El valor de la historia

ZV
/
12 de diciembre de 2021
/
12:35 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
El valor de la historia

Por: Nery Alexis Gaitán

Llevar un recuento de los actos de los hombres, a través de los tiempos, es vital, imprescindible y necesario para tener bien en claro la memoria histórica. Las sociedades que olvidan el pasado, y las lecciones este ha dejado, están condenadas a desaparecer sin dejar rastro alguno. Olvidar el ayer es la mayor torpeza de los pueblos.

Es necesario recordar que el gran objetivo de la historia es poder reconstruir el pasado, y comprender el presente gracias a las experiencias adquiridas. Se pretende, estudiando el ayer, desarrollar capacidad de pensamiento histórico, analítico; de comprensión crítica del pasado, en definitiva, poder entender las situaciones presentes, para no repetir los errores del ayer. Lo importante es que la enseñanza de la historia debe propiciar una forma de pensar y comprender nuestra realidad diversa, compleja y cambiante.

El padre de la historia, Herodoto de Halicarnaso, afirma que su interés es evitar que las hazañas de los hombres caigan en el olvido. Especialmente tiene presente que: “Se dirige principalmente a que no llegue a desvanecerse con el tiempo la memoria de los hechos públicos de los hombres, ni menos a oscurecer las grandes y maravillosas hazañas, así de los griegos como de los bárbaros”. Entendiendo que los anales son imprescindibles, para registrar los pasos del hombre por esta vida.

Ibn Jhaldun en el siglo XIV decía: “La historia tiene por objeto verdadero, hacernos comprender el estado social del hombre, es decir, la civilización, enseñarnos los fenómenos que se relacionan con él, a saber: la vida salvaje, la suavización de las costumbres, el espíritu de familia y de tribu, los diversos géneros de superioridad que unos pueblos tienen sobre otros, la distinción de clases, las ocupaciones a que los hombres dedican sus esfuerzos y trabajos, como son las profesiones lucrativas, los oficios que dan para vivir, las ciencias, las artes; en fin, todos los cambios que la naturaleza de la historia puede operar en el carácter de la sociedad”. Este destacado pensador musulmán ya tenía en claro la finalidad del estudio de la historia, desde una perspectiva de carácter científico, para tratar de entender los hechos de los hombres.

Este preámbulo es para hacer hincapié que la historia es esencial en la vida de las sociedades. De todos es sabido que, pueblo que olvida su historia, está condenado a repetirla de la peor manera.

Es importante establecer, que los historiadores serios analizan el pasado tomando en cuenta la visión de mundo del momento estudiado. Asimismo, son imparciales, objetivos y de amplio criterio. No tratan de imponer determinada ideología o un curso de pensamiento que justifique o condene hechos del ayer, basados en la experiencia actual.

El conocimiento de la Historia es esencial para que los pueblos construyan su identidad nacional. La que se verá reforzada desde el momento en que se dignifican los hechos que construyen la patria, así como a sus próceres; asimismo, incentivando las manifestaciones culturales, artísticas, sociales, económicas…; y motivando el pensamiento creador, como norma para mejorar la calidad de vida, en todas las áreas del saber.

La extraordinaria importancia de este libro, “Honduras: Gotas del Saber; apuntes históricos para todos”, que el lector tiene en sus manos, radica en que nos describe importantes hechos de nuestra historia patria, acaecidos durante los doscientos años de nuestra vida republicana. Estos “apuntes históricos para todos” son producto de un laborioso trabajo que el historiador, serio y objetivo, Juan Ramón Martínez, con profundo amor por Honduras, ha investigado a través de los años.

Es una serie de apuntes sobre nuestro pasado, que no están en relación cronológica, esa no ha sido la intención del autor; sino que trata de sorprender e interesar al lector narrándole sucesos destacados de nuestro devenir, para que, motivado, busque más extensamente información sobre los temas tratados. Al respecto, es notable la cantidad de fuentes históricas, que el autor, con gran paciencia, ha consultado y que están reseñadas en este libro.

Estos apuntes, esenciales en el conocimiento de lo nuestro, nos ponen en contacto con personajes y acontecimientos de suma relevancia en nuestra historia. Pero también nos describen muchos personajes, hechos y datos curiosos que han pasado inadvertidos, no solo para el ciudadano común, sino también para aquellos que se han dedicado a escribir sobre nuestro pasado.

Es así que el lector entrará en contacto con un libro que nos muestra huellas de lo que hemos sido. Pero con la intención de evidenciar lo que hemos hecho mal, para no repetirlo. Al tiempo que describe hechos que nos enorgullecen y nos motivan a seguir construyendo la patria que todos deseamos.

En estos tiempos en donde la idiosincrasia del hondureño es cuestionada y adolecemos de una sólida identidad nacional, este libro nos reafirma que existen hondureños dignos que han dado lo mejor de sí mismos, en aras del bienestar común. Y que su legado ha trascendido el tiempo, brindándonos la meritoria patria que tenemos los hondureños.

Sorprende cómo estos breves esbozos históricos van evidenciando lo que hemos sido como nación; la forma de ser y la manera de convivir del hondureño, palpita en ellos. El lector deberá unirlos sabiamente y encontrará un pueblo que lucha por definir una identidad nacional que lo conduzca a mejores derroteros. Un escritor experimentado, como Juan Ramón Martínez, con este libro nos invita a ser parte de la construcción de un mañana mejor, para todos los que amamos nuestra tierra.

En la conmemoración del Bicentenario de la Patria, estos apuntes históricos nos recuerdan que debemos amar lo nuestro. Pero, sobre todo, que es responsabilidad de cada uno de nosotros conocer nuestro pasado, para tener claro el panorama de la Patria que debemos construir. Este libro, pleno de amor por Honduras, es un fiel testimonio de que los hondureños luchamos por un futuro de prosperidad.

Más de La Tribuna Cultural
Lo Más Visto