Educación, “no sirve para nada”

MA
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5 de abril de 2024
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12:43 am
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Educación, “no sirve para nada”

Juan Ramón Martínez

La fotografía de la graduada de la UNAH, que escribió en su toga, indicando que, para que le den empleo, necesita una “recomendación” es, todo un discurso. Confirma, que la “mejor universidad del país”, sigue preparando funcionarios; que el gobierno es el gran empleador; que la empresa privada no tiene fuerza para admitirlos; y tener conocimientos y deseos no son suficientes, porque son las lealtades políticas las que permiten hacer una vida fácil en la burocracia.

Desde hace un tiempo, no nos ocupamos de la relación universidad y sociedad. Esta es una oportunidad. Oyendo al “petite” rector de la UNAH, es obligada la reflexión sobre si las universidades están creando la masa critica para el desarrollo del país; o, simplemente, “elevando” el nivel educativo del desempleo. Y lo más toral, si la formación que le dan a sus egresados, sirve para algo más que conseguir un empleo público, cosa que Ramón Rosa, hace mucho tiempo, criticó en forma por lo demás ejemplar. Seis personas, me han escrito desde el exterior, refiriéndome que todo lo que les enseñaron en Honduras no tiene ninguna utilidad para insertarse en los mercados laborales de Estados Unidos, Canadá, España e Italia. Es decir que las universidades, están forjando cuadros para la burocracia hondureña, nada más. Sin capacidad para enfrentar problemas, y resolverlos, como fue el sueño de los que fundaron los más altos centros universitarios. En Honduras, me dijo uno de ellos, no nos preparan para pensar, reflexionar y resolver problemas. Memorizamos soluciones que otros han encontrado para sus problemas particulares; pero no sabemos cómo entender la realidad, buscar sus costuras; y, descubrir cómo transformarla y ponerla a nuestro servicio. Nos tiembla el cuerpo, queremos reaccionar; pero no tenemos el carácter para hacerlo. Y, ¿entonces? La alternativa, fue que me “encerré por varios meses y me preparé, comprando libros, en los que aprendí para desde la perspectiva de un capataz, resolver los problemas y buscar soluciones”. ¿Cambió de actitud? “Claro que sí”. “No vivo del título, sino de mis competencias”.

La joven de la UNAH, posiblemente buscará la recomendación y por su físico y relaciones, conseguirá emplearse en la burocracia. Pero si no lo logra, buscará irse de Honduras; y, seguirá los pasos del compatriota que desarrolló la cultura del capataz; y, pudo abrirse paso en el mercado de un país capitalista. No podemos anticipar. La vida tiene sus vericuetos y también sus posibilidades. Y cuando el carácter se impone, el triunfo es difícil que pueda esconderse a quienes lo buscan con afán.

Porque el problema de la educación en Honduras – en todos los niveles– es que tiene una orientación informativa, descuida la forja del carácter y las actitudes; y por ello, no anima a la creatividad; y, menos a la libertad. Una educación centrada en el carácter, en la fuerza de la imaginación y la creencia que en el ejercicio de la libertad esta la llave para abrir todas las puertas y dirigir todos los destinos, no está en los planes de ninguna. Los profesores saben más, enseñen más; pero preparan menos para el éxito. La revolución tecnológica, no requiere que al educando se le avasalle de conocimientos inútiles: las capitales de los estados de USA, los desiertos de China, las dinastías del imperio amarillo, o las guerras europeas. No tienen utilidad. Es conocimiento estático. Lo que se requiere es que el educando tenga la capacidad para identificar la forma cómo acceder a esos conocimientos; y, usarlos, como herramientas para construir soluciones. Aquí, seguimos forzando la memoria, el maestro es el sabelotodo, aunque ello sea falso; y menospreciando la capacidad del alumno que será quien, solo, tendrá que enfrentar una realidad neutra que podrá volver positiva, si logra ponerla a su servicio; y, la controla.

Por eso, en la sociedad, en vez de tener un dialogo enriquecido, discutiendo sobre las mejores alternativas, todavía imponemos la servidumbre de la autoridad, cuando ahora no hay tal superioridad, sino que la que se produce como evidencia de quien ha podido en un instante, con pocos recursos, resolver problemas importantes. La falta de capacidad dialógica, la imposición y control de los “caudillos”, la escasa productividad de soluciones, es indicación que el sistema educativo esta colapsado. Y que, tenemos que cambiarlo por otro. Buscando mejores resultados que los imaginados por Ramón Rosa, hace  mucho tiempo.

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