Fútbol, subdesarrollo y poder

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22 de mayo de 2024
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12:59 am
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Fútbol, subdesarrollo y poder

Héctor A. Martínez (Sociólogo)

Nuestro futbol, el local, es digno del subdesarrollo, el atraso y la pobreza en la que vive. Lo es, porque, al igual que en la política y la economía, los “problemas estructurales” -como dicen algunos periodistas y políticos- pueden hacer de este deporte de masas -y fenómeno sociológico- un producto de calidad poco confiable en lo interno, y nada atractivo en lo externo.

En el futbol, una competencia interna débil se reflejará en la escasa competitividad externa de su equipo nacional. El hecho de que solo exista uno o dos campeones, mientras los demás tienen que conformarse con ver las finales en la “tele”, describe el todo de la situación que, en términos generales, no se distancia mucho de las condiciones oligopólicas que experimentan los compradores en un mercado cerrado. No hay mucho para escoger. Mientras más de un millón de fans estén contentos, todo parece estar conforme a la lógica darwiniana. ¿Es esto normal?

Un equipo local que goza al cien del patrocinio mediático, que lo respalda un abrumador mercadeo contractual y otro “ad honorem”, y que disponga de recursos ilimitados, tiene asegurada la felicidad de su hinchada y el eterno desconsuelo para los otros equipos. Cuando decimos “ad honorem” nos referimos a las decenas de periodistas deportivos y no deportivos que se encargan de posicionar el “branding” del equipo rey, aunque no formen parte de la nómina de este.

Cualquiera alegaría que es el mismo caso de una marca envidiable, como el Real Madrid, que supera cualquier percepción de la realidad; sin embargo, la estocástica suele llamar a engaño. Se trataría, entonces, de una organización exitosa que logra imponer su estrategia por sobre los demás, en el caso de que no existan deficiencias en el mercado. Pero ¿existen esas deficiencias en nuestro suelo? A ver: ¿cuántos equipos tienen estadio propio en la LINA? Hay un par de equipos que no lo necesitan: el Estado provee. Los patrocinadores de los otros, ¿son de clase mundial o se trata de marcas limitadas al restringidísimo consumo local? ¿Existe un balance en el número de jugadores que son convocados al equipo nacional? ¿Cuál es el ranking FIFA de nuestro futbol? Preguntas, nada más.

Cuando no existe una competencia fiera, la calidad de los productos tiende a disminuir, incluyendo el deporte. En mercados donde la oferta y la demanda juegan en ambientes cuasi perfectos, el futbol resulta beneficiado. En la Liga MX y en la MLS, en los últimos diez años, los equipos más triunfadores apenas llegan a 4 coronas; ¿No son esas ligas un ejemplo de una economía de libre competencia, donde todos tienen opciones de ganar? Este nivel de competitividad, ¿no incentiva la esperanza REAL en todas las provincias?

El poder consiste en ganar por largo tiempo y, donde existe poder, cualquier reforma es impensable, a menos de que todos estén complacidos. En política, el fenómeno genera descontento en oposición; en fútbol, también, porque, donde las opciones son limitadísimas, cómo diría Niklas Luhmann, el sistema está comunicando que la variación en el orden es restringida.

Ganar consuetudinariamente es el derecho de quien dispone de los recursos a su favor, pero -advertimos-, la desesperanza es un juego peligroso que se traslapa con las escasas oportunidades que ofrece el sistema, entre ellas, el desinterés de los inversionistas extranjeros, la concentración excesiva de talentos, la postergación innovadora y, sobre todo, nos coloca en la cola del Tercer Mundo.

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