JOH y su legado

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26 de marzo de 2024
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12:53 am
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JOH y su legado

Carlos Medrano

No recapacitar y reflexionar sobre las consecuencias que ha dejado Juan Orlando Hernández, hoy recluido en una fría y sórdida cárcel en los Estados Unidos, es una insensatez descomunal, una imprudencia y un grave error estratégico.

La frase “voy a ser lo que tenga que hacer”, le salió caro al indómito descendiente del Indio Lempira, quien fue declarado culpable de actividades relacionadas con el narcotráfico, de haber incentivado la corrupción pública y ganado las elecciones generales de manera fraudulenta con la ayuda de los diferentes carteles que todavía operan en este país.

Las pocas cosas buenas que hizo en 12 años ya se han olvidado, la ingrata gente se ríe al ver tanto meme sobre el expresidente, hacen mofa de su participación en la Corte del Distrito Sur de Nueva York y gozan de la suerte del nacionalista encarcelado.

Se quedó solo don Juan Orlando, nadie de los que gritaban a pulmón batiente “Cuatro Años Más” ha salido en defensa del otrora todopoderoso Juan (como le llamaban sus amigos más cercanos), muchos ya escondieron el billete ganado legal e ilegalmente, otros no se dan por aludidos ante las denuncias de pertenecer a un narco partido y otros disfrutan de sus sustanciosos dividendos sin el remordimiento de lo que pasa en el país.

La triste realidad es que el juicio de JOH es una nueva vergüenza para el sistema judicial de este país, una vergüenza para una fiscalía que no “detectó” todo lo que estaba pasando desde los oscuros pasillos de Casa Presidencial que se hundía en la narcoactividad y la corrupción.

Llegar al poder, sacrificando tiempo y a la familia y terminar, así como JOH, es mejor no llegar nunca a la cima de una nación y ser un simple mortal sin necesidad de fama y fortuna.

JOH dejó un país destruido, con una institucionalidad vulnerable y débil, con una nación saqueada y endeudada sin importarle lo que nuevas generaciones deberán pagar para salir de esta pobreza asfixiante y despiadada que abarca a la mayoría del pueblo hondureño.

Todos los que gritaban y vociferaban con la mayor soberbia posible que el PN era el más grande, no de Honduras sino de Centroamérica, hoy están escondidos y clamando no ser mencionados en esos juicios en Nueva York, esperando que la marea baje y que pronto haya una “negociación” que les permita estar en la impunidad.

La lección de JOH debería ser tomada, asimilada y abrigada por todos los políticos de Honduras, el poder es para hacer amigos, para hacer cambios en beneficio del país, para trabajar buscando el bien común no el particular y para luchar en busca de un futuro con oportunidades para todos.

Hoy, al igual que ayer, vemos como la soberbia corona a muchos quienes ostentan el poder, se pasean con carros blindados alquilados derrochando y malgastando los recursos del Estado, tratan mal al personal, no saludan, no ven de frente a la gente y evitan saludar a quienes los llevaron al poder.

La historia, además de un registro del pasado, sirve para no cometer los errores del pretérito, sirve como retrato para no robar, no matar, no destruir y no meterse a negocios cuyas consecuencias las paga el país y no digamos la familia.

Al igual que lo dijimos en el reciente pasado, a JOH lo enloqueció el poder, se trastorno creyéndose él ser más importante del país, humilló a quienes no estaban con él, consideró enemigo a quien lo contradecía, no escuchó ningún consejo y creyó que el poder era eterno.

Hoy JOH no se cansa de jorobar a Honduras y quiere resurgir a través de su esposa, quien mejor debería agarrar lo que le queda e irse a Nicaragua, refugio de un montón de cobardes que han huido como ratas cuando el barco se está hundiendo.

Periodista

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