Homenaje póstumo: A mi padre Miguel Jerónimo Barrios Gonzales

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24 de marzo de 2024
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12:04 am
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Homenaje póstumo: A mi padre Miguel Jerónimo Barrios Gonzales

Por: Dr. Horacio Ulises Barrios Solano

El martes 19 de marzo pasado nos celebraron el Día del Padre y con este escrito quiero honrar póstumamente la memoria del hombre que fue actor protagónico para que viniese al mundo, recordando también la fecha de su fallecimiento un 13 de febrero de 1987 que infortunadamente es el día de mi cumpleaños.

“De acuerdo a Freud, el padre “es el referente social, aquel que encarna la ley”. Si quieres conocer a alguien de verdad, pídele que comience a hablar de su padre, que te cuente lo que él le dijo y cómo lo trataba; las cosas que le enseñaba. Esto te dirá mucho sobre esa persona y por qué es como es. Y si es realmente auténtico y transparente, luchará para ocultar las lágrimas, ya sea porque amó y admiró a su padre o porque este lo hirió profundamente de alguna manera”.

Don Miguel Jerónimo era un indio de monimbó, no obstante, fue un “dandi” al vestir que llegó a Choluteca para quedarse, contrajo nupcias con la señorita María Antonia Solano una india chorotega procreando 4 vástagos: 1-Paula Fidelina, 2-Aida Orfilia, 3-Horacio Ulises y 4-Miguel Antonio siendo el que escribe el único que sobrevive.

Mi padre toda su vida practicó con todo profesionalismo el Arte Sartorial y su taller en Choluteca lo bautizó con el nombre de “La Tijera de Oro”, y a inicio la segunda mitad de los años 40 nos trasladó al Distrito Central cambiándole el nombre a su negocio en “Sastrería Americana” ubicada en la 1ª. calle, entre 4ª y 5ª avenida de Comayagüela pero, abandonó el sismómetro, la escuadra, tijeras y se separó de su elegante mesa de cortar; además de toda la ropa que él me había confeccionado me hizo 2 trajes antes de morir.

Él compró un camión Ford 600 en la HIASA en el aprendí a manejar y por más de tres años me convertí en chofer de carretera, sin embargo, hoy soy lo que soy por la Gracia de Dios y por el carácter férreo de mi padre que me obligó a continuar mis estudios secundarios lográndolo en el Instituto Departamental “José Cecilio del Valle” de Choluteca.

Asevero paladinamente que don Miguel cumplió a cabalidad segmentos de nuestro código moral que se leen: “Si el Gran Arquitecto del Universo te da un hijo, dale gracias, pero tiembla por el depósito que te confía porque en lo adelante, tú serás para ese niño la imagen de la divinidad. Haz que hasta los diez años te tema, hasta los veinte te ame y hasta la muerte te respete; hasta los diez años sé su maestro, hasta los veinte su padre y hasta la muerte su amigo”.

Capsulitas de anécdotas que compartí gozoso con mi padre en sus viajes de negocios:
1. Siendo un prepúbere y mi hermana Aida Orfilia una señorita (falleció el 22 de febrero de este año) don Miguel los domingos nos llevaba al cine Palace disfrutando del mayor privilegio: la virtud de tener un padre que cumple su rol y ha sido digno ejemplo de ser imitado.
2. Confieso que fui un teen years díscolo perdiendo inmisericordemente el único año que estuve en el Instituto Central, debido a ello mi padre casi me ingresa a la “Escuela Correccional de Menores Marcos Carías Reyes” pero, no lo hizo al ver que mi comportamiento dio un giro de 180º grados por los consejos de doña Toña mi madre y Dios hizo la obra.
3. “Honduras era el granero de Centro América” siempre acompañaba a mi padre en los viajes a la costa norte a comprar naranjas, plátanos y bananos mismos que eran trasladarlos a los mercados de San Salvador y ese viaje duraba 12 días y de regreso traíamos aguacates de Jucuapa o Chinameca, El Salvador para su venta en el mercado San Isidro de Comayagüela.
4. De la misma forma fletábamos de la zona de Namasigüe, San Jerónimo y El Triunfo maíz, sorgo, frijoles, ajonjolí a las bodegas de don Miguel Amaya y al “Piche” en San Miguel, El Salvador; ese viaje duraba 2 ½ días.
5. Una vez compró madera de color (cedro, caoba, laurel, granadillo) porque en El Salvador la pagaban muy bien, sin embargo, el vendedor de mala fe le cobró las medias vara de cada pieza, pero, allende al Goascorán no, significando una perdida, aunque, la perdida mayor fue al descomponerse el vehículo y quedarnos varados en San Miguel 20 días en plena feria agostina.
6. Comprábamos machimbre de pino en los aserraderos de Guaimaca el cual era vendido a buen precio en San Salvador, pero, era un poco complicado porque el proveedor hacía entrega de acuerdo a la colocación y pago adelantado del producto.

¡MI PADRE HASTA SU MUERTE FUE MI AMIGO!

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