Hace unos meses, cuando se repartían los boletos de favorito para la final de la Liga de Campeones, pocos apostaban por el Borussia Dortmund mientras que el París Saint-Germain entraba en la mayor parte de las quinielas.
Los alemanes tenían que firmar una temporada de ensueño y los franceses apoyarse en su plantilla, en su estrella, Kylian Mbappé, y en la confianza en que el nuevo entrenador, Luis Enrique, espantara de una vez por todas los fantasmas europeos.