Si alguien se acuerda…

ZV
/
4 de septiembre de 2021
/
12:57 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
Si alguien se acuerda…

En el tiempo. Edificio que albergó a aquel Hotel Prado. Véase en sus comienzos y después. Hoy aquí otro negocio.

¡HOLA, HOLA! Amables lectores acá en nuestro patio y fuera de nuestras fronteras. Después de otra semana de brega en el trabajo (si tienen suerte de tenerlo) de tanta noticia pinta horizontes con nubarrones negros, de violencia, pleitos irrespetuosos entre políticos, suman víctimas de esta maldita pandemia, en fin, mejor vámonos a un pequeño RELAX de fin de semana.

Retrocedamos un poco. A tiempos -quizás- más tranquilos y sanos. De antiguos negocios que ahora ya no existen, pero dejaron un legado histórico que hay que recordar. También, como parte del BICENTENARIO de Independencia de nuestro país.

Edificio donde funcionó en su primera planta Almacén de Elías Fléfil y el Acapulco. En su segunda planta el sistema radial “W”. Ya todos son historia, pero el inmueble campea el paso del tiempo. Al fondo Hotel Marichal.

AQUEL HOTEL PRADO

De este alojamiento se recuerdan muchas cosas. Incluidas las noches de bohemia en su famoso barcito que animaba las frescas noches de la Tegucigalpa de ayer.

Fue uno de los más lujosos en su tiempo. Aquí se hospedaron artistas que nos visitaban como Pedro Vargas, Julio Jaramillo, Los Tres Reyes, Los Panchos, entre otros. Aún no existía el Honduras Maya que después trajo estrellas del exterior.

También pernoctaban los jugadores de famosos equipos de fútbol extranjeros y de la Liga Nacional que venían del interior a jugar con los de la capital.

Los galanes de la época pasaban sus noches de bohemia en su concurrido bar. Era pequeño, pero de un buen ambiente. La música en vivo le daba un toque mágico aún entrados los años noventa.

Todo eso quedó en el recuerdo. Hotel Prado fue de más a menos y finalmente tuvo que cerrar sus puertas. Hoy, el edificio ya remodelado, da albergue a una tienda de ropa usada.

Las nuevas generaciones que pasan por este sitio, a pocos metros de la Catedral Metropolitana, ni imaginan la historia que arropó en un tiempo ese famoso inmueble que un día fue hotel.

Hotel Marichal. Nos dicen que aún continúa con su servicio. En su planta baja otros negocios.

AQUEL EDIFICIO EN EL CENTRO

Este edificio fue conocido como Acapulco. Porque abrigó uno de los legendarios negocios cuyo prestigio rondó por varias décadas en el mero centro capitalino: Almacén Acapulco. Antes estuvo ahí otro negocio muy reconocido por su servicio, el almacén de Juan Elías Fléfil.

Todo quedaba frente al famoso Hotel Marichal. En su primera planta operaron las oficinas de la Pan American Airways.

Volvamos al Almacén Fléfil y el Acapulco. Vendían de todo por lo que gozaron de buena clientela. Aumentó su renombre porque en su parte superior, funcionó en la década de los setentas y durante mucho tiempo, las instalaciones radiofónicas del “Sistema W”.

Ahí estuvieron las oficinas y cabinas de Radio Comayagüela y Radio Panamericana que lo componían. Después se adhirió Radio Suprema.

Tuvimos la bonita experiencia de alcanzar ser el director de este sistema radial a pocos años de habernos iniciado en estas lides del micrófono. Recordando a magníficos compañeros. Elementos como Eduardo García Varela, Zacarías Cardosa, Pedro Fidel Vásquez (QEPD), Margarita Arias, Gustavo López Domínguez (QEPD).

También Roberto Banegas, Emilio Soriano, “Pilingo” Martínez que era el ingeniero de sonido en el estudio de grabaciones, entre otros. Don Beto Andino y doña Irma de Andino eran los propietarios. Una distinguida familia. Por ahí llegaban aún niños sus hijos que heredaron el sistema a la muerte de sus progenitores.

Pasajes. El paso del tiempo. El callejón Santa Teresita.

PASAJES

En un ayer más tranquilo, nuestros antepasados y muchos de nuestra generación conocieron el viejo, empedrado y angosto callejón llamado Santa Teresita. Ahí por el parque Valle. Por aquí bajaban o subían los vecinos de los barrios altos de la ciudad.

Los amigos de La Ronda, La Leona, El Edén, El Bosque, Casamata, Viera Tierra Colorada y otros, hacían este recorrido camino a sus trabajos, colegios o universidad.

Este paraje fue musa para muchos pintores. Se recuerda los cultos que ofrecía la iglesia evangélica que se situaba en el lugar. Ahí está. Hoy también les traemos otra estampa en el tiempo de este histórico tramo capitalino.

Vámonos a Comayagüela. Nos cuentan nuestros antepasados que la segunda avenida o Calle Real, antaño estaba arbolada y que después, la modernidad la dejó “calva”.

Se dice que esta vía, constituía desde la época colonial la principal arteria vial de la ciudad gemela. Una de las edificaciones referentes de este sitio era la casa de adobes de la familia Reina Idiáquez.

En una de las esquinas de la antañona edificación, funcionó la famosa Barbería El Fígaro. Desapareció cuando las aguas del río Grande inundaron ese sector durante el huracán Mitch en octubre de 1988.

AYER Y HOY. Calle Real de Comayagüela.

POTRAS FUTBOLERAS

En la década de los sesentas y setentas, ir a jugar futbolito a las canchas del parque El Obelisco en Comayagüela era una gran diversión. En la secundaria, con nuestros compañeros del Instituto Central, solíamos llegar a “potrear” todas las tardes a la salida del colegio.

Es que el Central se había trasladado del centro (parque La Merced) hacia la periferia de este sector de El Obelisco, por el barrio Lempira.

Los cipotes que vivían por estos lados eran asiduos “rigiadores” (fanáticos) jugando al futbolito en una pequeña pista cuyas metas eran unos “huequitos” instalados a los lados de la misma.

De esta manera desarrollaron habilidades para meter goles en están cortos espacios. Una gran cantidad de público se apostaba en los alrededores de esta pista para presenciar las emocionantes potras.

De aquí salieron muchos jugadores que ya adolescentes, figuraron como estrellas de los equipos capitalinos de la Liga Nacional de Fútbol.

Antes, había muchas canchas para jugar este deporte en la capital, no como ahora que desaparecieron. Y si las hay, son privadas. Se tiene que pagar para jugar.

Y por hoy hasta aquí. Hemos dejados OTRA HUELLA imborrable en el pedregoso camino de un ya largo trajinar…

QUE DIOS NOS CUIDE A TODOS

(Comentarios y más a mi correo [email protected] y en mi FB Carlos Arturo Matute)

Las potras en la cancha de El Obelisco…
Más de Huellas...
Lo Más Visto