El Trifinio y Estados Unidos

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26 de agosto de 2021
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12:03 am
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El Trifinio y Estados Unidos

Por: Segisfredo Infante

A veces, durante meses o años, se pone de moda algún tema internacional que involucra positivamente a países pequeños. Digo “positivamente” porque las cuestiones negativas, sobredimensionadas, son aquellas que suelen predominar, y en las cuales mucha gente se enreda, extraviando el horizonte. Nunca olvido la escena de Manuel Antonio Noriega, en Panamá, pegándole a un podio, o a una mesa, con un machete desenvainado, provocando la cólera de la superpotencia hemisférica. Noriega era de aquellos dirigentes típicos que por encima de su país y de su pueblo alzan la bandera de sus intereses personales mezquinamente inmediatos, generando tragedias.

En el caso regional de América Central, especialmente de los países que han sido bautizados como Triángulo Norte (Honduras, El Salvador y Guatemala) con el objeto de empujar el proyecto conocido como “Plan de la Alianza para la Prosperidad” a fin de convertir en un cristal la integración económica, neutralizar la criminalidad y detener las migraciones masivas hacia la región norte del continente. En este punto resulta indispensable una aclaración: las integraciones centroamericanas han fallado, en forma reiterativa, porque han sido el resultado de los pactos y los desencuentros de las élites desde arriba, sin ningún proceso de interiorización en el alma de los pueblos.

Ricardo Zúñiga Harris ha sido el encargado, en estos últimos meses, de lidiar con el problema del “Trifinio”, como personalmente prefiero llamarle. “El Trifinio” es un área fronteriza compartida por las mancomunidades de los tres países mencionados. Pareciera que el problema que se impone, como la punta de un “iceberg”, es la asignación de fondos a los tres gobiernos centroamericanos, aun cuando la problemática sea más compleja y profunda de lo que asemeja. Para resolver este asunto delicado le sugeriríamos a Mr. Ricardo Zúñiga, que el Departamento de Estado piense en la mejor forma de invertir tales aprobaciones presupuestarias en proyectos concretos de infraestructura expansiva, a fin de ofrecer empleo a decenas de miles de desempleados y semiempleados. No hay necesidad de transferirle a ninguno de los tres gobiernos dinero en efectivo. Un solo ejemplo a seguir es el de los japoneses, quienes ejecutan y supervisan directamente varias obras de infraestructura, sin ninguna complicación.

Pero si acaso la propuesta anterior fuera demasiado engorrosa, desde el ámbito ideológico o administrativo para el Departamento de Estado, pueden invitar a inversionistas estadounidenses y europeos poderosos a que vengan a la zona del “Trifinio” a inspeccionar las probabilidades comerciales de ese punto transfronterizo. En caso que tal sugerencia les pareciera a los visitantes que carece de asidero material, pueden desplazarse hacia el pequeño valle de la “Acrópolis de Copán”, muy cercano a Guatemala y con enormes potencialidades turísticas. Hasta podríamos volver a sugerir, con tenacidad, la idea de un “Clúster” económico abarcador, en distintos rubros de la economía: hotelería, caficultura, tabaco, finanzas y artesanías de diversos tipos, siguiendo un poco las ya viejas propuestas (todavía vigentes) del harvariano Michael Porter, a quien he leído desde hace más de veinte años, y a quien conocí en una conferencia de cuatro horas en Tegucigalpa. En caso de ser ignorada esta propuesta, los dirigentes e intelectuales de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, podrían adoptarla como suya, en virtud que los actuales candidatos presidenciales parecieran carecer de auténticas propuestas económicas y financieras. Inclusive, más de alguno de estos candidatos es experto en atacar odiosamente a sus rivales, pero sin ninguna capacidad de ofrecer proyectos factibles para el bienestar real de la población pobre de Honduras.

No conozco al joven Ricardo Zúñiga Harris. Me dicen que es un hondureño-estadounidense muy inteligente y con gran capacidad de negociación. Pero sí recuerdo con claridad la figura de su padre: el mayor ® Ricardo Zúñiga Morazán (QEPD), con quien fuimos compañeros en dos cursos universitarios, allá por la década del ochenta, en “Arte Mesoamericano” y en “Historia del Capitalismo”. Recuerdo que le gustaba participar simpáticamente en clases, con opiniones propias. El mayor ® Ricardo Zúñiga Morazán era nieto (por el lado materno) del gran pedagogo hondureño que hizo carrera docente en Guatemala, el profesor Miguel Morazán. Creo que el presidente Juan José Arévalo Bermejo expresó que él había gobernado con las ideas de dos intelectuales: El argentino Domingo Faustino Sarmiento y el hondureño Miguel Morazán. Por cierto, me consta que el mayor ® Zúñiga Morazán era amigo personal de Ramón Oquelí Garay.

Pues bien. Nuestra propuesta, sea ingenua, atrevida o apropiada, la dejamos sobre la mesa, para que posibles personas con mayor sentido operativo, se encarguen de repensarla, practicarla o dejarla en el abandono. En todo caso, para crear empleos masivos, se requieren ideas que sean formalmente materializables.

 

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