Las olas que vienen desde Nueva York

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27 de febrero de 2024
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12:39 am
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Las olas que vienen desde Nueva York

Rafael Delgado

Haber aceptado dinero del narcotráfico o haber lavado activos provenientes de esa actividad va más allá de ser un irrespeto a la legalidad del país. Sus implicaciones y efectos son muy profundos y reprochables como para considerarlo otro delito más o para tolerar las absurdas justificaciones de las que se atreven a lanzar los señalados. En términos reales, la narcopolítica ha terminado envolviendo al país entero en un proceso de deterioro fatal. Tomar dinero directa o indirectamente de narcotraficantes y de sus actividades conexas es haber aceptado recursos manchados de sangre e impregnados del dolor de muchos seres humanos incluidos los de hondureños; financiar las campañas políticas con esos recursos es haber lanzado al país a una espiral de muerte y de control ascendente de las instituciones bajos los designios del crimen organizado.

Esas excusas absurdas que solamente fue una foto; que se aceptó dinero ya que creía era limpio; que jamás el dinero sucio comprometió las decisiones tomadas ya después de electo, impactan como descaradas mentiras al pueblo hondureño. Pero ya que la institucionalidad está controlada, esos argumentos que se atreven a dar los involucrados resuenan en el ambiente sin mayores consecuencias ni judiciales ni políticas. Por ello todavía hay muchos involucrados hasta el pescuezo en el narcotráfico y en el lavado que todavía gozan de respaldo político institucional para presentarse aún como líderes de sus partidos políticos. Otros siguen gozando de inmunidad y siguen seguros que todo terminará en un escándalo y nada más. Son en efecto síntomas muy graves sobre la situación actual del país.

Los hondureños sabemos de la narcopolítica desde hace muchos años. Y no de manera superficial, sino con tanta precisión que los nombres y apellidos de los involucrados es de amplio conocimiento. Por ello lo que ahora se ventila en el juicio de JOH y se ha ventilado en juicios anteriores no es nuevo. Solamente nos ha recordado esa cercanía y esa colaboración que surgió desde varios ángulos para penetrar a los partidos políticos y a muchos de sus líderes y que sigue allí sin que ninguna institución política haya hecho algo para sanearla. Por ello, esos señalamientos puntuales que han caído además sobre Pepe Lobo, Mel Zelaya y sobre sus familiares deben aclararse. Ya no son solamente ellos que nos deben una respuesta, sino la institucionalidad nacionalidad, si es que algo queda todavía, es la que debe actuar para hacer lo que la ley determina para estos casos.

Fatalmente, por ello la gravedad del asunto, con la narcopolítica se afianzó el fraude electoral y la corrupción pública. Las revelaciones desde Nueva York vienen a confirmar por enésima vez lo sucio que se han convertido los procesos electorales; que en vez de ser eventos cívicos se han convertido en una descarada manipulación sistemática de la voluntad popular con el visto bueno de los más altos líderes. Lo que se revela en la corte de Nueva York confirma que el que gana en muchos lugares del país es el que compra la mesa. De esa forma han ascendido muchos supuestos líderes políticos.

Bajo esas condiciones de descomposición está claro que para la corrupción institucionalizada hay un ambiente perfecto. Recientemente el político Marvin Ponce lanzó ciertas aseveraciones que nuevamente vienen a ilustrar lo anterior. El esquema de las asociaciones público-privada con una fachada de legalidad se convirtió en el instrumento para asaltar los recursos del país. Lo que el gobierno de turno creó fue denunciado a tiempo y se señaló desde diferentes gremios del país que en un ambiente de corrupción dichos contratos que entregaban los recursos del país, se convertirían en fabulosos negocios para los mejor conectados con el poder económico y político. Pero eso no se escuchó ni tampoco convenía escuchar.

Como se ha dicho desde la plática informal de mesa hasta en los más sesudos foros, este juicio pone en el banquillo a todo un sistema político controlado por el narcotráfico para el logro de sus propios fines y nos concede una nueva oportunidad para que toda una nación se levante indignada para limpiar la podredumbre que tanto daño nos ha ocasionado.

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