Mis tías: Las Palma

MA
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4 de junio de 2024
/
12:45 am
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Mis tías: Las Palma

Cómo no recordar con mucho agrado los tiempos de nuestra infancia y adolescencia de nuestros  pueblos y esto sucedía en la generalidad de nuestros pueblos, donde disfrutábamos en un  ambiente natural, empezando por nuestros utensilios de cocina extraídos directamente de la naturaleza, así es, cómo no vamos a recordar, el inolvidable, cántaro donde conservábamos el agua fresquita, sin necesidad de ponerle hielo, del comal tortillero, me recuerdo que por el pueblo causó notoriedad, el caso de doña Silvia Vásquez honorable señora, de gratos recuerdos, quien hacia unas tortillas del tamaño del comal de la olla lechera, que era famosa porque solo para eso se ocupaba, para quienes tuvimos la suerte de que nuestras casas conservaban algunas vacas de ordeño sin obviar, el jarro cafetero fabricante de un café que aún a estas alturas del tiempo recuerdo su sabor, con lo agradable de su dulce, una rapadura. Todo era de barro.

Recordando estos hechos históricos viene a mi mente, los recuerdos de mis tías: las Palma así las reconocía el pueblo y en familia las llamábamos principalmente sus parientes cercanos “Las muchachas,” sus nombres eran Bricelda Rebeca y Lucila Rosaura, Palma Oyuela, ellas nunca se casaron, eran dos, de los 12 que procrearon nuestros abuelos, un batallón, pero sus hermanos le dieron una legión de sobrinos. A su casa llegábamos diariamente a todas horas del día, era algo así como nuestra sede, el día que no llegaba alguien de nosotros, era motivo de pregunta, y es, que no era para menos, su casa era un remanso de paz y alegría, ellas repartían expresiones de afecto, sanos consejos, reglas de urbanidad, como toda educadora, repartían pan cuando llegábamos con lágrimas por los regaños de nuestros padres, ellas eran nuestro paño de lágrimas.

Caso especial era cuando había producción de elotes, en los meses de invierno, como decimos en nuestros pueblos, siempre estaba a la orden la olla con el rico atol, tamalitos que nos servían con una delicadeza y tantas otras atenciones.

Ellas ya partieron, en este mes de junio estarían arribando a un año más de vida. Que el Creador del Universo, les dé una paz eterna por donde estén, en compañía de sus hermanos que ya partieron Chemita, Joaquín, Gustavo, Blanca Rosa, mi madre, Abrahán, Ángel, Aurora, Amelia Antonia, de quien siempre la recuerdo cuando la visitábamos en la ciudad de la maquila, Choloma era un océano de atenciones, en compañía de su esposo, y su hijo Nelson René, que todavía nos hace ruido, desde aquellos lares.

He querido hacer recuerdos agradables de nuestros tiempos, para alejarme por un momento que quizá sea muy largo, de ese ruido ya desagradable que provoca la política tradicional proveedora de ansiedad y de nervios cada cuatro años.

Manuel Aguilar Palma

Periferia de San Miguel de Heredia

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