Volver a la milpa para para enfrentar el cambio climático

MA
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10 de abril de 2024
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12:07 am
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Volver a la milpa para para enfrentar el cambio climático

(Parte II)

Wilfredo Díaz Arrazola

La agricultura familiar … “en América Latina y El Caribe agrupa cerca del 81% de las explotaciones agrícolas; provee, a nivel país, entre 27% y 67% del total de la producción alimentaria; ocupa entre el 12% y el 67% de la superficie agropecuaria, y genera entre el 57% y el 77% del empleo agrícola en la región (FAO‐BID, 2007; FAO, 2012)”.

La readopción de la milpa mesoamericana, como sistema de cultivo, es la opción más inteligente y accesible a los pequeños productores para enfrentar los efectos negativos del cambio climático y producir y diversificar alimentos con calidad.

¿Qué no es la milpa? La milpa no es una plantación de maíz en monocultivo, como se acostumbra a reconocer en el área rural de Honduras, debido a que el maíz es el cultivo principal y el más visible.

La milpa es un sistema de policultivo desarrollada hace unos 5 mil años por los pueblos aztecas, mayas y otros pueblos originarios de la región mesoamericana. La milpa está integrada por tres cultivos principales: maíz, frijol y ayote o calabaza que se benefician mutuamente mediante una relación simbiótica positiva.

La asociación de estas tres plantas se llama las “tres hermanas” que perviven con otras plantas acompañantes, haciendo del policultivo una solución que conserva y regenera la fertilidad del suelo, protege su micro y macrobiota, mantiene su humedad y contribuye al control de plagas, enfermedades y a la polinización por insectos, mediante un equilibrio natural que reduce el control artificial de plagas, enfermedades y malezas que, de ser necesario, debe hacerse con productos químico/biológicos naturales u orgánicos, ya sean sólidos o líquidos.

En el sistema milpa el maíz da soporte al frijol y sombra al ayote; el frijol contribuye con nitrógeno que captura con sus hojas del aire y lo fija o almacena en los nódulos radiculares con bacterias fijadoras o nitorbacter. El ayote, con sus hojas extendidas como manto sobre el suelo, retiene la humedad al reducir la evaporación por la incidencia solar directa sobre la superficie del suelo, y crea un ambiente propicio para insectos colaboradores como los polinizadores sobre la tierra, y de los anélidos como la lombriz dentro del suelo.

Con el monocultivo desaparecen estas sustanciales relaciones simbióticas entre plantas

La consistencia cultural de los pueblos lencas y chortíes ha resistido el monocultivo de maíz y frijol. En las tierras de clima templado de Intibucá, La Paz y Ocotepeque es común la milpa con la siembra de maíz de altura o tardío (6 a 8 meses a la cosecha), con frijol voluble “Chinapopo” (Phaseolus coccineus). Este sistema es común en la zona lenca colocando tres semillas de maíz y dos semillas de frijol después de que el maíz ha alcanzado una altura apropiada. Se asocian otras plantas como ayotes, jamaica y el tomate o tomatillo silvestre (Solanum pimpinellifolium).

También se destaca el Sistema de Cultivo Quesungual desarrollado en la aldea del mismo nombre por campesinos del sur del departamento de Lempira en el trópico seco. La filosofía central de este sistema es la no quema, usando la biomasa generada durante la limpieza de los campos como cobertura de suelo. Es un sistema agroforestal, ya que combina el uso de árboles frutales y forestales con cultivos anuales como el maíz, asociado con frijol voluble o trepador y otras plantas alimenticias o medicinales. Los árboles forestales se podan cada cierto tiempo y el material podado se distribuye sobre el suelo, sirviendo de cobertura, protector de humedad y contenedor de escorrentías. Una vez biodegradado, se convierte en materia orgánica que aumenta la fertilidad del suelo al estimular el crecimiento de la macro y microbiota, que facilita la absorción de nutrientes por el sistema radicular de las plantas.

En conclusión, la milpa mesoamericana es una asociación de cultivos y especies frutales y forestales conviviendo y beneficiándose mutuamente, que: 1o) contribuye a conservar la humedad, la regeneración, el aumento y la fertilidad del horizonte cultivable del suelo; 2º) incrementa la microbiota y con ella se facilita el intercambio y disponibilidad de nutrientes; y 3º) permite el equilibrio biológico entre malezas, plagas y enfermedades, disminuyendo o eliminando el uso de agroquímicos sintéticos para su control, reduciendo costos y mejorando la inocuidad de los alimentos, contribuyendo a la salud y a un mejor ambiente.

Widiar/marzo 25/2024

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