Algo más que calles y puentes

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26 de marzo de 2024
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12:58 am
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Algo más que calles y puentes

Rafael Delgado

El reciente asesinato de un profesional sampedrano a manos de un desconocido en medio de un terrible congestionamiento y desorden vial muestra una faceta más de la condición psíquica de los ciudadanos en Honduras. Evidentemente no se trata de justificar el fatal hecho, que por cualquier punto de vista resulta reprochable. Sin embargo, está claro que las ciudades del país se ensanchan velozmente, creándose a su vez una urbanidad que viene acompañada de tantas dificultades que anulan los supuestos beneficios. Tegucigalpa, San Pedro Sula y otros centros urbanos del Valle de Sula son claros ejemplos de espacios que han evolucionado desde hace ya varios años a centros urbanos donde la movilización para los ciudadanos resulta cada vez más costosa, difícil y traumática.

Lo que ha faltado en los centros urbanos del país es una propuesta integral que construya sobre bases sólidas la movilidad del ciudadano. Dentro de esa propuesta debe de contemplarse la expansión de las vías de comunicación, es decir la obra física, que permita a través de más carriles, puentes, desvíos y retornos fluidez en el tráfico vehicular. Sin embargo, quedarse allí no sirve de mucho.

Las calles ampliadas y mejoradas se han convertido en un caos ante el desorden, la imprudencia y la arbitrariedad elevada a la n-potencia por todos los que circulan. El respeto a las reglas es la excepción y la actitud con la que se conducen muchos para llegar rápido y superar los congestionamientos es temeraria. Claramente que nadie se ha tomado la tarea de educar al conductor, ni al transeúnte ante un tráfico cada vez mayor, donde los peligros son cada vez más y los daños al medio ambiente son irreversibles. Nadie de los que deciden en este país, se ha tomado en serio la necesidad de implementar rigurosos controles y sanciones que formen la conducta del que circula ya sea en vehículo o a pie. Ninguno de los que están involucrados en el negocio de los vehículos, pese a las enormes ganancias, ha pensado seriamente en una propuesta de impacto para mejorar la conducta de sus clientes frente al timón.

Pero además de educación y de controles efectivos no existe una propuesta para construir un sistema de transporte masivo propio de las ciudades modernas y humanas. Está claro que con los escasos recursos públicos es muy difícil ir respondiendo a la demanda de infraestructura para hacer posible que todos los vehículos privados circulen. De ello han aprendido los países avanzados y por ello han dirigido los esfuerzos para crear alternativas. Han creado incentivos para que el ciudadano opte por el transporte público y disminuya el uso del vehículo privado.

Necesitamos entonces que un moderno sistema de transporte público manejado por empresas privadas que cubran distancias cortas dentro del área urbana, mediante rutas asignadas con criterios de cumplimiento estricto. Eso requiere transformar radicalmente los remedos de empresas y empresarios del transporte que existen. Aquí no se requiere ningún invento, si no más bien aprender de experiencias de otros países que movilizan dentro de la ciudad a los ciudadanos en buses eléctricos o ahorradores de combustible, dentro de rutas con paradas y tiempos debidamente señalados y respetados, con carriles asignados para la movilización masiva, con sistemas electrónicos de prepago. Solamente por esta vía se podrá quitar esa enorme presión que existe sobre los espacios públicos para circulación y estacionamiento.

Las grandes ciudades necesitan además los grandes proyectos de transporte interurbano, que movilicen a las decenas de miles de personas que concurren diariamente de las periferias a la ciudad. Los cálculos que se han hecho para San Pedro Sula indican alrededor de 350 mil vehículos que entran y salen diariamente. Por ello ya es tiempo de iniciar con los proyectos de trenes que aporten para que muchos de estas personas que se deben movilizar desde municipios aledaños a la ciudad, ante una opción segura y financiable, opten por dejar su carro o automóvil para otros propósitos. Estas son las cosas que hacen la diferencia entre los gobernantes que se ocupan de sus ciudadanos y los que se enredan en cuestiones para su propia sobrevivencia.

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