Álvaro Sarmiento
Ser parte de los columnistas de LA TRIBUNA, me ha representado en primer lugar, motivo de inmenso agradecimiento a este importantísimo medio de comunicación y también muy especialmente a mi tío, el abogado Max Velázquez Díaz, QEPD, quien siempre me animó a poner un serio esfuerzo por aportar, en temas económicos, comerciales y eventualmente en otros temas, no se trata de escribir por escribir o decir lo primero que asoma a la cabeza. Por otro lado, esta disciplina requiere -entre otros- no caer en la común tentación de destruir, criticar, o peor convertirse en un “indignado”, de esos que hoy abundan por todas las redes sociales.
Esta nueva evolución -profunda- de LA TRIBUNA, no se puede ver exclusivamente como un cambio de traje o de maquillaje, claramente se trata de un cambio más profundo. Tal como se comentó en el Editorial del día de lanzamiento “Todos tenemos intereses y gustos diferentes. Esto también aplica al tipo de noticias que nos gustan y a la manera en que las asimilamos. La meta es que las noticias y temas que más importan a ese vasto auditorio siempre estén al alcance de cada uno de ustedes. Ello inspira este dramático salto cualitativo al entrar de lleno a la era digital, añadiendo más productos y servicios digitales para que todos ustedes -con confianza en que se trata de insumos veraces o entretenidos- puedan estar al tanto de todo lo que está pasando en Honduras y el mundo al instante”.
Los columnistas de Opinión, tampoco podemos hacer caso omiso a esta nueva manera de hacer y presentar el contenido de LA TRIBUNA.
Sin saberlo, desde hace un par de años, me dediqué a “medir” con la única métrica que encontré a la mano, la cantidad de vistas o comentarios en la propia plataforma y otras como LinkedIn, donde comparto las publicaciones, todo esto con la idea de identificar los temas que “gustan” o que llaman la atención, ya que es razonable tener claridad sobre esto. Muchas veces, al tratarse de una columna poco conflictiva y más orientada a mostrar cómo se pueden hacer mejor las cosas, lo que se conoce como “mejor práctica internacional”, ciertos temas parecen poco llamativos, aunque el valor agregado que pretenden dejar puede ser bastante útil para la toma de decisiones de políticas públicas. Los columnistas de opinión también deberemos acoplarnos y tener la flexibilidad para tener una versión 2.0 de lo que tradicionalmente hemos venido haciendo.
Sin conocer la intimidad del proceso en mi hogar periodístico, seguramente ha sido muy bien estudiado, sopesado y decidido, esta nueva etapa también presenta unos nuevos retos, que me han parecido magistralmente expuestos en la revista Communication and Society en el estudio cualitativo “La rendición de cuentas de los medios de comunicación vista por la ciudadanía española” cuyos resultados se pueden extrapolar a Honduras, concretamente “la competencia en un mercado desregularizado conduce al infoespectáculo y afecta a la calidad informativa y los derechos de las personas afectadas por las noticias.
Asimismo, el exceso de canales de información conduce a una mayor desinformación, bajo la apariencia de un pluralismo espontáneo que resulta superfluo. La ética, por tanto, se antoja como una exigencia necesaria para distinguir el periodismo profesional de otras opciones informativas impropias y garantizar el derecho a la información de los ciudadanos. LA TRIBUNA seguramente se constituirá en un punto de referencia sobre lo verdadero, en medio de una creciente oferta de medias verdades, revestidas de aspectos “cool”, pero poco verificables. El periodismo investigativo, con información bien contrastada, de buena calidad y encuadrado en la verdad, será la mejor carta de presentación de LA TRIBUNA, en el ecosistema digital.
