La renovación necesaria del Partido Liberal

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16 de abril de 2024
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12:15 am
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La renovación necesaria del Partido Liberal

Rafael Delgado

Las instituciones políticas se renuevan o mueren. Esos son los caminos ante los cuales se enfrentan. Para lo primero hay que democratizarse, sacudiéndose de las actitudes como de las personas que no encajan en las agendas de renovación; hay que organizar la militancia y formar a los líderes nacionales, así como a los locales para convertirlos en una opción atractiva para el electorado; pero sobre todo para hacer buenos gobiernos. Para lo segundo no hay que ser nada más que seguir repitiendo lo mismo del pasado: continuar utilizando a los partidos como escudos y plataforma para transar, intercambiar favores y cuotas; prestarse a los descarados fraudes electorales, ponerse al servicio de sectores antidemocráticos e incluso ilegales para finalmente sentarse a observar como la institución pierde fuerza y languidece año con año hasta quedar en su mínima expresión.

El Partido Liberal, la vibrante organización política que gozó de prestigio durante décadas, escogió el segundo camino y cayó en una espiral descendente pagando, hasta ahora, con cuatro derrotas electorales al hilo. El partido que bajo su sombra se agrupaban diferentes sectores del espectro político para formar una gran alianza triunfadora que despertaba la esperanza de los hondureños cada cuatro años, se resquebrajó para quedar en lo que hoy vemos. La historia de los otros partidos tradicionales, grandes y pequeños no ha sido diferente. En especial al PN como a LIBRE le han pasado algo similar, con la excepción que con detentar el poder del país han comprado tiempo. Sin embargo, eso no será suficiente para frenar los signos del debilitamiento y la división que se manifestarán profundamente.

Para el bien de todos, se necesitan organizaciones políticas sanas. En medio de tanta desazón y furia por lo que ha estado ocurriendo, muchos liberales manifiestan recurrentemente su interés por cambios; que se formen precandidaturas y que se formen movimientos a lo interno que encarnen principios y acciones congruentes con un programa de rescate de la política y del país. No se trata, como el cinismo pregona, de que se anden buscando santos sin pecados. Es simple y sencillamente una exigencia mínima que la política sea una actividad de humanos de carne y hueso alejados de los peores y más dañinos intereses; que se haga con una auténtica motivación para hacer las cosas siempre bien y por las razones correctas.

A estos signos de vitalidad y de regeneración son a los que finalmente las cúpulas tradicionales y sus círculos de leales tienen que ceder, aunque no quieran. La renuncia pública de Yani Rosenthal a sus aspiraciones de presentarse como precandidato presidencial es precisamente el resultado de ese proceso lento y contradictorio, donde el Partido Liberal herido, pero todavía vivo, se mueve, haciendo intentos de reencontrarse con sus principios. Ojalá esto no sea lo último y que respondiendo al vacío que se crea alrededor de las cúpulas tradicionales, éstas vayan retrocediendo y cediendo el espacio a una nueva generación a la que no se le pueda hacer ningún señalamiento grave y con capacidad de hacer las cosas mucho mejor.

Pero para eso no solamente es necesario el rechazo del votante y el ciudadano de la calle. Es fundamental también tener una membresía partidaria consciente de su misión, que se aleje de esa insoportable ligereza con que expresa sus preferencias hacia candidatos sumamente vulnerables y marcados, descubriendo desde su interior a los potenciales líderes con vocación para hacer del PL un partido cercano a sus principios doctrinarios con capacidad de hacer gobiernos de grandes transformaciones.

Como en infinidad de ocasiones se ha dicho: el país necesita de sus mejores ciudadanos para encomendarles a sus instituciones políticas y los destinos del país. Hay que buscarlos con mucho criterio y fuera de los círculos tradicionales agotados por la corrupción y por su incapacidad de resolver los problemas del país. A su vez se requiere hoy de la construcción de grandes consensos políticos entre diferentes fuerzas políticas para hacer la victoria electoral algo seguro y la conformación de un buen gobierno de transformaciones profundas algo más cercano y no un sueño relegado para otros tiempos.

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