¡Esto es lo que hay!

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4 de abril de 2024
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12:06 am
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¡Esto es lo que hay!

Déjame que te cuente…

José María Leiva Leiva.

En medio de los sinsabores que se viven en el país, agobiado por la ejecutoria de malos gobiernos, la presencia del crimen organizado, la rampante corrupción institucionalizada, la falta de empleo, la precaria salud de buena parte del conglomerado social, la falta de medicinas en los hospitales públicos, la inseguridad ciudadana y la politiquería con la que aquí se desayuna, almuerza y cena, entre otras plagas, provoca en gran medida que la selección nacional de fútbol se erija como el catalizador donde convergen el desahogo, la esperanza y una cuota evasiva de mínima felicidad de un pueblo digno de un mejor destino.

Por desgracia, “el equipo de todos”, desde hace un buen tiempo, viene haciendo aguas, pues solo cosecha fracaso tras fracaso, hundiendo aún más las emociones y sentimientos de una religiosa fanaticada que sin colores políticos o estatus sociales o económicos de ningún tipo, sufre, se sacrifica, le sigue, le vitorea y aplaude siempre que puede, sin importar donde celebre sus encuentros balompédicos. Y la misma prensa deportiva tiene su cuota de complicidad por estos magros resultados.

Empezando por sobrevalorar los méritos y darles un foco exagerado de atención a los jugadores, volviéndolos casi deidades, particularmente a los que tienen la dicha de estar en el extranjero, considerándolos como los abanderados de los triunfos que al final no acaban de llegar. Hoy que la selección vuelve a tener otro estrepitoso fracaso, se escucha la misma cantaleta: “Es que faltaron fulano, zutano y mengano”. Por Dios santo, si ya antes nos habíamos quedado en el camino con la participación de aquellas figuras, ¿entonces en qué quedamos?

El que juega al lado de Messi, el choco, el rigo, misilito, chelito, el chelo, panterita, romántico o el bicho, entre otros afamados, no son ni únicos ni espectaculares, son buenos, “normalitos” y punto. Y no digamos los que compiten dentro de esa ridiculez mal llamada “Liga 5 estrellas”, que algunos ensoberbecidos tienen como la mejor de Centroamérica. Sin duda, una expresión alejada de la pobre realidad que se tiene. ¿Y qué es lo que se tiene? Una liga donde de diez, solo sobresale, pero de lejos, muy lejos, un único equipo por sobre los nueve restantes, y entre éstos, al menos dos o tres que no tienen ni para pagar sus planillas mensuales.

Entonces es cuando suele escucharse el resignado tono de: “bueno a conformarse, esto es lo que hay”. Pues sí que estamos francamente jodidos. Condenados a seguir dando tumbos en un nivel muy por debajo de Canadá, Estados Unidos, México y Costa Rica, y ¡cuidado! Vea no nos salga la venada careta con Panamá o Jamaica, selecciones que denotan un importante crecimiento futbolístico, mientras la de Honduras se estanca y pierde el rumbo.

De repente no sería una idea descabellada en que fuera este equipo líder y campeón indiscutible de la liga que tenemos, junto a su no menos exitoso cuerpo técnico, y unos cuatro o cinco calificados refuerzos, los que deberían llevar el uniforme de la selección y ponerlos a competir en los torneos que se presenten. Una práctica que ya ocurrió con los dos equipos rivales capitalinos en algún momento de la historia de las eliminatorias y certámenes llamados entonces Norceca, en alusión a la Confederación de Norteamérica, Centroamérica y el Caribe de fútbol.

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