Honduras verde para el año 2000

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18 de mayo de 2024
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12:48 am
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Honduras verde para el año 2000

Por: Elvia Elizabeth Gómez García*

El lema que resonaba en los noventa en Honduras, relacionado con la protección del medio ambiente y la reforestación de los bosques que eran destruidos sin mayor cargo de conciencia. Han pasado más de 30 años de esa campaña y en lugar de observar una Honduras verde, el panorama es desalentador.

El calentamiento global es real, la carencia de políticas de Estado tendientes a la protección de los recursos naturales y el desmedido deseo de acrecentar la riqueza nos están llevando al colapso. Otro fallo de un modelo económico y un orden mundial que apuntala solamente a la acumulación de riqueza, como si el dinero fuese capaz de generar agua, aire puro o recursos ilimitados.

Contrarrestar los efectos de la ola de calor que estamos experimentando se relaciona con las condiciones de vida de cada ciudadano, lo más trágico es que poco podemos hablar de la brisa de los árboles porque en lugar de cuidarlos, se han visto como un estorbo generador de “basura”. Aquellos que gozan de una mejor posición económica pueden optar por comprar una planta generadora de energía y se solventa el problema de la falta de fluido eléctrico, pero se contribuye al incremento de la contaminación ambiental.

En definitiva, lo que estamos viviendo en estos momentos solo es el resultado de un proceso de explotación indiscriminada de los recursos naturales, en un planeta en donde aquellos que dedican su vida a la protección del medio ambiente se convierten en enemigos del sistema. No olvidemos el caso de nuestras compatriotas Blanca Jeannette Kawas, quien fue asesinada a causa de su lucha por proteger Punta Sal, cuya reserva lleva su nombre. Otra mártir es Berta Cáceres, cofundadora del COPINH y ganadora del Premio Medioambiental Goldman, quien, al recibir dicha distinción, en su discurso hace un llamado al expresar ¡Despertemos, despertemos humanidad ya no hay tiempo! Asesinada en 2016, su lucha sigue vigente pero aún no despertamos. Estos son dos casos emblemáticos, pero no son las únicas. En 2022 Amnistía Internacional informaba del asesinato de al menos 22 defensores del medio ambiente en nuestro país.

Mientras esto sucede, Honduras colapsa, racionamientos de energía eléctrica y de agua son del día a día, pero a pesar de ello no se observan cambios en los hábitos de aquellos que más consumen y contaminan. No existe un sistema de educación ambiental que pueda incidir positivamente en la protección de los recursos, y si la educación inicia en el hogar somos los padres los encargados de inculcar en nuestros hijos un mayor nivel de consciencia sobre el respeto a la naturaleza y su protección. Acciones tan sencillas como botar la basura en su lugar, reciclar, clasificar la basura, economizar el agua, un bien tan preciado al cual hoy por hoy no todos tienen acceso, debe ser inculcado en el hogar.

Escuchar a las personas mayores decir que en sus tiempos el clima era más agradable, el aire más puro, los cielos despejados y llovía en el mes de mayo, debe convertirse en punto de inflexión, de no retorno. Cuantos no hemos escuchado la expresión popular ¡esperando como agua de mayo! Pero las lluvias no llegan, los árboles tienen sus ramas tristes, sus hojas no están del verdor de otros años y todos sentimos que el clima es extremo.

La Honduras verde para el año 2000 se convirtió en una Honduras marchita, donde la tala indiscriminada y la contaminación de los ríos nos han llevado a un 2024 más seco. Cuando recorro el país, en mi mente se reviven las escenas de los paisajes verdes que observaba, de los maizales sembrados en la zona oriental, donde hoy esas tierras han sido lotificadas, el concreto gana terreno y donde los árboles estorban para levantar un centro comercial, una plaza o una gasolinera, en lugar de diseñar un entorno amigable con el ambiente se corta, como lo cantara en su momento Guillermo Anderson, “cortaron el árbol lo mataron”.

Un proverbio indígena dice lo siguiente: “Solo cuando el último árbol sea cortado, el último río envenenado y el último pez atrapado, nos daremos cuenta de que no se puede comer dinero.»

El planeta nos está manifestando el dolor y el daño que le hemos causado. ¿Qué haremos al respecto?

*Profesora universitaria.

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