La mentira

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11 de abril de 2024
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12:50 am
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La mentira

Por: Arístides Mejía Carranza (Abogado)*

(ampliación del tema editorial “la Falacia Ad Veracundiam”, a petición de un amigo editorialista para que no se me acuse otra vez de ser ad-perezam –nuevo término inventado por él)

“Si toda consciencia no es forzosamente mentirosa, la posibilidad de la mentira es sin embargo dada por la misma consciencia”. Vladimir Jankélévitch, filósofo.

La brecha estaría en diferencia entre percepción de la realidad que haga la consciencia y el hecho de que no esté ésta condicionada a expresarla tal como es.

¿Porqué?

Porque media la intención, el mentiroso lo hace por su propio interés.

El mentiroso que actúa con ligereza se ve constreñido a hacer construcciones cada vez más complicadas para sostener lo que ha edificado sobre bases falsas y evitar ser descubierto, con lo cual perdería toda credibilidad.

Una mentira mal formulada deviene absurda y retrata al mentiroso como estúpido o ridículo frente al que tiene una inteligencia superior que siempre termina por descubrir la verdad, sobre todo si tiene paciencia.

Por otro lado, no existe nadie exento de mentir, sea por complejos, por piedad, por convencionalismos sociales, por conveniencia, estrategia u otras razones. Se puede mentir para proteger a alguien, como cuando se esconde a un perseguido por una dictadura y se miente a la autoridad. Ello no hace a una persona fundamentalmente mentirosa, el mentiroso despreciable y execrable es el que lo hace por intriga, por estafa, por traición, por mitomanía (toda su vida es una mentira, deviene un impostor), por intriga, por cobardía…

Lo cierto es que de la mentira mal intencionada no se vuelve, se pierde la buena fe entre las partes, genera mal entendidos u ofensas cuando son mentiras elementales e insultan la inteligencia del otro, en ese caso es frecuente que el que ha descubierto semejante patraña deje revelar las cartas al mentiroso para ver sus alcances, su nexos, su ilusión, su ridículo, su manera de pensar sin decir nada al que se ha enredado en su propia telaraña porque tomar sus deseos por una realidad es siempre mentirse a sí mismo.

Para Nietzsche, lo anterior es característica del hombre inferior siendo que el superhombre está provisto de una moral superior, sin resentimiento, con dignidad, no se miente a sí mismo, se muestra como es, su fuerza mantiene la integridad y siempre es realista, nunca toma lo falso por realidad porque no vive en ninguna clase de ilusión.

Pero la mentira puede ser socialmente aceptada cuando intervienen factores culturales, religiosos, políticos, etc. Hay que recordar aquí lo que decía Göebbels: Una mentira repetida cien veces se convierte en una verdad.

Los medios de la mentira son muchos, algunos lastimeros, realmente de ingenuos, basta acumularlos para poder reírse, a los que han mentido por alguna imperiosa necesidad de ocultar algo de su vida, quizás una terrible existencia, el hombre de la realidad le dice con condescendiente indulgencia: te comprendo, no guardo rencor, reivindícate porque la verdad tiende a prevalecer, hasta hechos ocultados en la historia por siglos siguen siendo revelados en la actualidad por la ciencia.

Pero existen para los hábiles mentirosos lo que se denomina las falacias del lenguaje, son muchas, se llaman también irónicamente argumentos de la “verdad”; el de ayer “ad veracundiam”: Recurrir a lo dicho por una autoridad para dar por cierto todo lo que se dice. Argumento ad-misericordiam: Apelar a la lástima. Argumento ad-populum: “Todo el mundo lo dice”. Argumento ad-hominem (utilizado mucho por los políticos igualmente): Atacar al hombre y no a sus ideas. Son mucho más.

Las diversas religiones del mundo también se han referido al tema, la cristiana en la biblia enfatiza sobre ser veraz y sentencia que los hombres serán conocidos no por lo que dicen, sino por lo que hacen.

Para el genio inagotable de los griegos, la ética era muy simple: El Metrón: Todo debe estar sujeto a la mesura, en otras palabras no emito juicio sobre lo que haces o dices, no te sujeto a una moral que anule tu libre arbitrio (liberum arbitrium) pero no te excedas, excederse siempre trae consecuencias indeseables porque caes en la ubris (la desmesura e incluso la locura).

Entre más ignorante es la gente de un país, más miente y más se deja engañar, hasta por cosas triviales, por consiguiente más se detesta al que dice o descubre la verdad, pero este sin ínfulas o con altura debe continuar diciendo su verdad o las verdades (puesto que son relativas) con sinceridad. Martí se refería a esto en otras palabras: Que a veces la consciencia de todos está representada por un solo hombre.

*Exembajador, exministro, exmagistrado TSE

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