La Mosquitia, sus iglesias dominantes y festividades en riesgo (Parte II)

ZV
/
8 de enero de 2022
/
12:47 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
La Mosquitia, sus iglesias dominantes y festividades en riesgo (Parte II)

Iglesia Morava en Ahuas, Gracias a Dios.

Rubén Darío Paz*

Presencia de la Iglesia Católica en La Mosquitia
Aunque los resultados inicialmente no fueron exitosos, es sustancial mencionar que, desde las primeras décadas del siglo XVII, ya había representantes de la Iglesia Católica en la región, al menos de manera transitoria surcando la costa atlántica misquita, y que según informes los primeros misioneros perecieron a manos de los pobladores locales.

Otros intentos corrieron suerte similar, por lo que por muchos años estuvo al libre albedrío, en parte porque las condiciones de aislamiento siempre resultaron complicadas para los misioneros. Transcurrieron muchos años, hasta que se registra en 1915, la presencia de capuchinos en lo que actualmente se conoce como La Costa.

Siguiendo las referencias del geógrafo F. Tillman, que a su vez se apoya en el investigador Smutko, se puede afirmar que la presencia permanente de la Iglesia Católica en La Mosquitia hondureña tuvo lugar en la Zona Recuperada, estando todavía bajo control nicaragüense. Radicado en el cabo de Gracias a Dios, Friar Melchor visitó varias comunidades localizadas entre los ríos Coco y Kruta. Construyó iglesias en Kruta (1932), Suhi (1936) y Awasbila (1938). Durante las décadas de 1940 y 1950, el capuchino Friar visitaba regularmente doce comunidades en la zona recuperada.

Mientras tanto, en 1935, otro sacerdote católico se instaló en la desembocadura del río Patuca (Smutko 1996,155); y es hasta 1961 que un sacerdote llegó a Puerto Lempira, también ha contado con la presencia de cuatro monjas quienes, además de realizar sus otros deberes, distribuyen medicinas a bajo costo. La Iglesia Católica no tiene estadísticas oficiales de su feligresía en La Mosquitia (Smutko1996, 158), la estimó en unos “doce mil o más miembros”.

Hasta la fecha, no existen datos oficiales en cuanto al porcentaje de misquitos católicos, pero se puede afirmar, que las parroquias con mayor número de feligreses están distribuidas en Puerto Lempira, Barra Patuca y Wampusirpi, aunque otras comunidades como, Warunta, Brus Laguna y Kruta, cuentan con algunos seguidores.

La Iglesia Católica, ocupa un segundo lugar en cuanto al número de feligreses, los sacerdotes son escasos, pero al interior de las iglesias existe una serie de “predicadores de la palabra”, y son notables los trabajos y la proyección social en los distintos sectores. Los esfuerzos más sobresalientes son la instalación de emisoras radiales y a través de programaciones se tienen agendas religiosas e informativas.

Por radio se han hecho campañas de alfabetización, prevención de enfermedades, prevención de riesgos y sobre todo niveles de participación ciudadana, en la gestión de alternativas y se han organizado pequeñas cooperativas y microempresas, sobre todo productoras de cacao, con resultados importantes, ya que en alguna medida son paliativos a la economía de los misquitos.

Otras sectas disputan comunidades rurales
Aunque moravos y católicos son las dos iglesias con mayor incidencia en los destinos misquitos, también es necesario señalar que en las últimas décadas han proliferado varias denominaciones, que han venido a sumarse, a otro grupo de sectas que llegaron justamente en la década de los conflictivos años ochenta del siglo recién, y que, según algunos informes, estas denominaciones, jugaron un papel de acompañamiento ideológico a favor de la guerra fría y en contra de la Revolución Sandinista. Testigos de Jehová, iglesia de Dios, anglicanos, bautistas, adventistas, etc., ya han construido edificios propios y con ello han logrado insertarse en varias comunidades misquitas, por lo que el deterioro cultural sigue un curso acelerado y más cuando desde las instituciones del Estado hondureño no parece interesarles. Ahora que estamos en vísperas de un nuevo gobierno, sería oportuno darle vida a un Ministerio de los Pueblos Indígenas y Afrocaribes de Honduras y visibilizar de una vez por todas, las potencialidades que se encuentran al interior de los pueblos culturalmente diferenciados.

Tawahkas en las cercanías del río Patuca
“Son un pueblo de cultura selvática, con un patrón de vida que ha ocasionado poco impacto en su entorno ecológico. La familia extendida funciona como una unidad socio-productiva y sus actividades principales son: la agricultura de autoabastecimiento, basada en el cultivo de yuca y otros tubérculos, plátanos, maíz, frijoles, arroz y cacao (los dos últimos de reciente introducción comercial en la zona) la pesca y la caza y la elaboración de artesanías, la construcción de cayucos; la cría de ganado vacuno en menor escala, de gallinas y desde hace algunos años la cría de cerdos. También es frecuente el lavado de oro”. (Lara Pinto, Perfil de los pueblos indígenas y negros., 2004).

Desde tiempos remotos han ocupado el territorio comprendido entre los ríos Patuca y Coco o Segovia, entre Honduras y Nicaragua. Son hablantes de la lengua tawahka, que al igual que el misquito pertenece al tronco Macro-chibcha.

Se mencionan de manera esporádica en informes coloniales, aunque algunos cronistas señalan a los misquitos como cultura dominante, los perseguían para venderlos como esclavos a los ingleses e incluso los intercambiaban por ron. Otra valiosa consideración la sostiene Conzemius, “Los Tawahkas y los misquitos se encontraban histórica y culturalmente emparentados. Desde su punto de vista náufragos africanos se habrían mezclado con un grupo de la familia sumu (a los que pertenecen los tawahkas y los mayangna) probablemente los bawihkas que se encontraban en el litoral costero en el siglo XVII cuando se supone que arribaron aquellos.

Los africanos se mezclaron con mujeres sumu y con ingleses y otros extranjeros vinculados al contrabando y la piratería, (…) Los sumu mostraron una conducta más conservadora y se fueron retirando de las costas hacia el interior donde ahora se encuentran, tanto en Honduras como en Nicaragua. Hacen falta estudios antropológicos, pese a su enorme riqueza cultural.

Actualmente están asentados a las orillas del caudaloso río Patuca, entre los municipios de Dulce Nombre de Culmí (Olancho) y otras comunidades aledañas al municipio de Wampusirpi (Gracias a Dios) entre ellas; Krausirpi, Krautara, Dimikian, Kamakasna, Yapuwás, Wasparasni, Parawás y Parawasito. La población de estas comunidades según un estudio demográfico realizado por Peter Herlihy (1991) era de 704 personas, gran parte de ellos son católicos, sus nombres y apellidos no difieren de los mestizos hondureños, con frecuencia se encuentran Cuevas, Salinas, López y Martínez, entre otros.

Desde sus prácticas habituales, exhiben, una amplia gastronomía, varias bebidas embriagantes como chichas de diferentes productos, sus festividades se rigen más por criterios católicos, más la influencia de sus vecinos misquitos.

En las comunidades tawahkas es notoria, la presencia de misquitos, tanto que en Krautara y Krausirpi, la lengua tawahka se habla únicamente a nivel familiar. El entorno natural sin duda es impresionante, mismo que les abastece de recursos para subsistir, viven de la agricultura, la pesca y la casa, igual sus pobladores se enfrentan a las enfermedades propias del trópico, carecen de servicios médicos y básicos. A lo anterior se suma el aislamiento geográfico incluso desde los principales centros misquitos.

El intercambio constante con los misquitos, les ha inmiscuido en un alto riesgo de desaparecer. La mayoría de familias ahora están compuestas por algún miembro misquito, es sustancial mencionar que las mujeres y ciertos ancianos, aún conservan dicha lengua. La lengua tawahka junto al tol de la Montaña de la Flor, están en grave riesgo de extinguirse.

Un elemento a destacar es la capacidad de organización que muestran los tawahkas y ello les ha permitido importantes oportunidades de participación ciudadana, frente a tres de sus comunidades de mayor población se localiza la Reserva de la Biosfera Tawahka Asangni, (unas 233 mil hectáreas de bosque tropical lluvioso), por lo que es urgente implementar proyectos de conservación ambiental o al menos frenar la migración de ladinos terratenientes, responsables de destruir miles de hectáreas de bosques primarios, para convertirlos es pastizales e instalar grandes haciendas. (Continuará).

New York, El Níspero, Santa Bárbara, diciembre, 2021

Más de Anales Históricos
Lo Más Visto