DALI

MA
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23 de agosto de 2021
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12:28 am
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DALI

La autora Marisa Alonso nos propone en forma de relato la historia de una de las figuras más relevantes del arte: Salvador Dalí.
El hecho de que a Salvador le pusieran el mismo nombre que a su hermano, fallecido solo unos meses antes de su nacimiento, hizo que quisiera destacar para ser diferente y muy mimado.

Durante las vacaciones iban a descansar a la residencia de verano que tenían en Cadaqués, un pueblo muy cerca de Figueras, su pueblo natal. Allí se sentía más libre y podía dedicar más tiempo a lo que tanto le gustaba: la pintura.
– ¡Deseo pintar! ¡Ahoraaaaa! – gritaba
– ¡No es hora de pintar, Salvador! ¡Es hora de comer! – decía su madre, y agarraba una rabieta descomunal.
– ¡Qué bien dibujas! – le dijo Felipa, su madre.
Y muy pronto, animado por sus padres, comenzó a dar clases de dibujo.

Cuando Salvador cumplió dieciséis años, su madre murió de un cáncer de pecho, y quedó totalmente desolado.
Su padre insistía para que estudiara, pero Salvador solo pensaba en pintar, y eso hizo que su relación no fuera muy buena. A pesar de todo, su padre organizó su primera exposición de dibujos.
Más tarde empezó a ir a la Escuela de pintura de San Fernando, en Madrid, y en la residencia de estudiantes donde vivía hizo amistad con el poeta y escritor Federico García Lorca, al que luego pintó, y también con el director de cine Luis Buñuel, con el que hizo alguna película. En esa época empezó a vestir de manera extravagante y a ser conocido por su manera de ser: excéntrico, provocativo, arrogante y loco. Lo expulsaron de la escuela por insultar a un profesor en el examen de graduación.

Después de un tiempo de inactividad se fue a vivir a Paris. Visitó el Louvre y conoció a los pintores Pablo Picasso y Joan Miró. En ese tiempo empezó a estudiar el movimiento de los objetos y sus distintos ángulos, e interpretó con imágenes el subconsciente, la realidad y la percepción convirtiéndose en un genio de la pintura surrealista. Su primer trabajo en este estilo fue ‘Aparatos y mano’.

Una mañana de 1931 se puso a pintar un cuadro de relojes al que llamó ‘La persistencia de la memoria’; eran relojes blandos que se derretían. Hoy esa obra se encuentra en el museo MoMA de New York.
Cuando Dalí y Gala se conocieron tuvieron un flechazo. Ella abandonó a su marido y se fueron a vivir juntos; a partir de entonces ella le sirvió de modelo para el resto de su vida.

Durante la segunda guerra mundial se fueron a vivir a Estados Unidos. Por entonces, para imitar al pintor Diego Velazquez se dejó un largo y fino bigote, al que sacaba mucho partido, y consiguió mucha publicidad, siendo portada de revistas con famosos del mundo de la cultura y el cine, como con Walt Disney o Alfred Hitchcock con los que hizo una película. Allí publicó su autobiografía: ‘La vida secreta de Salvador Dalí’.

Volvieron a vivir a España durante la dictadura de Franco. Salvador Dalí rodó películas, escribió manuscritos, esculpió joyas, abrió El Teatro-Museo de Figueras y continuó pintando. Hacía cuadros estrellando huevos con pintura contra un lienzo, aumentando así su fama de estar loco.

Cuando murió Gala se fue a vivir al castillo de Púbol (Gerona), donde hizo sus últimas obras. Poco después, cuando se quemó el castillo, se instaló en Torre Galatea en Figueras, donde murió a la edad de 84 años.
‘La única diferencia entre un loco y yo, es que el loco cree que no lo está, mientras yo sé que lo estoy’. (Salvador Dalí 1904/1989).

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