EMPORIO SUREÑO

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21 de abril de 2024
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12:12 am
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EMPORIO SUREÑO

DESDE tiempos coloniales la Villa de Jerez de las Cholutecas (incluyendo el curato de Nacaome) ha venido operando como un cruce obligado de caminos reales, y de herradura, para aquellos comerciantes que llegaban de Guatemala, Comayagua, Tegucigalpa, Olancho, Danlí, el partido de El Salvador, la provincia de Nicaragua y posiblemente la provincia de Costa Rica. Con sus recuas de mulas cargadas de mercaderías y “encomiendas”, pernoctaban en Choluteca, un par de noches, en los corredores externos de las casas coloniales, continuando sus caminatas, más tarde, en diversas direcciones.

El tráfico comercial y financiero se acrecentó con el descubrimiento y explotación de las minas de “El Corpus”, más que todo en el siglo diecisiete. Y con mayor intensidad mediante la presencia de inmigrantes y colonos europeos que en la segunda mitad del siglo diecinueve se asentaron, inicialmente, en Amapala, y luego en la ciudad de Choluteca, ramificándose por toda la franja suroriental de Honduras hasta llegar a Olancho y a la zona central del país, principalmente en Tegucigalpa y en el valle de Comayagua, con la instalación de las casas matrices de sus empresas y las respectivas sucursales.

A pesar de la resequedad característica de la planicie costera de la zona sur hondureña, y de los altos y los bajos de su acontecer histórico y político, la producción agroindustrial de los departamentos de Choluteca y Valle, ha crecido exponencialmente en las últimas tres o cuatro décadas, con fuertes volúmenes de exportación. Durante el siglo diecinueve Amapala se había convertido en uno de los puertos más importantes de cara al océano Pacífico en el continente americano, hasta caer gradualmente en el abandono por causa de la Segunda Guerra Mundial y por el descuido de sus propias autoridades municipales. En los últimos cincuenta años el puerto de San Lorenzo, en tierra firme, ha venido a sustituir, con grandes limitaciones, la capacidad agroexportadora de la zona sur y de otras partes de Honduras
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Digamos que los departamentos de Choluteca y Valle se han convertido en un auténtico emporio económico mediante la diversificación de su producción agrícola, con los rubros principales de la camaricultura, la caña de azúcar, el melón, la sandía y la ocra (o “quimbombó”), mercancías alimentarias que han logrado instalarse con éxito comparativo en excelentes nichos internacionales, además de abastecer los mercados locales. De ahí la razón que decenas de miles de ciudadanos se preocupen por sus puestos de trabajo y por el destino portuario y la respectiva reciprocidad de los socios comerciales que reciben, o dejan de recibir, cada uno de tales productos.

Sabemos que el camarón de las riberas del Golfo de Fonseca tiene buena aceptación en los mercados asiáticos, pero que, actualmente, ha experimentado una merma peligrosa en su producción y exportación, en perjuicio de Honduras. El melón sureño, por su parte, tiene buena aceptación en los mercados de España. La azúcar que se produce tanto en la zona sur como en la zona norte, es recibida en los mercados estadounidenses. Y otro tanto podría decirse de la ocra y de la tilapia. El buen café hondureño es degustado, como una exquisitez, en Alemania y otros países. Lo que acontece es que carecemos de conciencia de nuestras posibilidades internas y externas. El caso es que por las carreteras y caminos de la zona sur se mueve una cantidad extraordinaria de fletes hondureños y extranjeros que muy pocos estudiosos han logrado contabilizar. Ojalá que nunca se pierda esta perspectiva.

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