Histórico antecedente del Día del Periodista

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24 de mayo de 2024
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Histórico antecedente del Día del Periodista

¿Vuelven los oscuros malandrines del 80?

Por: Oscar Armando Valladares

Cada 25 de mayo tiene lugar en Honduras la celebración del Día dedicado a los hombres y mujeres que han hecho del periodismo su ocupación habitual, tanto en el medio impreso cuanto en los espacios radiofónicos, televisuales y últimamente en las redes digitales.

Para indagar el porqué de esa fecha, precisa remontar 194 años, descender en la antañona ciudad tegucigalpense -32 meses y 15 días después de la declaratoria independendista- y concurrir al suceso inusitado de aquel 25 de mayo de 1824: el nacimiento del primer periódico hondureño, el cual con la tutela del señor Liberato Moncada, a la sazón ministro general del Ejecutivo, surgía con el nombre de La Gaceta del Gobierno, publicación de apenas trece ejemplares.

Elaborada en la imprenta gubernativa -operando en el antiguo convento de San Francisco, bajo la dirección del tipógrafo nicaragüense Cayetano Castro-, la Gaceta constaba de cuatro folios u hojas de papel florete, así llamado por ser muy blanco y lustroso.

Cabe destacar que dicha imprenta había sido adquirida por Francisco Morazán, un año atrás, en Guatemala -al precio de mil pesos-; en ella se imprimió la proclama lanzada por el eximio unionista, “al momento de salir a efectuar la pacificación de Olancho, terminada con el pacto de Vueltas del Ocote”, conforme referencia el historiador Víctor Cáceres Lara.

Cupo, pues, a Morazán -entonces Jefe de Estado- no sólo la introducción de la primera máquina tipográfica, sino a sus auspiciós el ejercicio prístino del periodismo nacional con la apertura del órgano informativo oficial. La gesta que el héroe hondureño emprendió, como soldado y estadista, de unir las cinco parcelas del istmo en una sola República, le atrajo naturalmente simpatías manifiestas y odios desorbitados. En sus memorias inconclusas -apuntes de la revolución de 1829, escritos en David (en 1841), Morazán formuló un recuento de su vida pública, maliciosamente desfigurada por unos o censurada injustamente por otros, según lo que él mismo infería. Indicaba a ese respecto, los numerosos estímulos de las pasiones, venidos del “abuso que se hace de la imprenta”.

Empero, en renglones siguientes, aclaraba: “No se crea por esto que yo desee que se limite por censura previa. Cualquiera que se establezca para destruir un vicio, que es inherente a la libertad de publicar los pensamientos, llevaría consigo el germen que también destruye esta saludable institución que, si ha sido el mejor sostén de los gobiernos monárquicos moderados, es sin disputa el alma de las instituciones democráticas”.

Si varias veces se ha abusado de la libertad de imprenta -decía- “contra mí para insultarme…, lejos de disputar a mis enemigos la posesión de este miserable recurso”, y manifestaba a los centroamericanos el propósito de no traspasar en su defensa “los límites de la moderación y del decoro”.

Dio así Morazán otra lección digna de su grandeza: el respeto a la libre expresión del pensamiento, libertad que a menudo se abusa de ella, y el hacer uso de la palabra con la moderación y el decoro, incluso con las ventajas que, en su momento, le daba la posición política al frente de los destinos patrios.

Que este 25 de mayo sirva de reflexión -crítica y autocrítica- acerca de los derechos y deberes del periodismo y de quienes -igual que el médico con su bisturí- informan y forman opinión con la voz y la pluma empleadas sin endiosamientos absolutos.

Que el periodismo crítico es útil y necesario, verdad de Dios que sí. Que la objetividad en las noticias y comentarios debería ser una praxis saludable, no hay duda en ello. La realidad, en fin, es que el proceder mediático, si bien tiene un carácter dual, público-privado, en cuentas claras y sonantes responde al fuero comercial capitalista, al código de ética empresarial y si se quiere a la muy de moda “iniciativa socialmente responsable”. Lo demás, bien decía el periodista Alejandro Valladares, son tortas y pan pintado.

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