Lugares comunes: frases hechas y demagogia

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24 de abril de 2024
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12:46 am
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Lugares comunes: frases hechas y demagogia

Héctor A. Martínez (Sociólogo)

Hablar o escribir con frases hechas se ha convertido en una forma de comunicación muy habitual en todos los sectores de la sociedad: desde los medios de comunicación hasta la política, pasando por la mismísima academia.

Muletillas, mentirijillas oficiales, consignas y fórmulas verbales enlatadas han inundado el argot popular, al extremo de infiltrarse en el discurso de la política, en las conferencias magistrales de los profesores universitarios y en la información vertida por los comunicadores al momento de elaborar sus reportajes, “desde el propio lugar de los acontecimientos”.

He aquí algunos de estos vicios lingüísticos tan comunes y vulgarizados que por ser de fácil uso, son empleados indiscriminadamente, sin apelar al razonamiento, y que casi nadie nota porque – ¡vaya desgracia! – los receptores de la información y los concurrentes de las alocuciones nadan en la misma alberca de la indigencia gramatical.

En lo que es”. Es la muletilla preferida por las mayorías, y que vino para quedarse. Su uso es innecesario: sáquela del discurso y verá que no altera la naturaleza expresiva del discurso ni el sentido del mensaje.

La supuesta droga y los supuestos delincuentes”. Ignoro quién inventó este adefesio de mal gusto, campo exclusivo de los reporteros de la TV. Lo de la conjetura es por si los “supuestos” paquetes de cocaína y las ramas de mariguana confiscadas, no sean otra cosa que harina de trigo y manzanilla. De paso, se evita un posible fiasco.

El pueblo-pueblo”. Esta duplicación que alude al ciudadano común y corriente es una manía colectivista para embutir las diferencias sociales en una palabreja sencilla y compuesta; para no pensar mucho.

Frases demagógicas de uso intensivo.

Hay que seguir trabajando”. Su raíz es futbolera, pero secuestrada por el funcionario -público o privado- inepto que no ha obtenido los resultados prometidos.

Falta mucho por hacer, pero estamos en la vía correcta”. Frase de expiación, acomodada para evitar la vergüenza ante las cámaras y micrófonos. Es lo mismo que decir, “cero resultados”.

Trabajar por el bien común”. Los únicos comunes son aquellos que abusan de esta frase. Lo del “Bien” alcanza para el grupo en el poder, nada más.

Es un problema estructural”. Referencia atemporal, sin culpables ni causas conocidas. Significa algo así como: “¿Saben qué? No tengo la mínima idea de la causa de este problema”.

Eslóganes comunales.

El pueblo unido jamás será vencido”. Ya lo dijimos: no existe esa categoría colectivista de “Pueblo”. Esta entelequia revolucionaria es el producto de la flojera intelectual, para no meterse a diseñar una taxonomía social finamente diferenciada. Embutidos todos en un saco, se alcanza la unidad.

El pueblo me eligió”. Sinónimo de “Fui electo por la voluntad popular”. Aclaración: el curul se gana mediante una simple operación de sumar y dividir. “Cuestión de cocientes”, decía mi profesora de segundo grado.

Trabajamos por el desarrollo del país”. El éxito prolongado de este enunciado radica en que el atraso económico es un negocio político redituable. La elegancia léxica del tecnócrata se adhiere fácilmente al elegante traje del político en campaña. Sinónimos: exclusividad, superioridad, saber especializado.

Todos estos lugares comunes son formas simples del lenguaje, de fácil empleo, y que no exigen mucho esfuerzo mental a quienes las utilizan. El envés de esta manía pública sería un acervo cultural extraordinario, fuera de serie, que no requiere de vicios lingüísticos artificiales. Consuelo: siempre existen las oportunidades: para mejorar, “hay que seguir trabajando”.

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