El ferrocarril interoceánico depende más del interés geopolítico de los países poderosos

MA
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3 de abril de 2024
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02:35 am
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El ferrocarril interoceánico depende más del  interés geopolítico de los países poderosos

Carlos Urbizo.

El ferrocarril interoceánico es un proyecto a 15 años, por lo menos, que no resolverá la pobreza del país y cuya construcción no depende tanto de Honduras, porque no tiene los fondos, sino, de los inversionistas internacionales, que, tampoco, permitirán tener de socio al gobierno “porque es como meter a un loco a su casa”, consideró el economista Carlos Urbizo.

El experto financiero respondió a la presentación de las generalidades del proyecto, en un foro televisivo, de Héctor Zelaya, nombrado por su madre, la Presidenta, Xiomara Castro, para liderar la iniciativa, junto a los ministros de Ambiente, Infraestructura, Finanzas y Defensa, presentes, también, en el referido espacio televisivo, el lunes anterior.

Visiblemente emocionados, Zelaya y su equipo, al que llamó “Dream Team”, detallaron que preparan toda la legislación del proyecto, incluyendo los estudios de impacto ambiental y financiero. Estimaron en 20 mil millones de dólares el costo de la obra con participación extranjera, reservándole al Estado de Honduras el 51 por ciento de las acciones. La obra podría estar concluida en los tres gobiernos siguientes si cada uno hace su parte.

Una vez en operaciones, las dos costas hondureñas estarían unidas por medio de un ferrocarril entre los puertos de Amapala, en el Pacífico y Puerto Castilla, en el Atlántico y viceversa, cruzando el país por el departamento de Olancho, para que la mercadería pueda continuar a los mercados de Estados Unidos, Europa y Asia, creando, al mismo tiempo, polos de desarrollo a lo largo del corredor ferroviario.

En un contexto regional, según los proyectistas del gobierno, el objetivo es aprovechar el comercio mundial que Panamá no puede recibir o tarda en despachar hasta 10 días, en estos momentos, por la alta demanda del uso del canal, frente a las 12 horas que tardarían  si lo hacen por los puertos hondureños.

Además, Amapala y Puerto Castilla tienen las mejores profundidas con 28 y 35 metros, respectivamente, frente a sus competidores regionales, como los 14 del canal de Panamá, cada vez más seco por la falta de lluvia en su parte artificial o los 12 metros del recién inaugurado en México, que une los dos océanos entre los estados de Veracruz y Oaxaca.

Si todas estas condiciones se dan, agregan los ecargados oficiales, el país tendría una derrama económica considerable, tanto por el uso portuario, como por la actividad comercial, turística y productiva en las ciudades cercanas a la ruta del tren.

ILUSIONES Y REALIDAD

Frente a esta propuesta, Urbizo dijo que el proyecto “tiene pies y cabeza a largo plazo, tal vez, en 15 años y depende del interés geopolítico de los países poderosos porque Honduras por sí solo no lo podrá hacer”.

“El proyecto sigue teniendo esa idea desde Cabañas y considerando la situacion de panamá, eso lo da oportunidad a Honduras, pero, también lo puede tener Nicaragua y Mexico, a largo plazo a 15 años”, agregó.

Advirtió que “no es ninguna panacea, están haciendo creer que con eso ya se resolvió el problema de Honduras, eso está muy lejos de ser realidad, pero sí puede contruibuir a desarrollar el país”.

También dijo que el tema le sirve al gobierno “para crear ilusiones que no se van a llevar a cabo, en la magnitud que están hablando, hay que definir la ruta, que puede tardar un año, de manera que si se llevara a cabo es con otros inversionistas como Japón, China, Corea del Sur,  Estados Unidos y algunos países de Europa interesados por razones estratégicas y geopoliticas, pero eso es a largo plazo”.

En ese sentido, recomendó no desviar la atención, por que el gobierno está en el negocio en crear espectativas, para reducir un poco los otros temas que están en el debate público ni tampoco meter al pueblo en un congelador y esperar esos resultados, que hasta ahora son inciertos”.

¿El ESTADO SOCIO?

Urbizo dijo que, independientemente, al proyecto ferrovario, el gobierno debe seguir atendiendo los problemas actuales, que son los mismos de hace cien años, como la corrupción, la inseguridad, el desempleo, los bajos salarios, la democracia. “Son cosas que se pueden hacer ya, y que no se las impide ninguno imperio, una cosa no excluye a la otra”.

También, dijo que los inversionistas van a participar si lo ven que es factible de lo contrario se pueden ir a Nicaragua donde los chinos hicieron el intento y quedaron abandonados.  La ventaja de Honduras, agregó, es que no le cuesta nada, solo le toca poner la tierra, porque no tiene el dinero para hacerlo solo, pero aclaró que si no hay democracia los pueblos no se pueden beneficiar como sucede con México y Venezuela, con grandes recursos y con mucha pobreza, a la vez.

Cree que pensar que los inversionistas van aceptar la participación del 51 por ciento del gobierno en el proyecto “es estar soñando porque sus socios van a pedir 40 años de adminstración, ¿a quién le interesa tener al gobierno de socio? ¿usted metería a un loco en su casa? Además, si yo estuviera del otro lado, pondría las condiciones de hacer la construcción y despues devolverlo”.

Lo más seguro, detalló, es que a Honduras solo le toca ver el proyecto, con derechos soberanos bajo ciertos esquemas, no como las ZEDE, “pero con un contrato bien amarrado, sin que el gobierno estorbe, porque no van estar ellos exponiéndose a la incertidumbre de un gobierno tercermundista”.

“Siendo realista, cómo va a venir un grupo de inversionistas con 20 o 30 mil millones de dólares porque Honduras no tiene ni para poner mil millones. Es un proyecto grandote que va para largo, vale la pena perseguirlo, es proyecto que no depende tanto de Honduras, excepto, la voluntad de decir pasen porque aquí, voy a darle una especie de servidumbre para que pueda pasar de un lado a otro”, señaló.

Aconsejó a los hondureños “no desviarse de la atención de los problemas actuales que tenemos, este gobierno se ha llevado dos años en tonterías políticas, hasta suspendieron el Congreso por unos meses para negociar con los jefes de los partidos, hicieron lo que quisieron en una noche”. (EG)

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