Keyla Morel
Me gustó mucho escuchar a un orador motivacional hablar de la enfermedad de los perdedores: “la excusitis” es aquel mal patológico que hace que el que la padece piense que no puede realizar lo que se proponga porque hay un sin número de cosas que se han puesto de acuerdo para cerrarle el paso; el “universo” conspira para no dejarle realizar lo que desea. En cambio, los ganadores lo son, porque hacen lo que a los perdedores no les gusta hacer.
Encontré un pensamiento en redes sociales que dice así:
“El matrimonio es difícil. El divorcio es difícil. Elige tu dificultad.
Hacer ejercicio es difícil. La obesidad en difícil. Elige tu dificultad.
Emprender es difícil. Vivir endeudado es difícil. Elige tu dificultad.
Crecer como persona es difícil. Vivir estancado es difícil. Elige tu dificultad”.
Sé que hay mucha tela que cortar acerca del pensamiento que les acabo de compartir; sin embargo, les diré que estoy completamente de acuerdo en el punto donde se nos hace ver que todo (lo bueno y lo malo) acarrea dificultad; la diferencia está en los tiempos y sus consecuentes resultados… si usted ahora desarrolla disciplina y trabaja con empeño en lo que desea por complicado que sea el proceso, en el futuro, tendrá una vida más fácil y satisfactoria. Si usted ahora es flojo y se deja llevar por la corriente de lo conveniente y cómodo, en el futuro será una persona con muchos problemas y no grata para la sociedad. El asunto es decidir los tiempos y las dificultades.
Estamos en el último mes del año. Pronto, históricamente hablando, comenzaremos uno de los períodos más interesantes en cuanto a retos, desafíos y esperanzas. Pienso que debemos acompañar este tiempo con mucha reflexión, amplitud de mente, ánimo y actitud positiva; nunca deberíamos de dejar al azar nuestro destino, jamás tendríamos que poner en manos de otro nuestro futuro y esperanzas. Solo Dios debería ocupar nuestro sitial de honor en cuanto a fe se refiere, pero aun Él, no hará lo que nos toca hacer a nosotros. Dejemos lo imposible y sobrenatural en las manos de Dios, y lo “terrenal” en las nuestras. Elijamos nuestras “dificultades” sabiamente.
Quiero contarles que por mi trabajo en el área del arte y más recientemente en la enseñanza del mismo, me he encontrado con personas que dicen que ciertas cosas son muy difíciles de realizar; yo siempre les cito un dicho que encontré leyendo a grandes exponentes del arte: “lo difícil está en ponerse en la posición de hacer algo, después todo es más sencillo”, yo les digo a mis estudiantes: lo difícil fue tomar la decisión de aprender arte, matricularse en un taller, comprar los materiales, apartar el tiempo para dedicar a las clases, etc. ¡Ahora comienza la diversión! Dejarse guiar y usar técnicas efectivas para realizar los ejercicios. Me encanta ver cómo personas que jamás pensaron realizar una obra de arte apenas “decente” comienzan a enmarcar, regalar, exponer e incluso vender sus trabajos. En realidad, eligieron sabiamente su dificultad. Así pasa con todo en la vida.
Cuando llegó la pandemia, yo estaba bien cómoda dando clases de arte presenciales en un bonito lugar y con un número creciente de estudiantes. Como dice la canción “todo se derrumbó”. Tuve que trabajar posiblemente el triple de lo que lo estaba haciendo antes para pasar a un nuevo modelo de enseñanza, pero me negué por convicción a contagiarme de la “excusitis” para que, en el futuro, al ver mis malos resultados, nunca tener que decir “es que es bien difícil” … pues difícil, yo ya sé que siempre será.
