Molina también fue teniente coronel

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14 de abril de 2024
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12:06 am
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Molina también fue teniente coronel

Por: Dr. Horacio Ulises Barrios Solano

El 17 de abril 2024 se cumplirán 149 años que vino al mundo “Juan Ramón Molina, el poeta gemelo de Rubén, es casi desconocido en Suramérica. No figura en los textos de preceptiva literaria, no se ven sus poemas menudamente publicados, ni se oye que sazonen sus acentos los menús líricos de los que dicen versos. Piadoso olvido en el que paradójicamente lo quisieron dejar, por ser singularmente pobre lo que se escribe de los poetas en los textos escolares, más triste cuando sus nombres se usan para llenar vacíos tipográficos en revistas de dudosa publicidad y a desesperar si el que recita destroza los poemas. Juan Ramón Molina nació en Centro América a la sombra de los pinos de Honduras, en la ciudad de Comayagüela, el año de 1875, de padre español y madre mestiza. Escribió sus primeros versos en Guateármela, hacia 1894-95, donde se graduó de bachiller.

Nace en Honduras, vive en Guatemala, muere en El Salvador, citas geográficas que deben ampliarse con datos para una geografía de la flor, el clima, los ríos, los volcanes, las mariposas, los mitos aborígenes, las fumarolas de suelos siempre en trance de formación a
orillas de majestuosos lagos, los pinos en los que el verde silente de la tierra habla con el azul silente de Dios, todo lo que, en fin, es Centro América.

La obra del poeta hondureño fue reunida por Froylán Turcios, quien la publicó en 1913 bajo el título de “Tierras, Mares y Cielos”. Una nueva edición valiosamente enriquecida se hizo después en la “Colección de Clásicos del Istmo Centroamericano”, que realizó el gobierno de Guatemala, por personal empeño del presidente Juan José Arévalo.

Juan Ramón Molina conoció los halagos de la vida, viajó a Europa y Norteamérica, cuando volvió del Brasil a Honduras, su país, donde desempeñó el cargo de Subsecretario de Estado, época en la que fundó su hogar. Pero el poeta sin ser político era consciente de sus deberes ciudadanos y se rebela con la violencia de que es capaz el cordero que lleva en el alma un águila, contra uno de los tantos dictadorzuelos indoamericanos, un tal general de cuyo nombre no queda ni memoria.

Molina no era el poeta blando y acomodaticio que con el pretexto de no entender de política cierra los ojos ante la realidad de su país. El que tenía en el alma encendido el trino, el que conocía los caminos que parten de los conos estelares de los pinos, abandona su clámide y viste uniforme de soldado, que con la pluma y el fusil lucha por la libertad, en una revolución que para él termina en el exilio, antes de su prematura muerte”.

“Juan Ramón Molina, el príncipe de la poesía hondureña, vivió una vida breve pero agitada. Durante este período ocupó diversos cargos editoriales y públicos y también tuvo innumerables problemas debido a su adicción al alcohol y falta de templanza. En este artículo mostramos algunos excesos y truculencias del bardo de Comayagüela.

Un estudio reciente revela que el modernista hondureño estudió el bachillerato en Guatemala y durante esos años se convirtió en poeta (Mejía, 2021). El artículo también detalla que a finales del siglo XIX Molina dio sus primeros pasos en la política al incorporarse a las filas del naciente Partido Liberal. En el gobierno de Policarpo Bonilla (1894-1899) fue nombrado Subsecretario del Ministerio de Fomento y Obras Públicas. Sin embargo, expresa Mejía, luego de un corto tiempo, su espíritu, reacio a las simpatías y triquiñuelas políticas, padeció de desencantos y presentó su renuncia para volver a su actividad favorita, el periodismo. Molina argumentó que, al fundar un periódico independiente, su presencia en el gabinete de gobierno era un invencible obstáculo para ser imparcial al juzgar los asuntos políticos y económicos del Estado.

Molina asistió a los eventos sociales y políticos más importantes de su época y gracias a ello se vio favorecido con cargos estatales, generosos salarios y hasta grados militares. En efecto, debido a su participación en la revolución encabezada por Manuel Bonilla, el poeta obtuvo el grado de teniente coronel.

Asimismo, en 1906 ya durante el gobierno de Bonilla, y a petición de Turcios fue invitado a la Tercera Conferencia Panamericana en Río de Janeiro, Brasil. Ambos intelectuales acudieron con el nombramiento de secretarios con el objetivo de relacionarse con escritores de otros países. Durante el viaje tenían una litera para ambos Molina, como gesto de amabilidad, decidió cederle la cama. El poeta argumentó que correspondía en mínima parte lo que Turcios había hecho por él, es decir, hablar con Manuel Bonilla para que lo enviara a Río de Janeiro (Turcios, 1980: 155 y 156)”.

 

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