de compañía es esa? Cuba ni se diga, Venezuela, Irán, Nicaragua, ¿es eso lo que queremos?

“Dime con quién andas y te diré tus intenciones”.

Si queremos un socialismo de verdad, ¿por qué no nos hacemos amigos de Noruega o Suecia?

Esas dos naciones, entre muchas otras, son ejemplo de socialismo y democracia, donde el pueblo disfruta de libertad y de un gran nivel de vida.

¿Por qué no buscamos alianzas con países y gobernantes de países que valgan la pena?

¿Qué tenemos que aprender de Cuba o Venezuela, a vivir mejor?

¿Hay algo en su nivel de vida que de verdad merezca ser copiado?

¡Digan qué, por favor!

¿Qué es lo que andan buscando?

¿No tenemos suficiente con nuestros propios políticos corruptos?

¿Podemos aprender de ellos algo que de verdad merezca ser copiado?

No estoy hablando de cómo crear gobiernos eternos apoyados en policías secretas, libretas de racionamiento y toda clase de represión.

¿Qué de bueno podemos aprender de naciones agobiadas y explotadas por una clase dictatorial desde hace años?

¿Qué de bueno tienen que ofrecer a nuestro pueblo?

¿No es suficiente con los miles de compatriotas que salen de Honduras buscando oportunidades? ¿Queremos que se vayan también buscando libertad?

Alta es la noche y Morazán se revuelve en su tumba.

[email protected]

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