¿GUINDO ABAJO?

ZV
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29 de febrero de 2024
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12:35 am
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¿GUINDO ABAJO?

ME gustó mucho –mensaje del amigo analista– el “entrelíneas” del Berrinche”. “Ese es el amigo editorialista que conocemos: sarcasmo fino”. “Lástima que no serán muchos los que recogerán la riqueza escondida”. Una vieja amiga: “Siempre me han gustado las citas que en pocas palabras enseñan tanto”. “También los refranes, que en palabras coloquiales dan lecciones”. La amiga empresaria: “Bonita forma de enseñar a través de sus editoriales”. “Nunca es tarde para aprender” –se dice– y hoy aprendimos una nueva palabra y su significado, “calistenia”. Mensaje de otra lectora: Qué bonito está esto: (La amiga exmagistrada manda una postalita: “¿Sabés por qué Dios no les dio el habla a los perros? -Para enseñarnos que la fidelidad, el amor y la lealtad se demuestran con acciones no con palabras”. Otra contribución: “Desafortunadamente hoy en día no se respeta a la gente que ladra para prevenir o entablar una plática, pues saben que no hará nada”. “Hoy la gente entiende solo mordiéndolas pues han perdido sus oídos al buen diálogo y a la conversación constructiva”.

Alusivo a la conversación de cierre: (-¿Nunca se te ocurrió –interviene Winston– que “decir suele ser señal de no hacer, como ladrar, lo es de no morder”? -Lo que nos lleva a esto otro –le contesta el Sisimite– ¿cuál es la creencia detrás de ese dicho, “perro que ladra no muerde”? -Según escuché de mis parientes –ilustra Winston– data de siglos atrás, de perros que pastoreaban ovejas. Ladraban bastante –para encaminar el rebaño de un lado al otro y evitar que se dispersaran– pero no mordían. -Hoy –replica el Sisimite– fue acoplado para gente enojada que aparte del berrinche y del ruido que hace no es peligrosa ya que se sabe que no cumplirá sus amenazas). Mensaje de otro buen amigo: “De hecho, El Picacho tiene fallas geológicas en adición al problema del tipo de suelo: el barro se hincha cuando llueve”. Alusivo a esta otra conversación: (No solo afuera –entra el Sisimite– es el berrinche. -Buena reflexión –responde Winston– si hasta tenemos un cerro que se llama “El Berrinche”. Y hablando de políticos, ¿no es que aquí las cosas se paralizan por culpa del berrinche de los políticos? -Ese cerro que mencionás –ilustra el Sisimite– hace honor a su nombre, ya que aparte de berrinche, aporta ya varios derrumbes. No hay desconocimiento de la fragilidad de ese montón de zonas vulnerables de la ciudad, pese a ello, poco se hace por remediar el alto riesgo. -¿O sea –ironiza Winston– que uno de estos días nos cae encima El Picacho? Si es que, con los incendios que no tardan en aparecer, no se quema primero. Y vos que vivís allá arriba tené cuidado, ni lo quiera la Virgen vayas a venirte rodando, entre el tumulto de piedras, de uno de esos despeñaderos).

(Decime –entra el Sisimite– ¿cómo se te antoja pensar siquiera que me voy a venir soterrado, guindo abajo, como alud, entre un montón de piedras. -Yo más bien –suspira Winston– manifesté el deseo que no vaya a ocurrir un desprendimiento, igual que aquí velamos por la integridad y su confiabilidad, cuidando que no vayan a desplomarse las próximas elecciones. -A propósito de derrumbaderos, vea a los políticos –a riesgo de desmoronar el proceso comicial– no les vaya a dar por meter las manos en el órgano electoral que –gracias al equilibrio, relativa independencia y confiabilidad– condujo elecciones ejemplares; como en el ente registral –que si bien tiene una función electoral hasta el punto que se vota con tarjetas de identidad– se trata de un órgano de seguridad del Estado, encargado –eso reza la ley– de dar “certeza, autenticidad y seguridad jurídica”. La base registral que allí se maneja es un asunto tan delicado –de seguridad nacional– que no debe correr peligro de ser manoseada por manudos, con las mismas mañas de antes).

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