Incendios en La Tigra: ¡Ave María!

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27 de marzo de 2024
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Incendios en La Tigra: ¡Ave María!

Oscar Lanza Rosales

La zona de amortiguamiento del Parque Nacional La Tigra ha sido nuevamente afectada por los incendios forestales de verano, una triste repetición anual que continúa ante la indiferencia de las autoridades gubernamentales, las municipalidades circundantes, los grupos ambientalistas y la ciudadanía en general.

Los habitantes de la capital aún no hemos reconocido la magnitud de esta joya natural, el principal pulmón de nuestra ciudad y sus alrededores. La Tigra es vital para la recreación al aire libre, la conservación de la biodiversidad y, especialmente, como fuente de agua. Debe ser protegida y cuidada con el mismo celo que cuidamos nuestros propios ojos, para que podamos disfrutar de sus beneficios plenamente.

Desde el inicio de esta columna en 1986, he insistido en consulta con expertos calificados que la protección y cuidado de esta invaluable joya natural puede lograrse mediante una prevención temprana, comenzando por lo menos en noviembre de cada año. Esto implica la formación de brigadas adecuadas, compuestas por campesinos familiarizados con el bosque y capaces de manejar herramientas como machetes, hachas y rastrillos. Estas brigadas deberían estar preparadas para realizar rondas y combatir los incendios forestales de manera efectiva. Además, se deberían autorizar quemas controladas durante el año, fuera de la temporada de verano, para reducir la densa maleza y, por ende, el riesgo de incendios.

Discrepo en el uso de bomberos capacitados para incendios urbanos en la lucha contra incendios forestales. Los helicópteros y el agua también tienen su utilidad, especialmente para proteger viviendas cercanas a los focos de incendio, pero su eficacia en la extinción de incendios forestales es limitada. Tampoco estoy de acuerdo en involucrar a miembros de las Fuerzas Armadas en estas actividades sin la preparación adecuada.

Es imperativo que los actores clave responsables de la protección y cuidado de La Tigra actúen con la seriedad que el asunto requiere y cumplan con sus funciones de manera integral.

La Alcaldía Municipal del Distrito Central (AMDC) ha fracasado en comprender su papel, autorizando continuamente la construcción de viviendas y residenciales en áreas protegidas y zonas de amortiguamiento, sin respetar los requisitos necesarios para una reserva como La Tigra. Esto conduce a la deforestación y a una urbanización descontrolada que está llenando de concreto este tesoro natural. La AMDC está obligada, especialmente ahora que asume las funciones que anteriormente tenía el SANAA, a establecer regulaciones adecuadas para La Tigra y su zona de amortiguamiento, garantizando así su orden y continuidad en el beneficio que aporta a los capitalinos. Además, debe iniciarse el mantenimiento de las pequeñas represas dentro de La Tigra, las cuales se encuentran obstruidas por asolvamiento.

La AMDC también debería promover una colaboración entre todas las municipalidades vecinas de La Tigra, como Santa Lucía, Valle de Ángeles, Talanga y Cantarranas, para unir esfuerzos en su protección y cuidado, ya que todas se benefician de esta reserva.

Del gobierno actual, lamentablemente, no se pueden esperar muchas acciones, dado su histórico desinterés en temas ambientales, como lo demuestra su intento de construir una cárcel de máxima seguridad en Islas del Cisne y habitar Ciudad Mateo, acciones que violan las leyes ambientales y contribuyen a la contaminación de estas sagradas reservas naturales.

En cuanto a la Fundación Amigos de La Tigra (AMITIGRA), creo que ha perdido fuerza con el tiempo. Ni la AMDC ni el gobierno la han respaldado en su labor, y parece que incluso el sector privado la ha abandonado. Es esencial volver a los ideales originales de AMITIGRA como una entidad que aglutina esfuerzos municipales, gubernamentales y privados. Nosotros los fundadores, soñábamos con que todos los capitalinos fueran socios de AMITIGRA en conocimiento y economía, pero lamentablemente la hemos dejado sola, por diversas razones.

Para concluir, la protección y rescate de La Tigra son posibles mediante planes integrales y, de ser posible, permanentes, que reduzcan significativamente el riesgo de incendios forestales y protejan su valioso patrimonio natural y recursos hídricos. Esto implica establecer sistemas de monitoreo para detectar tempranamente actividades sospechosas o condiciones climáticas propicias para incendios forestales, así como capacitar brigadas adecuadas para la respuesta y restauración del ecosistema después de los incendios.

Solo a través de la colaboración entre las municipalidades, el gobierno central, las comunidades locales y una AMITIGRA fortalecida será posible llevar a cabo este esfuerzo conjunto de protección y conservación de esta importante reserva natural, tanto para beneficio de la capital y sus alrededores, como para la salud respiratoria de sus habitantes.

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