Acorralamiento histórico de Haití

MA
/
4 de abril de 2024
/
12:03 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
Acorralamiento histórico de Haití

Por: SEGISFREDO INFANTE

Pedro Morazán ha escrito y publicado en Alemania el más sesudo ensayo que he leído sobre la situación actual de la llamada “República de Haití”. Pongo entre comillas el nombre de aquel pequeño país caribeño en tanto que una república sólo puede existir, con solvencia, mediante instituciones estatales fuertes que hagan posible la coexistencia social y el desarrollo económico y humano de una nación democrática. No mediante reyezuelos supuestamente imperiales que en el siglo diecinueve pretendieron doblegar, en forma espeluznante (en abril de 1805) a sus vecinos dominicanos, según se sugiere en la novela histórica “El degüello de Moca”, del prolífico pensador dominicano Bruno Rosario Candelier. Tampoco puede sobrevivir con la sola presencia de centenares de “Ongs” que, por consejería extranjera, han pretendido en forma equivocada suplantar la idea de los posibles partidos políticos. Práctica que ha conducido, de hecho, a que las pandillas sanguinolentas se apoderen del poder concreto, apoyadas por el crimen organizado transnacional, llevándose de encuentro la vida de un presidente legítimo, y evitando el ascenso constitucional de nuevas autoridades gubernamentales.

De la catastrófica situación de Haití son corresponsables históricos por lo menos dos naciones poderosas y los malos gobernantes internos. Hasta Napoleón Bonaparte (“la república universal a caballo” como le llamaba Medardo Mejía) exhibió su cuota de responsabilidad en el proceso independentista mediante una intervención sangrienta que arrebató muchas vidas de ambos bandos. Las ocupaciones extranjeras inoportunas, los reiterados bloqueos económicos, las dictaduras improductivas, los grupos paramilitares, las pandillas y el espantoso terremoto de 2010, han empujado a las tinieblas a una sociedad que hoy se encuentra, quizás, en el peor momento trágico de su historia, “sin poder luchar y sin poder huir”, como repetía un recordado poeta de Danlí.
Unas poderosas pandillas, sugiere el erudito ensayo filosófico-político de Pedro Morazán, han desplazado y sustituido al Estado. Es más, Haití es actualmente un país en donde “el Estado no existe”, razón suficiente para que la Organizaciones de Naciones Unidas encuentre una solución “necesaria” e inmediata a la tragedia.

No como ocurrió durante el año 2010 en que los interventores llegaron, según se dice, a contaminar con el “colera morbo” uno de los ríos más importantes de aquel indefenso país. Ahora mismo recuerdo que a propósito del terremoto del 2010, propuse en un artículo publicado en este mismo espacio, que los hondureños buscáramos la manera de auxiliar al pueblo haitiano, inclusive con la posibilidad metafórica de irnos nadando por el Mar Caribe, hasta llegar a las playas de los hermanos “latinos” atormentados. Eran los tiempos postreros en que todavía organizábamos, de nuestros famélicos y voluntariosos bolsillos, las penúltimas brigadas médicas multidisciplinarias en los pueblos más pobres de Honduras.

Creo que nuestro buen amigo de adolescencia sugiere en su artículo-ensayo la necesaria restauración del “Contrato social” de Juan Jacobo Rousseau, en tanto que la ausencia de tal contrato ha destruido el tejido social de aquel país. En consecuencia, otra pregunta válida en tan terrible contexto, es si acaso los haitianos alguna vez en su historia gozaron de las ventajas del “Contrato social” postulado por el pensador suizo-francés, baluarte originario de la Revolución Francesa. O si, por el contrario, siempre ha existido aquella “Guerra de todos contra todos” que percibió Thomas Hobbes en su recordada obra “Leviatán”, con la cual se han alimentado, en vías contrarias, los neoliberales, los autoritaristas y los equilibrados. El Leviatán, como bien lo explica el amigo Pedro, es un monstruo sacado de la Biblia, que a mí se me antoja más parecido a un “tiranosaurio rex”, identificado en antiguos restos fósiles. Por cierto, la percepción, tal vez exagerada de Hobbes, de la “Guerra de todos contra todos”, fue retomada por Guillermo Hegel en un capítulo de su obra “Fenomenología del Espíritu”.

En cualquier caso, la ausencia del Estado hobbesiano en Haití, más la ausencia de la democracia republicana, han abierto enormes espacios a la anarquía total y al crimen “tribal” elevado a la máxima potencia. Algo análogo a lo que ha ocurrido en Sudán en estos últimos meses. Los pobladores haitianos, históricamente hablando, se encuentran acorralados como ha sucedido varias veces en su historia. No saben hacia dónde dirigirse ni hacia dónde caminar, pues todos los días, dice Pedro Morazán, se registran violaciones y asesinatos masivos entre ellos mismos. El hambre y las enfermedades empujan a unos pocos hasta la frontera dominicana con el fin inmediato de conseguir alimentos y medicinas. Sin embargo Pedro, de suyo optimista, cree que hay soluciones al gravísimo problema, con el concurso internacional y de los intelectuales haitianos. Finalmente, es harto recomendable leer el artículo-ensayo: “Haití en el ojo del huracán”.

Distrito Central de Honduras, 31 de marzo del año 2024.

Más de Columnistas
Lo Más Visto