Infraestructura resiliente ante desastres
Infraestructura resiliente ante desastres
Álvaro Sarmiento
Infraestructura resiliente ante desastres. Infraestructura resiliente ante desastres. Hace algunos meses, sin quererlo me adelanté a la potencialidad de un fenómeno natural como el Eta. Concretamente, la inversión en infraestructura, la resiliencia, frente a la altísima vulnerabilidad que tienen los países centroamericanos frente a los desastres naturales.
Aunque todavía no se cuenta con un diagnóstico completo de la situación, se estima la destrucción de al menos 20 puentes y 30 dañados, más de un centenar de carreteras con daños y al menos 60 comunidades incomunicadas. Se mencionan más de 120,000 millones de lempiras en pérdidas, y para “llover sobre mojado” en el peor año de indicadores económicos desde la Segunda Guerra Mundial.
Mencioné el blog de especialistas del Banco Mundial (GBM), concretamente el documento “Cinco acciones para promover un desarrollo seguro y resiliente en Centroamérica”. Los datos de partida son impactantes, “en Centroamérica, que tiene la segunda tasa de urbanización más rápida del mundo y ocupa el segundo lugar en vulnerabilidad ante desastres, las inversiones en infraestructura deben incorporar un análisis del riesgo de desastres y posibles escenarios de cambio climático”. En otras palabras, construir infraestructura disminuyendo su vulnerabilidad ante los desastres naturales, evitará que continuamente sigamos pagando exponencialmente por obras que deben reconstruirse una y otra vez. Según este blog del GBM, el beneficio promedio de invertir en infraestructuras resilientes en países de ingresos bajos y medio es de US$4 por cada dólar invertido.
El estudio propone 5 acciones para mejorar las futuras inversiones resilientes: 1. Promover inversiones resilientes en el contexto del fortalecimiento de los sistema nacionales de inversión pública, es decir análisis de riesgo mucho más robusto. 2. Reconstruir mejor luego de un desastre. Aquí se debe equilibrar la urgencia por resolver un problema inmediato con las alternativas para dejar una infraestructura más resistente. 3. Desarrollar mecanismos de blindaje fiscal y presupuestario de los proyectos de inversión. 4. Fomentar las alianzas público-privadas APP a través de condiciones a nivel regional. Creer que estas inversiones se originarán en el presupuesto nacional es poco realista. 5. Identificar proyectos disruptivos de impacto regional. En pocas palabras, el financiamiento de obras públicas, llámese aeropuerto u hospital, debe diseñar obras para aguantar huracanes, temblores, cortes de electricidad continuos, etc., y evitar pagar varias veces lo mismo, un lujo que un país pobre no puede darse.
Ya los bancos de desarrollo internacionales: BCIE, Banco Mundial y BID, se han reunido para coordinar una estrategia multilateral frente a un problema que no se acaba con la finalización de la época de huracanes. Tenemos claro que se requieren nuevos y cuantiosos recursos financieros, pero los niveles de endeudamiento del país hacen prohibitivo continuar en la dinámica de nuevos préstamos.
La reconstrucción de infraestructura en buena medida requiere la inversión del sector privado, nacional e internacional, por ejemplo, a través de alianzas público privadas, con reglas de juego claras y transparentes. Seguramente las nuevas condiciones van a obligar a replantearse el marco normativo, para atraer un flujo constante de inversión a través de APPs. Las instituciones de crédito internacionales antes mencionadas y sus brazos de apoyo al sector privado pueden convertirse en los grandes socios, para captar recursos e inversiones que no presionen la deuda gubernamental, con todos los efectos que eso representa.
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