Simple geopolítica

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11 de mayo de 2024
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12:06 am
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Simple geopolítica

Por: Carlos López Contreras*

Al contemplar –a finales de los años 70 y principios de los 80–, la agenda de nuestra soberanía territestre, insular y marìtima, nos dábamos cuenta que el hueso duro a superar iba a ser nuestra proyección de un mar territorial de 12 millas de ancho y zona económica exclusiva y plataforma continental hasta las 200 millas mar adentro en el Océano Pacífico, de acuerdo a los acuerdos provisionales establecidos en el marco de la negociación de la Convención de las Naciones Unidas sobre el derecho del mar (CONVEMAR).

Así, abordábamos estos asuntos con los cancilleres Eliseo Pérez Cadalso y Edgardo Paz Barnica, los asesores Ramón Valladares, Pedro Pineda Madrid, Roberto Palma Gálvez, Rogelio Martínez Augustinus, Salomón Jiménez Castro, Roberto Ramírez, Arnulfo Pineda López y algunos otros.

Por nuestra condición de país ribereño de un golfo reconocido internacionalmente como “bahía histórica¨, estábamos conscientes que las aguas de Honduras están presentes en la bocana del Golfo de Fonseca.

Nuestro desafío fundamental era de carácter geográfico, pues El Salvador y Nicaragua dominan la entrada del golfo, aunque se reconozca que Honduras tiene en el interior de la bahía las costas más largas localizadas frente al Océano Pacífico.

Los consultores, nacionales e internacionales, estábamos conscientes que una de las prioridades geopolíticas de Honduras era su proyección marítima en el Pacífico con un mar territorial como espacio soberano de acceso al golfo y salida al Océano Pacífico sin interferencias.

Al servicio de esta prioridad, años antes de acudir a la Corte Internacional de Justicia (CIJ), el Estado de Honduras encargó un estudio de la Bahía de Fonseca y de nuestra proyecciòn al Océano Pacífico. Se contrató a un jurista europeo, uno de los más prestigiosos en el manejo de las bahías históricas, para que el estudio nos sirviera como guía estratégica negociadora y, si del caso, también procesal ante una instancia judicial internacional.

El estudio resultó un documento magistral que nos permitió negociar y, litigar en aguas y territorio para nosotros ampliamente conocidos antes, durante y después del jucio ante la CIJ.

Que la concepciòn del estudio y su aplicación por nuestros litigantes en la Corte fue correcta lo acredita el fallo de la CIJ del 11 de septiembre de 1992; asimismo, lo confirma el tratado de límites marítimos entre Honduras y Nicaragua del 27 de octubre del 2021.

Es digno de recordar que Honduras, por medio de sus negociadores en la CONVEMAR, (Roberto Herrera Cáceres, Mario Carías Zapata y Roberto Arita Quiñonez) sostuvieron el derecho de Honduras de proyectarse al Océano Pacífico. De igual manera, nuestra Constitución de 1982 (artículo 11, párrafo 5) sostiene esa posición de Estado y la sentencia de 1992 la ratifica con carácter internacional al reconocernos un título jurídico para delimitar por la vía de la negociación nuestros espacios marítimos en dicho Océano.

Durante el presente año hemos escuchado el interés que, al parecer, tienen unos Estados amigos en promover un corredor logísgtico interoceánico por territorio hondureño. Tiene mucho sentido en los tiempos en que vivimos, amenazado el comercio internacional por acciones terroristas. Piénsese en los atentados contra las torres gemelas en Nueva York a comienzos del siglo o en las amenazas a la libre circulación por el Canal de Suez desde el Golfo de Adén. En nuestro ambiente centroamericano, además del cambio climático que afecta el funcionamiento normal del canal de Panamá, éste también podría ser objeto de atentados terroristas para agravar el comercio mudial y las economías de mercado.

Es así que se ha pensado, junto a otras opciones, en el corredor logìstico por Honduras, el cual desde el siglo XVI fue considerado como un camino de herradura, teniendo a la sede de la Gobernación de Valladoid o Comayagua como el pueblo intermedio entre los dos océanos.

Para la mayoría de los hondureños, ese corredor ha supuesto desde el siglo XIX la realización de un megaproyecto que, por sus alcances, pudiera poner en marcha la transición de Honduras de una economía subdesarrollada a un crecimiento sostenido en el que la nación pudiera desarrollar toda su potencialidad.

Qué dicha que la presidente Xiomara Castro tuvo las luces para entender que un proyecto de esa magnitud necesita una factor geopolítico como lo es un espacio marítimo real, propio, soberano en el Océano Pacífico e instruyó a quienes en su gobierno se oponían a su aprobación a que lo pusieran en la agenda del Congreso Nacional, salvando así no sólo su prestigio al frente del gobierno, sino que el honor de la mujer hondureña en la presidencia de la República.

Si por política o falta de criterio se hubiera echado a perder el tratado con Nicaragua, nadie se acordaría en el futuro de quienes se opusieron a su aprobación, sino que en la más dura tradición hondureña, la culpa la habrían hecho recaer sobre la gobernante que dejó a Honduras enclavada en el fondo de la Bahía de Fonseca.

Para decidir la aprobación del tratado de límites marítimos con Nicaragua, además de ser ejecución de 2 sentencias de la CIJ, era una cuestión de simple geopolítica.

Dios salve a Honduras.

*Ex Canciller de la República.

[email protected]

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