CAMINATAS Y EL “FAKE NEWS”

OM
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16 de enero de 2020
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12:32 am
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CAMINATAS Y EL “FAKE NEWS”

CAPITALINOS Y EL AEROPUERTOLO DOMÉSTICO Y LA SOLIDARIDAD

COMO alguna gente se desinforma por el “fake news” transmitido en los chats y las distorsionadas noticias de las redes sociales, quién sabe si los enganchados en esas nuevas romerías conozcan lo que ha sucedido desde que, meses atrás, se fueron las primeras caravanas. Entonces fueron recibidos con los brazos abiertos en los lugares por donde pasaban. Parecía una marcha triunfal, auxiliada por ángeles misericordiosos que aparecían en el trayecto para ofrecer aliento, comida, y albergue, con rumbo a la tierra prometida. El recién estrenado presidente mexicano hablaba de un trato solidario a los hermanos del sur y de total respeto a los derechos humanos. No duró mucho ni la solidaridad ni el afectuoso acompañamiento. La novedad no tardó en topar con el malestar de los anfitriones –en distintos poblados por donde pasaban– que vieron amenazada la comodidad de sus comunidades por el inusitado y masivo tropel de peregrinos. En la medida que algunos grupos lograron cruzar la frontera entre México los Estados Unidos –cubierta en directo por las cadenas noticiosas mexicanas y norteamericanas– las cosas cambiaron.

Washington amenazó al gobierno mexicano con sanciones arancelarias a sus exportaciones al mercado norteamericano, a menos que detuvieran en seco lo que calificaron como una “invasión a su seguridad nacional”. El izquierdista mandatario azteca, más volando que corriendo, envió a su canciller a implorar un arreglo con el poderoso vecino del norte. Regresó con una lista de obligaciones. Un acuerdo de “tercer país seguro” denominado “esperar en México”, mediante el cual todo el que cruzaba la frontera solicitando asilo, debía regresar a México a esperar el resultado de sus gestiones. Desplegar 27 mil guardias nacionales para atajar migrantes que cruzaran el territorio. Y disponer qué hacer con ellos. Si recluirlos en algún albergue, o regresarlos a los países de origen, asuntos soberanos sobre los cuales México dispone, con tal que se hicieran humo. Desde entonces, los peregrinos ya no son recibidos con comida enlatada, buena ropita y música de mariachis. El embajador hondureño reporta que muchos –incluso niños y mujeres– se encuentran recluidos en lugares hacinados sufriendo calamidades, quebrantos en su salud, aparte de exponer sus vidas a peores desgracias, que nada tienen que ver con los tratos esperados de la buena vecindad o a una política de respeto a los derechos humanos. Los contemplan los grupos religiosos y las asociaciones piadosas, pero ni los lugareños ni la autoridad los toleran. México, como desagravio a los muros virtuales que ha colocado a lo largo de todo su territorio, propuso un “plan integral de desarrollo”, vaya nombre rimbombante para ilusionar incautos, y atacar las causas de las olas migratorias –desempleo, miedo, violencia, inseguridad– en los lugares de origen.

Como un plan de esos no solo es cosa de soplar y hacer botellas, por mientras, mandó una limosnita de $100 millones, para un programa de becas y un proyecto de sembrar árboles. Aquí, agradecidos los destinatarios de la ayuda, seguro habrán de decir que “del lobo un pelo”. Pero como algo tenía que suceder en los países de origen tanto para atajar a los viajeros, como evitar su llegada a “la tierra prometida”, el mandatario guatemalteco se estrenó con la firma de un acuerdo de “tercer país seguro” al que –para no levantar tanto polvo– mejor lo denominaron “acuerdo de cooperación de asilo”. Los hondureños y salvadoreños que crucen por territorio guatemalteco deben solicitar asilo allí antes de hacerlo allá arriba, y permanecer en calidad de refugiados.

Muchos que alcanzaron cruzar, regresarán a engrosar las largas colas de los que esperan. ¿Qué esperan? El desahucio. Que les resuelvan favorablemente una gestión de asilo que posiblemente no les van a otorgar. A los días los demás gobiernos del Triángulo Norte, incluido el mandatario harina de otro costal, jubilosos negociaron tratos parecidos para albergar extranjeros, como para recibir y alojar a los retornados de esas otras nacionalidades. No sabríamos decir –ya que las “chatarras” de los chats y las redes sociales, por donde se informa mucha gente, transmiten información inventada– si todo lo anterior ha llegado a oídos de los peregrinos que otra vez marchan a probar suerte en las caminatas. Ah, y POTUS acaba de arreglarse con los chinos sobre las trancas arancelarias. Así que hasta allí llega toda esa algarabía de las maquilas locales que atisbaban crecimiento por artículos chinos que ya no podían ingresar al mercado norteamericano. Por ello insistimos. ¿Cuál es el plan de emergencia para crear masivas fuentes de empleo, aquí en estos pintorescos paisajes acabados, ahora que se ha cerrado la válvula de escape –que por años los desocupados tuvieron en las corrientes migratorias– a su desesperación de no encontrar trabajo en su amado terruño?

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