Educar para la vida: Una dosis de la filosofía japonesa

MA
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6 de abril de 2024
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12:32 am
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Educar para la vida: Una dosis de la filosofía japonesa

Elvia Elizabeth Gómez García

Quien no se identifica con el siguiente escenario: Es fin de semana y nos preparamos para el inicio de una nueva, de repente uno de los hijos recuerda que debe hacer una tarea, llevar una cartulina, un pegamento o terminar un proyecto. Los padres inician la desesperada carrera por “cumplir” con las responsabilidades de sus hijos y que la maestra no piense que son “descuidados”.

Por supuesto que esto sucede más de lo que debería y es el resultado de un proceso arcaico de enseñanza, agudizado por los padres que, en lugar de delegar, asumen la responsabilidad de estar al pendiente de los deberes asignados a sus hijos en la escuela. Así, cargan con responsabilidades que no les corresponden, porque ni ellos ni el sistema de educación se ha diseñado para enseñar a los estudiantes a asumir responsabilidades, sino para sancionar a aquellos que no cumplen con los estándares establecidos.

Por ende, debemos cuestionar la dualidad padres-escuela, pues como padres debemos enseñar a nuestros hijos a ser responsables de sí mismos, incluyendo las tareas escolares, mientras que la escuela, debe reforzar ese sentido de responsabilidad, pero diseñando estrategias diferentes que permitan el afianzamiento de las buenas prácticas sin que esto se traduzca en atiborrarlos de tareas en casa, ya que como indica la Organización Mundial de la Salud, el exceso de estas puede generar estrés en los niños.

Japón es mundialmente conocido por su sistema educativo en el cual, los niños son sometidos a exámenes hasta que están en cuarto grado, pues para ellos, los primeros años deben enfocarse en reforzar los buenos hábitos y las normas sociales, como el respeto a los demás. Los niños reciben a temprana edad una enseñanza cimentada en valores como la responsabilidad, el trabajo en equipo y el orden. No hay conserjes en los centros educativos porque son los mismos niños los encargados de mantener el orden y limpieza del centro al que asisten. Se les permite tomar una siesta y nunca llevan tareas a la casa.

Los niños necesitan tiempo para serlo, para jugar y socializar, para descansar de las jornadas escolares que cada día son más extensas y de las que salen cargados de libros y apuntes para continuar trabajando en casa.
Por ende, el concepto de que atiborrarles de tareas los hará exitosos no siempre es real, si bien son necesarias y tienen sus puntos a favor, como el de involucrar a los padres en el proceso de aprendizaje de sus hijos, no debe derivar en un incremento del estrés y el conflicto familiar.

Como padres, debemos enseñar a nuestros hijos a ser respetuosos e independientes, a preparar su ropa, tender su cama, ordenar sus zapatos y arreglar su mochila. Deben aprender a resolver por sí solos y a intentarlo hasta lograr su cometido. La escuela debe redefinir sus estrategias de enseñanza pues si bien, hay clases en las cuales la práctica constante es la que permite alcanzar el objetivo, hay otras materias que se prestan para procesos de aprendizaje más vivenciales, en los cuales se produzca una interacción con el entorno.

Los padres debemos aprender esta lección: nuestros hijos no deben depender de nosotros en todo momento, debemos ayudarles a gestionar sus emociones, a enfrentar la frustración y a comprender su enojo, a ser independientes y a asumir responsabilidades. esto lo aprendí de mi esposo quien ha sido mi maestro en esta aventura de educar a nuestro hijo.

La filosofía japonesa cuenta con una serie de frases que son utilizadas para educar y motivar a los niños. La importancia de formar en valores, de afianzarlos en los primeros años debería ser replicado en los sistemas educativos de otros países incluido el nuestro.

Virtudes como la perseverancia se afianzan a través de la frase “aprende a caer y te levantarás más fuerte”. La honestidad y la importancia de siempre decir la verdad se consolidan al leer la frase “la verdad siempre prevalece”.

En un país con tanta violencia como el nuestro, en donde según el informe mundial de la felicidad del 2024 ocupamos el lugar 61, enseñar a las futuras generaciones que “la verdadera fuerza proviene de la bondad y la compasión”, se vuelve una tarea apremiante, así como el inculcar la empatía en las futuras generaciones.

Profesora universitaria

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