¿FICCIÓN?

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18 de abril de 2024
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12:39 am
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¿FICCIÓN?

EL de la Montaña de la Flor –mensaje del amigo notario– recibió el burro Palmerolo”; o sea, “el que no llora, no mama”. La amiga doctora: “Se necesita orden en nuestro país; accidentes viales por todos lados sería, quizás, “Ad Inordinatum”, ello es un reflejo de cómo se maneja la burocracia administrativa”. El buen amigo empresario: “Hoy tenemos junta directiva incluyendo 8 miembros de la 4ta generación; les leeré esa tremenda reflexión para que los nietos no tengan que caminar nuevamente los 5 Km”. Una buena diputada: “Me quedo con que necesitamos trabajo, trabajo y más trabajo, pues los tiempos duros crean hombres fuertes y los hombres fuertes crean tiempos buenos”. Otro lector amigo: “Con relación al ejemplo del editorial sobre el abuelo caminante y el tataranieto también caminante”. “Es que al que no le cuesta todo lo hace fiesta”. “Si tengo que caminar con una vara para bajar mangos por toda la ciudad, para poder conseguir mi sustento diario lo haré”. “Lo contrario sucede si me dan todo”. “Siempre creeré que lo merezco, me volveré haragán y hasta tirano”.

Alusivo a la reflexión enviada al colectivo: (“Mi abuelo caminaba 5 kilómetros al trabajo. Mi papá caminaba 2 kilómetros al trabajo. Yo manejo un Cadillac. Mi hijo va a manejar Mercedes y mi nieto un Ferrari. Pero mi tataranieto va a volver a caminar cinco kilómetros al trabajo. Entonces, la moraleja es: Tiempos duros crean hombres fuertes. ¿Entienden? Hombres fuertes crean tiempos buenos. Pero los tiempos buenos crean hombres débiles. Y los hombres débiles crean tiempos duros. Es un ciclo. Entonces, uno tiene que tener cuidado, porque como no se aprecia lo que se consigue sin esfuerzo, no se comienza desde cero, uno termina malgastando y derrochando lo que tiene. Así que hay que pensar en lo que se le deja a los hijos y a los nietos, para que sepan que nada cae del cielo; que lo que se obtiene hay que apreciarlo; que para tener lo propio hay que trabajarlo y entiendan el valor de las cosas”). Una abogada amiga: “Totalmente de acuerdo y creo que seré dura con mi hijo porque está irreverente y a la larga él es el que va a sufrir y de paso me sacará más canas”. Mensaje de otro buen amigo: “Si supiese Winston, el personaje de ficción literaria en que se ha convertido”.

(¿Ya te diste cuenta –entra el Sisimite– que sos un personaje de ficción? -El de ficción –responde Winston– serías vos. No escuchaste lo que le dijo la nenita a su mamá, que “el Sisimite no existe”. Y cuando su mamá le respondió “sí existe, yo te he dicho que es una leyenda”, ella la corrigió, “pero tú me has dicho que las leyendas son historias”. -¿O sea –replica el Sisimite– que aquí en esa conversación que tenemos, estás hablando con nadie, con algo que no existe, con un fantasma? -Estoy hablando con un personaje legendario –responde Winston– más bien sentite halagado. Y tampoco dijeron que yo era ficción –si pienso, luego existo, a lo Descartes– hablaron de “ficción literaria”. Además, citando a Jorge Luis Borges: “Fácilmente aceptamos la realidad, acaso porque intuimos que nada es real”. -Más o menos –interrumpe el Sisimite– lo dicho por Javier Marías: “Cuando pasa el tiempo, todo lo real adopta un aspecto de ficción”. -Ya no recuerdo –suspira Winston– dónde fue que escuché: “Algunas historias están en papel, y otras en la vida y solo un idiota no ve la diferencia”. Y regresando a Borges: “La historia es una forma más de ficción”).

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