“DE ESOS POLVOS”

MA
/
23 de marzo de 2021
/
12:25 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
“DE ESOS POLVOS”

SERVICIOS DIGITALES TRANSFRONTERIZOS

Continuamos con otros fragmentos que pedimos prestados del libro de Enrique Krauze, sobre otros hechos que precedieron la toma del poder del primer “mesías” latinoamericano de los tiempos modernos. La Venezuela de ahora, de la que algunos se enteran de ojear noticias sobre hechos recientes—pero con desconocimiento total de como empezaron las cosas—solo recoge destellos de como la autocracia terminó por arruinar el país. Se valió de la democracia para acabar con la democracia; pulverizar en cenizas la oposición; acabar a los partidos políticos tradicionales, cerciorándose que los venezolanos no tuvieran jamás un proceso confiable de elección. Se hizo del monopolio de la comunicación, amordazando y cerrando todo medio independiente–incluso los que creyeron sobrevivir acomodándose—y conculcó las demás libertades. Convirtió un país sentado en las reservas más ricas de petróleo en tierra asolada de hambre, miseria y desahucio.

“En el 2002—cita Krauze—en las memorias escritas en colaboración con el historiador Antonio Sánchez García, otro joven exaltado de esos años escribe: “…boicoteamos las elecciones… y a pesar de coincidir con el análisis de la situación política nacional de Jovito Villalba, boicoteamos sus actos y manifestaciones… Creíamos que de esa forma construiríamos el futuro”. “Pero la historia real… lo quiso de otra forma…”. “El precio lo estamos pagando ahorita, para nuestro infinito pesar”. De esos polvos salieron estos lodos”. Hasta llegar al acontecimiento sangriento que enciende la mecha: “El caracazo echó por la borda el quinquenio entero. Lo que sobrevino después fue una caída en tobogán”. ‘Ese día cayó Pérez y cayó la democracia’, admite ahora Moisés Naím. “Se fue creando así, en los grupos de poder, un ambiente hostil al cambio. La izquierda bombardeaba al gobierno y al sistema como un todo, con la prédica del ‘capitalismo salvaje’. La derecha veía la posibilidad de gobernar ‘de manera directa’ y trabajó en destruir los partidos…”. Mientras tanto, la guerra civil entre las cadenas televisoras habían subido de tono”. “No sin soberbia se creían detentadoras virtuales del poder, y para presionar al gobierno comenzaron a atizar el peligroso fuego de la ‘antipolítica’. ‘Todos somos culpables’, dice Ibsen Martínez—que escribió una telenovela para satanizar la política (cuyo protagonista eran un ‘vigilante’, es decir ‘un tipo que tomaba la justicia por sus propias manos, una prefiguración de Chávez’ )—al ponderar con valentía su propia responsabilidad en esos hechos”.

“Divididos y aterrorizados por una emergencia que no sabían manejar, los partidos entregaron la cabeza de Pérez. Pocos calibraron la gravedad de haber cortado una continuidad institucional de más de treinta años; menos aún advirtieron el efecto de los hechos en las calles: Chávez—preso por el fallido golpe de Estado—decía la gente, “Chávez, tenía razón”. Precisamente esa consigna—recuerda Carlos Raúl Hernández—le gritaban las barras ante el Capitolio, a los orgullosos parlamentarios que apuraban el paso a la salida de la sesión del Congreso en la que se aprobó el enjuiciamiento….”. “Uno de los primeros actos de Caldera como presidente fue amnistiar a Chávez”. “Por eso, más que la liberación de Chávez, quizás el acto decisivo fue el sobreseimiento de la causa por el golpe”. “Para Hernández, Caldera creó con esto las condiciones jurídicas para el asenso de Chávez”. “Tras la liberación de Chávez y el posterior sobreseimiento de su causa, se perdió la posibilidad de fortalecer las instancias arbitrales en la sociedad venezolana”. (Diríamos—a propósito de la pérdida de las instancias arbitrales– que lo anterior es equivalente al descrédito inmisericorde de que son víctimas las autoridades electorales hondureñas en estos momentos. Una campaña de parte de perdedores y de quienes cándidamente creen ganar atacando la institucionalidad. No captan—o quizás sea otro interés que los mueve — que con ello solo consiguen minar más la confianza de la opinión pública en el proceso electoral. Y si envilecen —a punta de palos– la salida democrática a la crisis ¿qué queda?).

Más de Editorial
Lo Más Visto