¿Qué corona tiene este virus?

OM
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12 de marzo de 2020
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12:38 am
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¿Qué corona tiene este virus?

Estelas del saqueo en las Ruinas de Copán

Por Óscar Armando Valladares

Un dibujo caricatural de Napoleón Ham, ha instigado este título. Un mosquito siniestro, cuyo cuerpo pardusco conlleva el término DENGUE -volando a poca altura de un cementerio de cruces- profiere celosamente: -¡Solo el coronavirus tienen en el “pico”, y yo que tengo años de “convivir” con ustedes, menosprecian mi “labor”. Malagradecidos!-. Y aún cuando Ham alude a los estragos mortales que ha venido provocando en Honduras el insidioso contagio, la sátira viene al pelo por cuanto nos conecta en serio con lo que acaece en China y en el resto del planeta a causa del nuevo virus (Covid-19) de la familia menor del SRAS (Síndrome Respiratorio Agudo Severo).

El hecho de que el brote haya tenido su epicentro en la ciudad china de Wuhan, que el país sea el más poblado de la Tierra y que está en vías de superar el poder hegemónico de Estados Unidos, vuelve el problema real de la epidemia un asunto sumamente complejo penetrado de dudas, manipulaciones, pánicos, exageraciones, aprovechamientos, hipótesis y conductas xenofóbicas.

A fin de apaciguar rumores, voceros del Departamento de Estado -encargados de combatir “desinformación rusa”- han indicado que se “está propagando la teoría de que el virus fue creado por Estados Unidos para librar una guerra económica contra China, que es un arma biológica inventada por la CIA y que es parte de una estrategia occidental de mensajes anti-China”, según un reporte de la agencia AFP, publicado en LA TRIBUNA (23 de febrero, 2020, página 22).

Ante lo que se ha dado en llamar “oleaje de alarmismo mundial”, Antonio Guiteras, secretario general de la ONU, ha urgido evitar el contagioso virus del pánico, prepararse a fondo y trabajar con rapidez para contener la enfermedad… Es el momento – subraya- de que todos los gobiernos den un paso al frente, pero “que lo hagan sin estigmas y respetando los derechos humanos”.

Por otra parte, la perspectiva de un salto pandémico ha producido ya bajas en la bolsa y dado lugar a la imposición de “medidas draconianas”. Más aún: el escándalo -avivado por la rapidez con que el mal se propaga, el despliegue noticioso internacional y el ruido vago y continuo-, hace su agosto en la demanda, escasez y carestía de artículos como las mascarillas, sobre las cuales se ciernen juicios encontrados en cuanto a su uso y utilidad; por caso, los Centros para el Control de Prevención de Enfermedades, de EE.UU., sostienen que las mismas “no protegen del virus”, no obstante el empleo casi general que el estado de alarma viene ocasionando.

De la epidemia en sí, la Organización Mundial de la Salud advierte del peligro, y su director, Tedros Adhanom Ghebreyesus, es enfático y reiterativo al expresar que ningún país debe creer que no tendrá casos. “Eso sería un error fatal, literalmente. El virus no respeta fronteras”. La organización reconoce que en China, “donde el virus apareció en diciembre”, el número de contagios y decesos ha mermado sustancialmente, “gracias a las medidas de cuarentena impuestas a más de 50 millones de personas”. Datos revelados, establecen que en la nación asiática se habían contaminado 78,824 residentes y producido 2,788 fallecidos, cantidades a primera vista significativas y que dejan de serlo al relativizarlas la población que alberga la República Popular: 1,400 millones en guarismos redondos.

Como quiera que sea, la enfermedad ha deparado al presunto “causante” un cúmulo de daños – económicos, políticos, raciales- que, como el virus, lo afectarán en tanto siga el contagio y aprovechen sus secuelas mercaderes e impugnadores del expansionismo económico oriental.

En lo que a Honduras respecta, resulta inimaginable estimar en detalle las consecuencias si la corona del virus llegare a instalarse -como el dengue- en la materia viva del compatriota. Si la diabetes, los tumores malignos, la depresión, los ataques cardíacos y cerebrales afectan de sobra a la población, con la llegada en grande del nuevo agente patógeno ya puede ir alistando su gastado equipaje aquel adulto mayor que dé positivo, pues aun cuando no resulta extremadamente peligroso el tal Covid-19 -como el ébola y la gripe A (H1N1)-, la inseguridad social venida a menos es capaz -al descuido- de apurar los traslados de Caronte, el barquero funéreo de la mitología.

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