¿LIBERTAD DE EXPRESIÓN?

ZV
/
20 de mayo de 2024
/
12:27 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
¿LIBERTAD DE EXPRESIÓN?

POR mucha lloreta de los legos, los confundidos, los ilusos y uno que otro soñador, en torno al derecho de libre opinión y pensamiento –que pocos, cómo nosotros hemos defendido– la realidad es que la libertad de expresión no es absoluta. “Aunque un derecho fundamental en muchas democracias, esta suele ser limitada para proteger otros derechos y valores esenciales”. Digamos “las incitaciones al odio, la violencia, la difamación, amenazas, ataques al honor y a la imagen”, contemplados como delitos en el campo jurídico. Hay leyes, incluso, que “restringen esa libertad de expresarse para proteger el orden público, la seguridad nacional, y la moral pública”. Al tenor del derecho internacional de los derechos humanos, las restricciones deben ser necesarias y proporcionales. Una norma jurídica universal aceptada es que “los derechos de uno terminan donde empiezan los derechos de los demás”. “Mi libertad para lanzar un puñetazo –pregonaba Abraham Lincoln– termina donde comienza la nariz del otro”.

Las columnas de opinión son espacios que el periódico abre a colaboradores, bajo el entendido que respetarán la línea editorial y su política de ética periodística. “No hay tal violación a la libertad de expresión al prescindir de alguna de estas colaboraciones ya que todo medio de comunicación tiene derecho de establecer su línea editorial”. Ello incluye “la decisión sobre qué contenidos publicar y cuáles no, en línea con sus valores y políticas éticas”. Es además un derecho protegido por la autonomía empresarial. La ética y responsabilidad del periódico implica qué, si se transgreden las políticas éticas del medio de comunicación, puede desprenderse de la publicación como medida de proteger su reputación y la confianza del público. “Si bien la libertad de expresión garantiza que un columnista pueda expresar sus ideas y opiniones, no garantiza un foro específico”. Hay –aparte del rotativo en cuestión– cualquier otro surtido de opciones, entre diarios, blogs, redes sociales y, gracias a la majestad del basural que la tecnología comunicacional ha permitido difundir, otras plataformas. “Oliver Wendell Holmes Jr. (Juez de la Corte Suprema de Estados Unidos): ofrece un ejemplo de los límites de falsear la verdad, y causar daño –(y si hay cosa que lastima son las falacias, palabras hirientes contra el honor y la propia imagen)– en aras de su libertad de expresión”: “La más estricta protección de la libertad de expresión no protegería a un hombre que falsamente grite ‘¡Fuego!’ en un teatro y cause pánico”. “Otro magistrado de la Corte Suprema de Estados Unidos”: “La libertad de expresión no es absoluta en todas las circunstancias. Los derechos de los individuos deben ser equilibrados con los intereses de la comunidad”.

(¿Sabías –entra el Sisimite– que The New York Times dejó de publicar la columna del conservador Bret Stephens, por criticar a un profesor de la Universidad George Washington, llamándolo “chinche”? -Sí, el periódico también tuvo –interviene Winston– “un conflicto con el senador Cotton que defendió en una columna el uso de tropas para controlar las protestas de un grupo de afrodescendientes”, causando la renuncia del editor de la página editorial. -Parecido –interrumpe el Sisimite– sucedió en la publicación inglesa “The Guardian”, por diferencia con la línea editorial del periódico, con la separación de Glenn Greenwald. No hay tales que la libertad de expresión sea algo absoluto. El medio –que espera los escritos sean orientadores de la opinión púbica– no tiene porqué sudar calentura ajena de los inventos, la tirria contra contrarios, ni la excesiva falta de respeto de ningún colaborador. Hay varios casos de la prensa, en otras latitudes, que ha dejado de publicar columnas de opinión, si chocan con la ética, la responsabilidad y la credibilidad pública. Así las cosas –suspira Winston– ¿qué tanto cuesta expresarse con mediana elegancia, mínimo de respeto, manejar información veraz no quiméricas elucubraciones en los artículos y, si se trata de hacer oposición, sin la vindicta hiriente repleta de groserías hacia los que consideran enemigos políticos?).

Más de Editorial
Lo Más Visto