José Reina Valenzuela. Una lectura del proceso independentista y sus protagonistas. (Parte I)

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21 de agosto de 2021
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12:50 am
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José Reina Valenzuela. Una lectura del proceso independentista y sus protagonistas. (Parte I)

Vicente Mejía Colindres a Carías Andino: “DESEO QUE EN ESTE CARGO SEAS MENOS INFORTUNADO QUE YO”

Por: Rolando Sierra Fonseca

Introducción
La investigación histórica del período de la independencia del imperio español em 1921 es una materia relativamente escaza en la historiografía hondureña, aún cuando, se remite al origen de la nación y se convierte en un elemento significativo en la conciencia de la identidad nacional.

Tomando en cuenta que el desarrollo de la historiografía hondureña es reciente las perspectivas de estudio e investigación abren múltiples ventanas de indagación para historiadores e historiadoras. La independencia de Honduras y Centroamérica, si bien ha sido analizada y trabajada en las historias generales, desde Antonio Ramo Vallejo en el Compendio de historia política y social de Honduras, publicado en primera edición en 1882 y en las posteriores historias generales del país publicadas por Rómulo E. Durón, Félix Salgado, Manuel Barahona, Medardo Mejía, Longino Becerra, Mario Argueta y Marcos Carías Zapata, son escasos los estudios monográficos y específicos. Fue tratada por primera vez en la década de los cincuenta por un destacado estudioso de la historia de Honduras, como fue Ernesto Alvarado García, quien publicó el libro La Independencia en América Latina, publicado en España por Guadarrama y en él hace aportes de las independencias de Centroamérica y de toda América Latina.

El primer el estudio sobre la independencia de Centroamérica realizado dentro de la historiografía nacional fue la tesis del también primer historiador hondureño graduado en la Universidad San Carlos de Guatemala, Guillermo Mayes Huete: Honduras en la independencia de Centroamérica y la anexión a México (1955), quien trabajó el tema para su tesis de graduación. Investigó en los archivos de Guatemala y en los archivos generales de Centroamérica, escribió esta historia de la participación de Honduras en la independencia de Centroamérica. La tesis fue publicada en la década de en la revista Ariel, que dirigió don Medardo Mejía.

El siguiente trabajo sobre Honduras y el proceso de independencia fue publicado en 1973 por el ingeniero Filander Díaz Chávez, con el libro La independencia de Centroamérica: dilatado proceso de liberación nacional, que es una nueva historia de independencia escrita desde una perspectiva marxista, con un tipo de análisis geográfico.

El tercer y último libro publicado hasta ahora sobre este proceso emancipador es José Reina Valenzuela, bajo el título Hondureños en la Independencia de Centroamérica (1978), donde analiza especialmente las figuras de Dionisio de Herrera y del padre Francisco Antonio Márquez como las dos grandes figuras que son los que desde Honduras trabajan y preparan a la gente.

Es así que el objetivo de este artículo es el de analizar la interpretación que este autor hace de la independencia centroamericana de la corona española en relación con la participación de las y los hondureños en este proceso desde la marginal provincia de Honduras en la antigua capitanía general de Guatemala.

En un primer apartado se analiza la obra historiográfica de Reina Valenzuela y se ubica dentro de la historiografía hondureña. En un segundo apartado se analiza su visión de la independencia y la participación de los hondureños en dicho proceso.

Su legado historiográfico sobre Honduras.

José Reina Valenzuela, nació en la ciudad de Comayagua el 28 de marzo de 1907 y murió en Tegucigalpa en diciembre de 1994. Dejó impresa su huella en toda la historiografía hondureña del siglo XX. Para Oquelí (1985,34) “es después de Durón, el que mayores aportes ha hecho a la historiografía nacional” y para Argueta (2004, 342) ha sido “uno de los que más ha contribuido a la historiografía nacional en el presente siglo”. Por su parte, Euraque (2008, 33) considera “No hay duda que Reina Valenzuela fue uno de los más importantes historiadores de las últimas décadas en Honduras”.

Reina Valenzuela llena con toda su obra la producción historiográfica nacional de la segunda mitad del siglo XX. Convirtiéndose en la figura que permitió la transición de la generación de los historiadores fundantes (Antonio R. Vallejo, Rómulo E. Durón y Esteban Guardiola) y la nueva generación de historiadores profesionales como Marcos Carias, Mario Argueta y Rodolfo Pastor hacia una investigación histórica más académica y teórica. No solo es el heredero y depositario del bagaje histórico de la generación fundante de la historiografía nacional, sino que tuvo la sabiduría para conservar lo que se tenía que mantener y transitar hacia una historiografía con mayor rigurosidad en el uso de las fuentes y documentos, de aparatos críticos y en la perspectiva de rescatar la historia nacional en sus diferentes épocas y procesos. (Sierra, 2001a).

Prácticamente, durante la década de los cincuenta y especialmente de los sesenta del siglo XX será la persona que se entrega con mayor dedicación al estudio de la historia sobre Honduras. Fue durante la década de los sesenta que publicó la mayoría de sus libros a la vez que revitaliza la Academia Hondureña de Geografía e Historia, siendo su secretario y presidente. A finales de los cincuenta puede observarse en Honduras que cerraban su ciclo historiadores de la talla de Rafael Heliodoro Valle y apenas era emergente la generación de Mario Felipe Martínez Castillo, Marcos Carías y Ramón Oquelì. Mientras que desde otra perspectiva historiográfica se ubica su contemporáneo Medardo Mejía y posteriormente Filander Díaz Chávez que daban un giro a los estudios históricos en el país al iniciar a interpretar la historia en clave marxista. (Sierra, 2001a).

Pero Reina Valenzuela no solo fue un auscultador de la historia nacional fue también testigo protagónico en el acontecer del siglo XX: vivió la violencia de las guerras civiles de la década de los veinte, la dictadura de los treinta y los cuarenta, la organización del movimiento obrero en 1954, los períodos de democracia en los cincuenta y sesenta, los gobiernos militares desde los sesenta hasta los ochenta, y también fue testigo de la transición política que vivió el país desde inicios de los ochenta. Así como del proceso vivido por la Universidad Nacional al paso de Universidad Nacional Autónoma de Honduras, institución que conoció como estudiante, profesor, decano y rector, y la cual, también, asumió como objeto de estudio.

Por ello Reina Valenzuela, al igual que algunos de su generación, recurrió a la historia para comprender la sociedad hondureña en sus limitaciones, frustraciones y la débil identidad nacional. En ese sentido no fue ningún idealista sobre la vida y sobre Honduras. Su visión y reflexión sobre la historia de Honduras fue crítica, clara e impávida, propia de un conocedor de las estructuras de poder que han obstaculizado el desarrollo social y político del país. En esa línea escribió:

“Es evidente que los hondureños no hemos aprendido con los golpes recibidos; no hemos despertado del sonambulismo en que nos han sumido los cantos falaces y las promesas tentadoras de quienes pretenden aniquilarnos y reducirnos a la mínima expresión tanto en lo tocante al territorio nacional como en lo económico, político, etc.” (Reina, 1965, 263).

Durante varios años y con sus propios medios, tanto intelectuales como materiales, investigó en archivos extranjeros y nacionales: México y Guatemala, entre otros, convirtiéndose, en uno de los principales estudiosos y divulgador de la de la historia colonial de Honduras como se puede constatar en su obra.

Antes de revisar sus aportes a la historiografía nacional es importante preguntarse qué significaba para este autor estudiar y escribir historia. Al respecto escribió: “No se trata de una interpretación para decir lo que el autor quisiera que fuesen los hechos narrados, acomodando el modo de pensar de aquellos tiempos en una mixtificación y retorcimientos atrevidos, con los pensamientos y las realizaciones del hoy o de las doctrinas políticas, sociales y económicas del siglo XX” (Reina, 1978, 49).

De igual forma entendía la historia más allá de la acumulación de fechas y de hechos: “Tampoco es una relación y mención de fechas; es, si se quiere, una puntualización de la realidad histórica que no puede ser acomodada a la interpretación modernista o a someterse a un análisis para concluir que lo que se hizo, pudo haberse hecho de otro modo, pues esto equivaldría a olvidar cual era la realidad de entonces, o cual era esa realidad histórica que se pretende mantener inalterable” (Reina, 1978, 49).

Es desde este modo de concebir la historia que hay que leer la narrativa histórica de este autor. Los aportes o el legado de Reina Valenzuela en el campo de la historiografía son significativos tanto cuantitativa como cualitativamente en los ejes temáticos de la historia colonial, de la Iglesia, el período de la independencia y de la historiografía hondureña, sobre todo, en el estudio de la vida y obra de los historiadores fundantes.

Su estudio de la historia colonial hondureña se basa en el conocimiento de los principales centros de la vida colonial y de su principal institución: la Iglesia Católica. En esta línea sobresalen sus libros: Comayagua Antañona: 1537-1821 (1965) y Tegucigalpa: síntesis histórica (1981). El primero es un estudio que registra el establecimiento y consolidación de la dominación española en esta región en Honduras, la dinámica del poder y de las instituciones coloniales. Así como, la dinámica de la vida de la Iglesia, la religiosidad popular, el trabajo misionero, el trabajo, la mano de obra, etcétera. Cabe decir que esta es una de las primeras obras monográficas sobre la colonia en Honduras y en la que, por vez primera, dentro de la historiografía nacional, cuenta con un aparato crítico y heurístico. El segundo estudia, también, la conformación de la antigua Alcaldía Mayor de Tegucigalpa, ubicándola en la posición que le corresponde dentro de la historia nacional.

Para entender la sociedad colonial hondureña, el autor explica que esta se caracteriza por el hecho en el que: “… la afluencia de españoles no alcanzó ni la cantidad ni la calidad necesaria para su desarrollo, la inmigración quedó reducida a las familias que, por razón de empleo en lo político, militar y administrativo, se establecieron en determinados sitios, y a la de algunos empresarios y trabajadores que estimulados por los provechos de la minería y de la ganadería fijaron su residencia en territorio hondureño. Sin embargo, es de advertir que esta última clase de inmigrantes fue un tanto cohibida, pues ni los peninsulares podían establecerse en los reales de minas sin previa autorización o patente del Rey” (SHU: 15)

Es así como, en su libro Comayagua Antañona, define la colonial como una sociedad estratificada y dividida en donde:

“La gente rica vivía en el centro hasta unas cuantas cuadras de la Plaza Mayor en donde había edificado sus mansiones con todas las comodidades; el portón ancho, los balcones de rejas y el gran patio empedrado, …. En los barrios Vivian los de median posición, obreros y labriegos generalmente o comerciantes en pequeño; sus casas eran de bahareque y algunas de adobes…. En ‘las afueras’ vivían los indios, naborìos o peones de tierras o mozos o guías para los viajeros, pobres en su habitación y en su comida, escasos de recursos como de instrucción” (Valenzuela, 1965, 121).

Si bien esta obra de Reina fue anterior a la a La patria del criollo de Martínez Peláez si observó la contradicción social, señalada por Martínez Peláez en sus principios planteados sobre la política agraria española para el repartimiento de tierras y el latifundio explican también el surgimiento del régimen de trabajo impuesto por la colonia especialmente para los indígenas: “…basado en el repartimiento, fue preciso que el proceso histórico pasara previamente por el repartimiento de tierras, característico de la Conquista, base orgánica del latifundismo posterior, además del repartimiento esclavista de indios, ejercidos en un solo y mismo procesos. Variantes del repartimiento de mercancías y el repartimiento de hilazas de algodón, en que quedaban incorporados las madres indígenas y sus hijos al brutal y agotador régimen de trabajo”. (Díaz Chávez; 1973:4)

En esta sociedad “Fue el indio, dice Reina Valenzuela, el factor social más desamparado; sobre él pesaban los tributos, cuyo monto no siempre fue justo ni bien administrado; el cultivo de la tierra, la servidumbre y el laboreo de minas, fueron sus ocupaciones más importantes. Siendo dueño de la tierra, el indio jamás tuvo título de propiedad de las que trabajan con tesón y sacrificio. Le seguían en ascenso los labradores que pagaban a la iglesia los diezmos y primicias con que se gravaban sus cosechas; más arriba de estos estaban los artesanos: carpinteros, albañiles, herreros, zapateros, etc., luego los propietarios y funcionarios de la Corona y, sobre todos ellos, el clero”. (Valenzuela, 1965, 121).

Dentro de esta sociedad estratificada y excluyente, “Las gentes, de acuerdo con el autor, dividían su tiempo entre la iglesia y el trabajo; ante el temor del clero y de la Inquisición, no tuvieron libertad para disfrutar a sus anchas de cuanto poseían” Valenzuela, 1965, CA, 121). Así, “en esta forma transcurría la vida apacible de la Comayagua Antañona; entre la misa y las procesiones, entre el hato y la cancha de gallos, entre el hogar y las escapadas nocturnas y entre plácidas tertulias y tumultuosas riñas callejeras”. (Valenzuela, 1965, 122).

En el campo de la historia de iglesia de Honduras publicó una obra pionera titulada Historia Eclesiástica de Honduras, pensada en cinco tomos (uno por siglo). Solamente logró publicar los dos primeros volúmenes referidos al siglo XVI y XVII. Esta periodización la baso en la secuencia cronológica de cada uno de los obispos de la diócesis de Honduras y convierte de esa manera su gran trabajo en un episcopologio. Esta obra presenta una historia que, por su misma división en volúmenes, tiene el mérito de ser lo suficientemente detallada en la presentación de los hechos y no por ello descriptiva. Por muchos años este autor ha realizado investigaciones en los archivos de México, Guatemala y Honduras. (Sierra, 1993)

Del estudio del período colonial, el otro momento histórico en el cual Reina focaliza su interés fue el de la independencia de España y la naciente República hondureña, mediante al acercamiento de sus principales protagonistas, con sus trabajos: José Cecilio del Valle y las ciencias naturales (1946); El prócer Dionisio de Herrera (196); Hondureños en la independencia de Centroamérica (1978) y José Trinidad Cabañas: estudio biográfico (1984).

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