Nery Alexis Gaitán
Es larga la lista de los atentados a nuestro sistema democrático a lo largo de la historia. Los golpes de Estado han sido tantos que en algún momento se convirtieron en costumbre de los malos hondureños; recordemos todos los años que gobernaron los militares. Siempre el sistema democrático ha estado en peligro.
A partir de 1982, que volvimos a la era democrática y se promulgó la Constitución vigente, siempre ha estado presente la sombra del continuismo, violentando los artículos pétreos de nuestra Carta Magna. Recordemos la intentona fallida de Roberto Suazo Córdoba, cuando quiso convertir el congreso en una Asamblea Nacional Constituyente y así poder reelegirse modificando los artículos pétreos. Callejas quiso hacer lo mismo, pero no pasó de simples cabildeos.
Lo terrible fue el ataque despiadado que Inició Manuel Zelaya en contra de la Constitución, que culminó con el proyecto de la ilegal cuarta urna, cuyo único propósito era derogar la Carta Magna, para convocar a una Asamblea Nacional Constituyente con el propósito que ya sabemos, eliminar los artículos pétreos y dar carta abierta a la reelección presidencial indefinida, tal como lo han hecho sus mentores del fracasado socialismo del siglo XXI.
Lo terrible de esta intentona al sistema democrático es que tuvo un alto costo para el país. Zelaya, al haber atentado contra la forma del gobierno fue echado del poder, hacía mucho tiempo que había perdido el honroso cargo por su rosario de delitos de todos conocidos. Lo grave es que dividió a la familia hondureña, se perdieron valiosas vidas humanas y la economía colapsó. El costo social fue terrible para el país.
Luego vino Juan Orlando, que, con la complicidad de todos los partidos, negoció una ilegal reelección. Hasta cambió a los magistrados de la Sala Constitucional, a los cuales hay que indemnizar, por cierto, con más de 50 millones de lempiras, con los cuales se pudo comprar medicinas. Los nuevos miembros admitieron en contra de la Carta Magna que JOH tenía derecho a reelegirse, lo cual hizo para desgracia de nuestro país. Mientras la corrupción seguía rampante, a todo vapor.
Ahora, Luis Redondo, el presidente espurio del Congreso Nacional, por órdenes indiscutibles de Mel Zelaya seguramente, ha planteado la creación de un Tribunal de Justicia Constitucional en detrimento de la Sala de lo Constitucional. Es evidente que lo que pretende Libre, a través de su mandadero, es crear un poder alterno que declare inconstitucional todos los artículos de la Constitución que contradicen la agenda antidemocrática de este partido de izquierda.
De esta manera tendrían vía libre para imponer, entre otras cosas, la reelección presidencial y todo lo que se les ocurra para seguir gozando de las mieles del poder. Porque hay que decirlo, aun con sus terribles torpezas, se han especializado en saquear impunemente los bienes del pueblo hondureño. El nepotismo y los abusos de todo tipo están a la orden del día, en su desenfrenada carrera de corrupción.
Y es que Libre persiste en querer cambiar nuestro sistema democrático para continuar en el poder por el medio que sea. Hay que decir que nuestra democracia no es perfecta, que tiene sus fallos, que le falta más justicia social, pero es el sistema que tenemos y debemos defenderlo por el bien de todos. Si no quedaremos igual a Cuba, Nicaragua o Venezuela que se están muriendo de hambre, esa es la herencia que deja el socialismo.
Ya sabemos que de estos políticos no se puede esperar nada bueno. Y que siempre están conspirando en contra de los pobres. Por eso siempre estamos viendo sus intentos para pervertir la Constitución y las leyes. También para demoler nuestra frágil democracia, ya que no se han encargado de trabajar por el bien común, sino sólo a favor de sus mezquinos intereses.
¡Honduras merece tener políticos de calidad que su prioridad sea ayudar a mejorar la calidad de vida de los pobres!
¡LIBRE NUNCA MÁS!
