Honduras como Estado-nación actualmente

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10 de mayo de 2021
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12:02 am
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Honduras como Estado-nación actualmente

Por: Marcio Enrique Sierra Mejía

El propósito del presente artículo. Es colocar en el debate político. El tema de nuestro Estado-nación. Tomando en consideración las condiciones históricas de la globalización en este siglo XXI. Y dada la coyuntura política que estamos viviendo. Los políticos están obligados a reflexionar al respecto.

El Estado–nación de Honduras. Debe realizar inteligentes y necesarios cambios. Porque las condiciones de la globalización del desarrollo del capitalismo así lo requieren actualmente. Estamos transitando del Estado neoliberal a una posible conformación de un Estado posneoliberal. Ya no tenemos el poder político efectivo como Estado nacional. Hay distintas fuerzas y actores del ámbito interno. Regional e internacional. Que inciden en el poder efectivo y lo canjean. Nuestra actuación como Estado-nación. Se produce en un contexto imbricado de sistemas regionales y globales cada vez más complicados. Que influencian tanto la autosuficiencia -al afectar los costos y los beneficios de las políticas y al influir en los programas institucionales- como en nuestro dominio. Las estructuras jurídicas y las prácticas administrativas nacionales, regionales e internacionales. Van cambiando y provocan desequilibrios. Hoy por hoy. Necesitamos redefinir aspectos políticos internos y cuestiones externas convenientes para mejorar nuestra soberanía. Nuestra democracia. Y nuestra tecnología inteligente.

El gobierno enfrenta problemas tales como el narcotráfico. El empleo de recursos no renovables. La epidemia. La emigración. La precarización laboral. El empobrecimiento. La deforestación. La corrupción. Todas son dificultades que constituyen los desafíos principales de la política. Interconectadas. Con colectividades políticas nacionales. Con flujos y procesos regionales y globales. Que nos hacen tomar parte en una intensiva coordinación y regulación transfronterizas.

La estructura del sistema de Estado–nación de Honduras. Se caracteriza por la fuerte tensión entre la consolidación de su ejecución administrativa y la legitimidad democrática dentro de sus fronteras como Estado y la implementación de una política de poder fuera de esas fronteras. La creciente implicación del Estado-nación de Honduras con las redes regionales y globales. Sobre todo. En lo que va de este siglo XXI. Altera la magnitud y el alcance de la autoridad y la soberanía de Honduras. La intensificación de las interconexiones regionales y la proliferación de relaciones globales. Plantea a nuestro Estado-nación importantes dilemas asociados. Por un lado. A la aptitud de nuestro Estado para resolver efectivamente las demandas provenientes de las fuerzas trasnacionales. Y por el otro. A la actuación eficiente del Estado ante la gran cantidad de hondureños y hondureñas por ellos afectadas.

La intensa financiación externa para el desarrollo de la producción (préstamos y donaciones). Asociadas a las finanzas nacionales más otros recursos económicos. Están erosionando ineludiblemente. La capacidad de nuestro Estado nacional para controlar el propio futuro democrático: se produce un distanciamiento entre la idea que tengamos como comunidad política para determinar nuestro propio futuro y la dinámica de la economía política actual. Por una parte. Parece que en estos momentos. Nuestra democracia formal se procura extender con legitimidad. Y por otra. Vemos que el Estado-nación está más encadenado por las fuerzas del capital transnacional y las redes de interconexión global. Que ponen en entredicho nuestra capacidad para llevar acabo la conducción de la política económica y el desarrollo nacional.

La globalización de la economía hace depender la riqueza de Honduras. Sus empresas e individuos. De movimientos de capital. De cadenas de producción y distribución que se interrelacionan en el conjunto del planeta. Socavando en consecuencia. La especificidad del territorio hondureño como unidad de producción y consumo.

Se ve claramente que en la actualidad. Coexistimos en una sociedad de la información en que lo global condiciona lo local y los flujos electrónicos estructuran la economía a partir de relaciones entre unidades espacialmente distantes. Las empresas trasnacionales (maquilas y otras multinacionales agroindustriales y de servicios propiamente). Ya no tienen que limitarse a recurrir a fuentes de recursos cercanos a su país de origen. Tampoco tienen que limitarse a depender de los esfuerzos de los gobiernos para atraer recursos de otros lugares del mundo y canalizarlos hacia los usuarios finales. Como los mercados mundiales funcionan por su cuenta. El Estado-nación hondureño. Ya no tiene que desempeñar el papel de creadores de mercado.

El crecimiento en el desempleo continuará contaminando la economía global. Vulnerando la capacidad del Estado nacional. Para gestionar. De forma efectiva. Sus propios asuntos domésticos. La informatización de la producción ha tendido a liberar al capital de su respectivo gobierno. Por lo tanto. Ante la debilidad del Estado nacional frente al creciente poder de las empresas trasnacionales. Se corre el riesgo de que se desarrollen situaciones de empleo cada vez más precarias. Una vez que se debilita la posición de la fuerza laboral. La producción en red puede volver a aplicar antiguas formas de trabajo no garantizado. Repercutiendo también en la calidad de nuestra democracia.

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