Ecuador, en la visual histórica y diplomática

ZV
/
12 de abril de 2024
/
12:05 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
Ecuador, en la visual histórica y diplomática

¿Vuelven los oscuros malandrines del 80?

Por: Oscar Armando Valladares

Como casi en todos los países de América Latina, la historia de la República de Ecuador está plagada de acciones y hechos parecidos: divisiones sociales, crisis políticas, disparidades económicas, violencia, corrupción, dependencia, avances y retrocesos que han incidido en su crecimiento y desarrollo…

El siglo XX ecuatoriano inició con los dos gobiernos de Eloy Alfaro, militar y político liberal que al intentar perpetuarse en el poder -en un ambiente de desigualdad social que afectaba en especial a comunidades indígenas y campesinas- condujeron a su arresto y posterior linchamiento en 1912. Después de años de inestabilidad económica, surgió la figura de José María Velasco Ibarra, jurisconsulto y profesor universitario cuya influencia la puso en evidencia al ser elegido cinco veces presidente del país, de 1934 en adelante, aunque sistemáticamente derribado por golpes militares, excepto en su tercer mandato. Le sucedieron gobiernos castrenses, testigos del auge petrolero en favor de la riqueza de la clase media.

La democracia electoral resurgió con la elección de Jaime Roldós, quien gobernó entre 1979 y 1981, sucediéndole: Osvaldo Hurtado, León Febres Cordero y Rodrigo Borja Cevallos, sin que ninguno pudiese superar la problemática económica, agravada con la caída de los precios del petróleo. En 1992, Sixto Durán Ballén adoptó un programa económico -basado en la promoción de la inversión extranjera y la reducción de barreras comerciales- a fin de morigerar la recesión. Prosiguió, en 1996, Abdalá Bucaram; a los meses, el parlamento lo declaró inhábil y produjo su destitución, asumiendo interinamente la presidencia Fabián Alarcón, hasta agosto de 1998. En enero de 2000, grupos indígenas y militares derrocaron al presidente entrante Jamil Mahuad, en medio del caos social. El 22 de enero de ese año, Gustavo Noboa asumió el poder, cargo que desempeñó hasta enero de 2003. Entró en escena el coronel Lucio Gutiérrez, quien enfrentó las expectativas del 60% de la población sumida en la pobreza, destacando en este contexto la presencia del movimiento indígena organizado. Pese a “sus buenas intenciones” Gutiérrez no convenció, por lo que en abril de 2005 interpuso su renuncia; en lugar suyo, tomó las riendas el vicepresidente Alfredo Palacio.

El 15 de enero de 2007 comenzó la era gubernativa de Rafael Correa Delgado. En mayo, el 80% de los ecuatorianos aprobó -por referendo- una Asamblea Constituyente, de cuyo seno emergió la nueva Constitución, normativa que privilegia los derechos humanos, amplía las atribuciones del Ejecutivo y la participación del Estado en la economía al cambiar el modelo de libre mercado por uno de carácter “social y solidario”. Asimismo, priorizó la salud, la educación gratuita, prohibió la existencia de bases extranjeras y otorgó el derecho al voto a militares y a los jóvenes mayores de 16 años. El 26 de abril de 2009, el presidente fue reelegido con más del 54% de los votos. En septiembre de 2010, Correa afrontó un intento de golpe de Estado encabezado por miembros de la Policía. Dos años después, su gobierno concedió asilo diplomático al periodista Julian Assange. El apoyo a las clases más necesitadas del país, a través de programas sociales y económicos le posibilitó un tercer periodo. A contar de 2017, le sucedieron en el cargo Lenín Moreno, Guillermo Lasso y ahora Daniel Noboa.

Con la irrupción policial en la embajada de México, para sacar agresivamente al exvicepresidente Jorge Glas, el gobierno de Noboa ha quebrantado los principios del Derecho Internacional y recibido el rechazo del exterior. Tanto la ONU como la OEA han expresado su condena y la presidenta Xiomara Castro, titular pro tempore de la CELAC, ha reaccionado con la celeridad que el caso amerita, a efecto de adoptar una postura contundente frente a un hecho atentatorio. En suma, al gobierno infractor no le queda otra salida que hacer una reparación completa de la ofensa cometida.

[email protected]

Más de Columnistas
Lo Más Visto