A esa madre olvidada: la patria!

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14 de mayo de 2024
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12:51 am
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A esa madre olvidada: la patria!

Independencia y recuperación patria

Por: Abog. Octavio Pineda Espinoza (*)

Llega el día consagrado a la madre y como todas las cosas, situaciones y momentos que originalmente se crearon por amor, hemos vuelto, los humanos, esta celebración, en un acto comercial más; por eso vemos a las grandes empresas dando y haciendo en marketing hasta lo indecible para monetizar el segundo domingo de mayo, de igual forma, políticos, medios de comunicación, empresas, las redes sociales y hasta nosotros individualmente creemos que, con un momento de regalos, celebración, reuniones fastuosas o menos fastuosas, pero al final, iguales todas, podemos compensar a una madre, el sacrificio de toda una vida, que cosa más falaz y que intento más fútil!.

Sin embargo, hay una fecha establecida para supuestamente reconocerle a la madre, todas esos grandes saltos de fe que dio con su pareja, con sus hijos, con sus supuestas amistades, con la vida misma, con aquello que solo puede ser producto de la entrega total y del amor incondicional que esos seres maravillosos nos otorgan en nuestra efímera, mortal y accidentada vida, con aquello que el mismo Jesucristo ya clavado en la cruz señaló a sus hermanos, ya, en sus últimos instantes de su existencia terrenal según lo relata San Juan 19 versículos 25, 26 y 27,  le dijo a uno de ellos,  He ahí tu madre, y a ella, para liberarla del dolor insuperable le dijo; María, he ahí tu hijo!.

Estas cosas que recuerdo y escribo a veces primero en mi memoria y después en mi corazón siempre me fueron relatadas por mi padre, un gran lector, un gran escritor, un gran ser humano, que perdió a su madre a temprana edad pero que siempre la recordaba con añoranza, que me inculcó ese amor casi con veneración a Dios, a la patria, a la madre, a la familia y por supuesto, al Partido Liberal de Honduras pero que me indicó también, que debía aprender de mis propias lecturas, mis propias experiencias de vida, en particular de mis errores y mis falencias, que son las que de verdad son aleccionadoras y te sirven para construir tu propia existencia siempre con el consejo sabio de los que se suelen llamar viejos, en el que la madre tiene un papel esencial.

Muchos tienen la dicha todavía, mientras escribo estas palabras emocionadas, de tener a su padre y a su madre junto a ellos, es realmente una bendición y que bueno que así sea, si se han convertido en sus verdaderos héroes como son los míos, no solo por el amor y la disciplina con la que me trataron, sino, más que todo, por el esfuerzo y el tiempo que dedicaron y en el caso de mi madre Lidia, que dedica todavía, a perfeccionar a los hijos, nietos y bisnietos que le quedan. No tengo la menor duda que la tarea de ser madre es una que nunca culmina y que, para aquellos que creemos en el más allá, continúa siendo importante una vez que parten de esta limitada existencia corporal, e igual para los padres como el mío, que, con su legado, con su esfuerzo personal, con sus cimas y sus valles y sus sabios consejos sobre todas las cosas, han buscado y buscan que seamos mejores.

Dicho lo anterior, hay también una referencia a mi padre que siempre hacía y que siempre he mencionado en momentos difíciles para esta nación nuestra, los que de verdad me conocen saben de ella, es casi una máxima de nuestra vida política, y es que mi papá decía que; “La patria es como la madre, insustituible y eterna”. Además, siempre me agregó que “en otro país, no importa que tan bien te traten o que tan bien te vaya, siempre serás un extranjero”, porque, aquel que tiene arraigada sus creencias, sus sentimientos, sus desgracias y sus logros a una tierra, a un lugar, a un hogar, siempre, indefectiblemente siempre sueña con volver al terruño amado como mi amigo Celvin de Nueva York.

Lo que pasa es que los gobiernos de todos los colores, no han sabido crear las condiciones para que todos esos buenos hondureños y hondureñas regresen o se queden, que los empresarios mezquinos, los presidentes de los sindicalistas, avorazados ellos, los militares endiosados, los falsos representantes de la mal llamada sociedad civil organizada, pensando más en su notoriedad personal y en el apoyo de los gobiernos del mundo, que se cansaron de apoyar a los gobernantes ineptos y corruptos de Latinoamérica y otras latitudes, los disque intelectuales acomodados, los colegios profesionales sordos y mudos, disputando parcelas que se volvieron igual de ineficientes que los gobernantes de turno, las universidades cómodas en sus actividades tradicionales e inefectivas como el resto, los maestros que para mi padre eran “los constructores del alma nacional” y que se convirtieron, gracias a sus malos dirigentes, en otra moneda de cambio para los grandes males del país y para los voraces apetitos de los políticos sin escrúpulos.

Yo celebro la vida de mi madre Lidia Espinoza de Pineda; no nos vemos todos los días, en realidad no necesito hacerlo, pretendo hacerle honor y demostrarle mi amor y devoción, haciendo aquello que ella junto con mi padre me enseñaron a hacer, eso es, luchar por lo que creo, escribir y decir lo que pienso, hacer lo que me gusta, darle a mi corazón siempre la oportunidad de encontrar en los demás sus mejores sentimientos y hacerlo igual, no vivir de las envidias malsanas, de las falsas amistades y de los acomodaticios intereses, creer en el amor en su más pura versión y entender, como Martí: “ Que la patria es ara, más no, pedestal”. ¡Feliz Día de la Madre, a las madres de mi patria!

(*) Abogado y Notario. Catedrático Universitario. Político Liberal.

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