VELASQUEZ UN GENIO DE LA PINTURA

Honrar la memoria de aquellos hondureños que en diferentes manifestaciones han llenado de orgullo a su tierra natal, debe ser una obligación de los que conocimos sus trayectorias o estudiamos e investigamos sus vidas luminosas en el pasado histórico de la Patria.

José Antonio Velásquez (FOTO 1) un humilde hondureño nació en una pequeña localidad fronteriza con El Salvador, Caridad en el departamento de Valle, pero tuvo una triste niñez porque fue testigo de la muerte cruel de su padre que fue decapitado por sus enemigos políticos y esa pena lo hizo abandonar su pueblo natal.
Adolecente se dirigió al norte del país a buscar trabajo para sobrevivir y aprendió el oficio de barbero con lo que se defendía, pero no satisfecho emprendió viaje a la capital donde logró aprender con buen suceso el código Morse que lo convirtió en un hábil telegrafista.

Después de pruebas logró en 1930 cuando apenas contaba con 24 años una plaza de telegrafista en el pueblo minero de San Antonio de Yeguare o San Antonio de Oriente donde además de la oficina telegráfica atendía en su casa la barbería alternando así los oficios aprendidos en su juventud.

En 1931 conoció y se enamoró de la joven Raquel Maradiaga y se casaron a lo civil ante el Alcalde del viejo poblado minero, matrimonio del que nacieron siete hijos y Raquel fue su compañera de toda su vida (FOTO 2).
Además de Raquel José Antonio se enamoró del pueblo, de sus callejuelas empedradas, de sus colinas plagadas de pinos y robles, de las casas de adobe con sus techos entejados, de su gente y así se despertó en su espíritu el arte de pintar, de plasmar con pinturas preparadas aquellos colores que iluminaban su alma.

Autodidacta sus ágiles manos encontraron en San Antonio su máxima inspiración, su iglesia, sus calles, el transitar del cura, el perro vagabundo, las canasteras, las viejas y desalineadas casas (FOTO 3).
Jugaba con la policromía pero propio de los primitivistas acudía a errores especialmente en las sombras de los soleados días, el perro cola parada y el cura con su bastón significaban el encanto de sus obras donde predominaba el verde de la vegetación lugareña, las vendedoras y mujeres acarreado agua en cántaros sobre sus cabezas. (FOTO 4).

La fama de Velásquez salió de aquel poblado enclavado en las montañas donde Diego de Cárcamo explotaba los yacimientos de plata.- Sus magistrales obras comenzaron a ser preferidas de Wilson Popenoe el Director de la Escuela Agrícola de El Zamorano donde Velásquez también era el barbero de los estudiantes.
Su estilo comenzó a trascender, pintaba porque sus sueños eran atrapados por los lienzos donde los pinceles mágicos de José Antonio capturaban los paisajes, el paseo de los antoninos y todo aquello que motivaba su inspiración.

Su fama trascendió en 1951 por invitación del gobierno español participa en la primera bienal hiberoamericana y en l954 por invitación de la Unión Panamericana expone sus obras en Washington.
En 1973 siendo Director del Instituto Hondureño de Turismo el Lic. Jacobo Goldstein, promueve al extraordinario artista y se logró que la gran artista estadounidense Shirley Temple narrara un documental sobre las obras de Velásquez y que la OEA lo difundió por todo el mundo.

En ese entonces conocí al maestro vivía y tenía su taller en la calle que sube del Guanacaste a Casamata, en ese lugar le vi pintar un bellísimo cuadro donde por primera vez en el paisaje colocaba un macuelizo floreando delicado morado como elemento nuevo en su estilo paisajista (FOTO 5).

El primer primitivista de América y quinto del mundo, el inolvidable pintor hondureño José Antonio Velásquez falleció víctima de un síncope falleció en Tegucigalpa el 14 de Febrero de l983, hace 39 años, pero su obra perdura y quien posee uno de sus cuadros tiene un tesoro.

Para inmortalizar su figura, en la Colonia Palmira en el redondel de los artesanos se colocó un busto en piedra de su figura (FOTO 6) un recuerdo que esculpido guarde su paso de gloria por las artes hondureñas.

Hasta la próxima semana.