Los pavorosos incendios

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2 de abril de 2024
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12:37 am
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Los pavorosos incendios

Rafael Delgado Elvir

Para estas fechas se vuelve al mismo punto de los años anteriores y se podría escribir exactamente lo mismo sino fuera porque los problemas se presentan en dimensiones cada vez más dañinas. Las altas temperaturas, la poca agua y el incendio en la reserva forestal La Tigra son precisamente esos fenómenos recurrentes que el país no ha podido al menos reducir y controlar. El daño que esto produce es creciente y hasta cierto punto irreversible; la vida de todos los seres que habitan las zonas afectadas resulta más precaria y todo el entorno inmediato sufre. Esto ya no es una hipótesis como se alertaba hace treinta años. Es más bien algo ya constatado a través de las evidencias duras y palpables de la calidad de vida de los habitantes que ven como sus recursos van desapareciendo con los voraces incendios de cada año.

Como se ha manifestado reiteradamente el control de las manifestaciones más graves del calentamiento global es tarea de todos, guiados por autoridades locales y nacionales con gran capacidad para entender el problema e implementar acciones contundentes para ir aportando desde este rincón del mundo a frenar el proceso que ocurre a nivel planetario. Desde hace mucho tiempo sabemos que se trata de acciones muy puntuales a nivel de cada hogar y de cada empresa. Educados en las prácticas sanas de consumo de los hogares, en los procesos limpios de producción de las empresas, así como de la regulación efectiva y libre de corrupción por parte de las autoridades se pueden ejecutar diferentes acciones que multiplicadas por el ejercicio de millones de habitantes que ocupan este país, pueden silenciosamente hacer la diferencia entre la trayectoria suicida que seguimos en Honduras y una nueva ruta hacia el crecimiento sustentable.

El tráfico vehicular caótico y el excesivo consumo de combustibles a que obliga, la generación de energía eléctrica a base de combustibles, las emisiones de contaminantes desde la industria y la agricultura son tendencias que requieren su control. Las acciones que hasta ahora se han hecho se limitan a tímidos intentos que se ahogan rápidamente por la improvisación y en la descoordinación de los actores. Desde allí se generan los factores, los gases de efecto invernadero, que finalmente contribuyen al ascenso sustancial de las temperaturas. Si a eso le agregamos los perversos incentivos de hacer negocios rápidos con todo e incluso con las áreas de reserva forestal y de agua, se produce la chispa fatal que produce la vorágine de los incendios incontrolables que destruye a su paso todo ser vivo.

La educación de la población, e igualmente importante, la formación de las autoridades públicas, son fundamentales si se desea que los pavorosos incendios anuales que nos arrebatan la vida sean cada vez menos dañinos. Lo primero empieza desde las escuelas a través de la creación de contenidos relacionados con una vida congruente con el bosque y el medio ambiente; a través de contenidos pedagógicos para los niños y jóvenes que no se limiten a una clase, sino que los valores, temas y problemas se aborden desde diferentes puntos de vista en varias clases. Claramente unido a esto se impone la exigencia de educar a los educadores.

Lo segundo, la formación de las autoridades públicas, requiere del mejoramiento del sistema político-electoral, que al final premie la capacidad, así como la sensibilidad de los candidatos frente al problema que vivimos y castigue la ignorancia, la apatía y el oportunismo de los que se insertan en la política. Las instituciones públicas encargadas de la temática aquí abordada deben estar a cargo en sus diferentes niveles de profesionales, expertos y entendidos. Si se desea lograr esto, la acostumbrada práctica de enchambar según el parentesco, la lealtad prometida y el trabajo realizado en campaña debe desaparecer.

Finalmente, es indispensable que la empresa privada asuma su responsabilidad. Se entiende que ya existen empresas tanto nacionales como multinacionales que han asumido nominalmente el compromiso con la sustentabilidad. Pues definitivamente que es necesario pasar a los hechos contribuyendo de una manera coordinada a promover el cuidado del bosque y las áreas verdes de la ciudad, al respeto a la naturaleza, a la reforestación permanente.

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