Anticapitalismo y anti imperialismo

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14 de mayo de 2024
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12:56 am
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Anticapitalismo y anti imperialismo

Juan Ramón Martínez

Carías Andino, construyó un relato en contra de “empistolados” que resolvían sus diferencias en el campo de la guerra; estableciendo la paz, como justificación. Lo repitió tanto que, hasta los liberales, lo creyeron. Y fue útil para un régimen que, duró 23 años. Entonces, los liberales de Villeda Morales, Flores y Rodas, introdujeron otro discurso en favor de la libertad, el cambio social; y, la operación de un gobierno, más intervencionista en la vida social. Los militares, desde 1963 hasta 1979, manejaron un relato descalificatorio de los políticos civiles, convirtiendo en patrimonio exclusivo de los hombres de uniforme, el compromiso con la patria y la defensa de la nación. Por excluyente, fue el menos afortunado de la historia que, además, cayó en desgracia una vez que los “sandinistas” derrotaron a Somoza; y, los estadounidenses le dieron una misión subordinada a las Fuerzas Armadas.

Desde 1982 hasta 2021, el discurso de la derecha hondureña fue el de la defensa de la democracia, en forma poca entusiasta; y cargado de vaguedades, de forma que ha terminado cansando al electorado; y, permitiendo, el “relato vigente” que anima el PRL, abiertamente anti liberal, totalitario, opuesto al mercado, privilegiando la superioridad del sector gubernamental, el rechazo a los banqueros, empresarios y lideres de opinión, con un fuerte acento autoritario, que en sus momentos más exaltados, rechaza el capitalismo, favoreciendo un socialismo marxista –vago e infantil–, sin disimular sus posturas antimperialistas, especialmente contra los Estados Unidos y sus aliados. Pero sin dejar de adular a sus embajadores. El éxito alcanzado hasta ahora, se basa en su repetición y su legitimación por parte de “figuras prestigiosas”.

El discurso anticapitalista, manejado por voceros y líderes del régimen, aunque repetido, es muy débil. Los banqueros y empresarios, tienen muy buena reputación. Se mueven dentro de la ley. El 93% del ingreso nacional, es privado. El rubro más importante, lo representan las “remesas” que, son fruto de los hondureños particulares que, trabajan en el exterior. La afirmación que el mercado es autónomo, despiadado; y, sin control, cae por su peso; porque, uno de los problemas que tenemos es su imperfección, porque no está dirigido por la oferta y la demanda, sino que por el gobierno que, frena el desarrollo de las fuerzas productivas, vía control de precios, dominio sobre importaciones, monopolio de divisas; y, obstáculos a la exportación, para satisfacer urgencias electorales.

Fuera del café y el cacao, el resto de los productos agrícolas, se han venido abajo. Y cuando el frijol, exhibe un buen nivel de producción; y los agricultores y comerciantes quieren exportarlo, el gobierno frena al mercado, provocando pérdidas a los agricultores, que, no siendo tontos, el año siguiente, no cultivan el rojo alimento básico de los centroamericanos. Confirmando que, el mercado no es libre; porque no se controla así mismo, sino que lo hace el gobierno — no para corregir sus fallas inevitables–, sino para proteger sus objetivos electorales.

En términos generales, no existe un capitalismo en Honduras. Son notorios: un mercantilismo, “rentismo”; y, una oligarquía ganadera, anticuada, envalentonada. La clase empresarial, subordinada al gobierno, opera con cautela y miedo.  Basta que el director de la SAR, hable en su contra; y, mande fúnebres auditores, a que revisen sus cuentas, para provocarles a un ataque de nervios. Además, la empresa privada formal es, pequeñísima. La mayoría de los egresados universitarios, los más preparados, sueña y lucha para emplearse en el gobierno. Las universidades siguen formando empleados agachados, burócratas, improductivos; y solo las extranjeras, en términos globales, nos dan empresarios imaginativos, con ganas de arriesgar sus vidas, porque el mundo empresarial en sociedades oligárquicas como esta; es, uno inseguro, y arriesgado.

Por ello, solo las familias de padres nacidas o formados en otras culturas, son los que animan a sus hijos para que se enfrenten al “ogro filantrópico” que es el gobierno que, con el respaldo de los pobres – que son objeto de su explotación; y que, con su pasividad, le respaldan – mantiene el dominio de los mercados. Y controla todo el poder.

Claro, este discurso y sus ecos anti imperialistas, anti judíos y contra la inversión extranjera, no tiene respuesta. Nuestros intelectuales están amenazados; y otros, se han integrado en la oligarquía gubernamental, dominada por los ganaderos, que otra vez, regresan al poder para impedir el desarrollo del país. Como en el siglo XIX.

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